Выбрать главу

»Sin embargo, esas especies se encuentran ocasionalmente. A menudo los huérfanos conservan vividos recuerdos de sus tutores. En algunos casos, mitos y leyendas han ocupado el lugar de los hechos. Pero la Biblioteca es casi siempre capaz de localizar la verdad, pues en ella están almacenadas nuestras verdades.

Fagin agitó varias ramas en dirección de Bubbacub. El Pil lo reconoció con una inclinación amistosa.

—Por eso esperamos con gran expectación el descubrimiento del motivo de que no haya ninguna mención a la Tierra en este gran archivo —continuó Fagin—. No hay ninguna lista, ningún archivo de ocupaciones previas, a pesar de las cinco migraciones completas que han atravesado esta región desde la marcha de los Progenitores.

Bubbacub se quedó inmóvil. Los ojillos negros observaron al kantén con ferocidad, pero Fagin pareció no advertirlo, pues siguió hablando.

—Que yo sepa, la humanidad es el primer caso donde existe la intrigante posibilidad de una inteligencia evolucionada. Tengo la seguridad de que ya saben que esta idea viola varios principios bien establecidos de nuestra ciencia biológica. Sin embargo, algunos de los argumentos de sus antropólogos poseen una sorprendente autoconsistencia.

—Es una idea extraña —despreció Bubbacub—. Como el movimiento per-petuo, esas re-clamaciones que hacen aquellos a quienes llaman «pieles». Las teorías sobre el crecimiento «natural» de la in-teligencia son fuente de muchos chistes, huma-no-Jacob-Demwa. Pero pronto la Bi-blioteca dará a su preocu-pa-da raza lo que necesita: ¡El consuelo de saber de dónde proceden!

El bajo zumbido de los motores de la nave se hizo más fuerte, y por un segundo Jacob sintió una leve desorientación.

—Atención todo el mundo. —La voz amplificada de la comandante deSilva resonó por toda la nave—. Acabamos de cruzar el primer arrecife. A partir de ahora habrá sacudidas momentáneas como ésa. Les informaré cuando nos acerquemos a nuestro objetivo. Eso es todo.

El horizonte del sol era ahora casi plano. Alrededor de toda la nave un amasijo rojo y negro de formas se extendía hasta el infinito. Más y más filamentos se igualaban con la nave para convertirse en prominencias contra lo que quedaba de la negrura del espacio y desaparecer luego en la bruma rojiza que crecía sobre sus cabezas.

El grupo se dirigió, por mutuo acuerdo, al borde de la cubierta, para así poder mirar directamente la cromosfera inferior. Permanecieron en silencio durante un rato, observando, mientras la cubierta se sacudía de vez en cuando.

—Doctora Martine —dijo Jacob—. ¿Están preparados Pil Bubbacub y usted para llevar a cabo sus experimentos?

Ella señaló un par de cofres espaciales en la cubierta, cerca del puesto de Bubbacub y el suyo propio.

—Lo tenemos todo aquí. He traído el equipo psi que utilicé en anteriores inmersiones, pero principalmente ayudaré a Pil Bubbacub en lo que pueda. Mis amplificadores de ondas cerebrales y aparatos-Q parecen huesecillos y hojas de té en comparación con lo que él trae. Pero intentaré servir de ayuda.

—Su ayuda será re-cibida con a-grado —dijo Bubbacub. Pero cuando Jacob pidió ver los aparatos de pruebas-psi del pil, éste alzó su mano de cuatro dedos—. Más tarde, cuando estemos preparados.

Jacob volvió a sentir el antiguo picor en las manos. ¿Qué tiene Bubbacub en esos cofres? La Sucursal de la Biblioteca no contiene nada sobre fenómenos psi. Algo de fenomenología, pero muy poco de metodología.

¿Qué sabe una cultura galáctica de mil millones de años sobre los profundos niveles fundamentales que todas las especies inteligentes parecen tener en común? Al parecer no lo saben todo, pues los galácticos todavía operan en este plano de la realidad. Y sé con certeza que algunos de ellos no son más telépatas que yo.

