»De todas formas, es historia pasada. ¡Quiero saber qué diabólico plan han cocido Jacob y usted esta vez! —Se desplomó junto a Jacob en la cubierta. En vez de mirar a Donaldson, contempló a Jacob con su expresión desconcertante.
—Bueno, la verdad es que es muy simple. —Jacob tragó saliva—. Traje canciones de ballena y poemas de delfín, por si los Espectros resultaban ser poetas. Cuando el jefe Donaldson mencionó la idea de apuntar un rayo para comunicar con ellos, le ofrecí las cintas.
—Añadiremos una versión modificada de un viejo código de contacto matemático. También es cosa de él —sonrió Donadlson—. ¡Yo no sabría reconocer una serie de Fibonacci si viniera una y me mordiera! Pero Jacob dice que es uno de los viejos estándares.
—Lo era —dijo deSilva—. Pero después de la Vesarius dejamos de usar las rutinas matemáticas. La Biblioteca se asegura de que todo el mundo se comprenda mutuamente en el espacio, así que ya no tiene sentido usar los viejos códigos pre-Contacto.
Empujó levemente el calibrador. Éste rotó suavemente en su armazón.
—No dejarán que esto gire libremente cuando el láser esté conectado, ¿verdad?
—No, naturalmente lo fijaremos bien, para que el rayo láser dispare a lo largo de un radio desde el centro de la nave. Eso impedirá que se produzcan esos reflejos internos que le preocupan.
—Pero todos querremos llevar puestas estas gafas cuando esté conectado. —Donaldson sacó un par de gruesas gafas oscuras de un saco colocado junto al láser—. Aunque no existiera ningún daño para la retina, la doctora Martine insistiría. Está convencida de los efectos del resplandor sobre la percepción y la personalidad. Volvió la base entera patas arriba, y encontró luces brillantes donde nadie sabía que existían. Las responsabilizó de las «alucinaciones en masa» cuando llegó. ¡Sí que cambió de canción cuando vio a las bestias!
—Bueno, es hora de que vuelva al trabajo —anunció Helene—. No debería haberme apartado tanto tiempo. Debemos de estar acercándonos. Los mantendré informados.
Los dos hombres se levantaron mientras ella sonreía y se marchaba. Donaldson se la quedó mirando.
—¿Sabe, Demwa? Al principio pensé que estaba usted loco; luego supe que tenía razón. Ahora estoy empezando a cambiar de opinión otra vez.
Jacob se sentó.
—¿Cómo es eso?
—Todos los tipos que conozco serían capaces de desarrollar una cola para agitarla si esa mujer silbara. No puedo creer que tenga tanto autocontrol. Pero no es asunto mío, claro.
—Tiene razón. No lo es. —A Jacob le molestaba que la situación fuera tan obvia. Estaba empezando a desear que terminara la misión para poder dedicar toda su atención al problema.
Se encogió de hombros. Era un gesto que había hecho muchas veces desde que salió de la Tierra.
—Cambiando de tema, me estaba preguntando sobre este asunto de los reflejos internos. ¿Se le ha ocurrido que alguien podría estar perpetrando un gran engaño?
—¿Un engaño?
—Con los Espectros Solares. Todo lo que tendrían que hacer es meter a bordo una especie de proyector holográfico…
—Olvídelo. —Donaldson sacudió la cabeza—. Eso fue lo primero que comprobamos. Además, "¿quién podría falsificar algo tan intrincado y hermoso como ese rebaño de toroides? Y una proyección como ésa, llenando todo nuestro campo de visión, tendría que ser hecha por las cámaras situadas en la zona invertida.
—Bueno, tal vez el rebaño no, ¿pero y los Espectros «hu- manoides»? Son bastante simples y pequeños, y es increíble la forma en que evitan las cámaras, girando más rápido que nosotros para permanecer arriba.
—¿Qué puedo decir, Jake? Cada pieza de equipo que se sube a bordo es inspeccionada cuidadosamente, junto con los artículos personales de cada uno, por ese mismo motivo. No se ha encontrado ningún proyector, ¿y dónde podrían esconderse en una nave abierta como ésta? Tengo que admitir que a veces me he preguntado eso mismo. Pero no veo ninguna forma de que alguien pueda estar perpetrando un truco.
Jacob asintió lentamente. El argumento de Donaldson tenía sentido. Además, ¿cómo podría reconciliar una proyección con el truco de Bubbacub con la reliquia lethani? Era una idea tentadora, pero un truco no parecía muy probable.
Distantes bosques de espículas latieron como fuentes ondulantes. Chorros individuales se alzaron unos junto a otros a lo largo del borde de la célula supergranulada que latía lentamente cubriendo la mitad del cielo. En su centro se encontraba la Gran Mancha, un gran ojo negro, bordeado por zonas de brillante calor.
A unos noventa grados al otro lado de la cubierta, un grupo de oscuras siluetas esperaban de pie o arrodilladas junto a la Cámara del Piloto. Sólo podían distinguirse los contornos contra el brillo escarlata de la fotosfera.
Dos sombras podían identificarse entre las personas cercanas al puesto de mando. La figura alta y delgada de Culla se encontraba a un lado, apuntando a un alto y retorcido arco filamentoso que colgaba, suspendido, sobre la Mancha. El arco crecía lentamente, cada vez más cercano.
La otra sombra identificable se separó del grupo y empezó a acercarse a trompicones hacia Jacob y el jefe. Era redondo por arriba, más grande que por abajo.
—¡Ahí sí podría esconderse un proyector! —Donaldson señaló con un ademán la enorme silueta que se acercaba hacia ellos retorciéndose.
—¿Qué? ¿Fagin? —susurró Jacob, aunque no servía de nada dados los sistemas auditivos del kantén—. ¡No puede hablar en serio! ¡Sólo ha participado en dos inmersiones!
—Sí —murmuró Donaldson—. Pero con todas esas ramas… Preferiría buscar contrabando entre las ropas de Bubbacub que ahí dentro.
A Jacob le pareció captar por un instante cierto tono humorístico en la voz del ingeniero jefe. Miró a su compañero, pero el hombre puso cara de póquer. Eso era en sí mismo un pequeño milagro. Sería demasiado si el hombre estuviera haciendo un chiste.
Los dos se levantaron para