Había rumores de que las especies más antiguas desaparecían periódicamente de la galaxia. A veces por agotamiento, guerra o indiferencia, pero también simplemente «marchándose», desapareciendo en intereses y conductas que no tenían ningún significado para sus pupilos o vecinos.

¿Por qué no tiene nuestra Sucursal de la Biblioteca nada sobre esos temas, ni de los aspectos prácticos de los fenómenos psi?

Jacob frunció el ceño y cruzó las manos. No, decidió. ¡Voy a dejar tranquilo el cofre de Bubbacub!

La voz de Helene deSilva volvió a sonar por el intercomunicador.

—Nos acercaremos al objetivo en treinta minutos. Los que lo deseen pueden acercarse ahora a la Cámara del Piloto para obtener una buena visión de nuestro destino.

El resto del sol pareció oscurecerse levemente mientras sus ojos se adaptaban al brillo de la zona. Las fáculas eran puntos brillantes, destellando intermitentemente en las profundidades. A alguna distancia indeterminada se extendía un gran grupo de manchas solares. El punto más cercano parecía la boca abierta de una mina, un hueco hundido en la «superficie» granulosa de la fotosfera. La oscura sombra estaba muy quieta, pero las regiones en penumbra alrededor del borde de la mancha solar se agitaban incesantemente hacia afuera, como las ondas provocadas por una piedra en un lago. La frontera era vaga, como una cuerda de piano vibrando.

Arriba y en derredor gravitaba la enorme forma de una maraña de filamentos. Tenía que ser una de las cosas más grandes que Jacob había visto en su vida. Nubes gigantescas rebullían y fluían, siguiendo las líneas de campos magnéticos que se mezclaban, se retorcían, y se enroscaban unas en otras, para desaparecer luego convertidas «en aire».

Alrededor de ellos había ahora un remolino de formas más pequeñas, casi invisible, pero que excluía la cómoda negrura del espacio en una bruma rosada.

Jacob se preguntó cómo describiría un escritor esta escena. A pesar de todos sus defectos, LaRoque tenía fama por su facilidad de expresión. Jacob había leído algunos de sus artículos y había disfrutado de la fluida prosa, aunque se hubiera reído de sus conclusiones. Aquí había una escena que exigía un poeta, fuera cual fuera su ideología. Lamentó que LaRoque no estuviera presente… por más de un motivo.

—Nuestros instrumentos han detectado una anómala fuente de luz polarizada. Ahí es donde empezaremos nuestra búsqueda.

Culla se acercó al borde de la cubierta y contempló con determinación un punto que le señaló uno de los tripulantes.

Jacob le preguntó a la comandante qué estaba haciendo.

—Culla puede detectar el color con más precisión que nosotros — dijo deSilva—. Puede ver diferencias en la longitud de ondas hasta casi un angstrom. También es capaz de retener la fase de luz que ve. Un fenómeno de interferencia, supongo. Pero eso le hace ideal para detectar la luz coherente que producen esas bestias láser. Casi siempre es el primero en verlas.

Las mandíbulas de Culla chascaron una vez. Señaló.

—Eshtá allí —dijo—. Hay muchosh puntosh de luz. Esh un rebaño grande, y creo que también hay pashtoresh.

DeSilva sonrió, y la nave apresuró su maniobra.

15. VIDA, MUERTE…

En el centro del filamento, la Nave Solar se movía como un pez capturado en un rápido. La corriente era eléctrica, y la marea que agitaba la esfera era un plasma magnetizado de increíble complejidad.

Protuberancias e hilillos de gas ionizado surcaban de un lado a otro, retorcidos por las fuerzas que creaba a su mismo paso. Flujos de materia brillante aparecían y desaparecían súbitamente, mientras el efecto Doppler tomaba las líneas de emisión del gas y luego las sacaba de la coincidencia con la línea espectral que se usaba como observación.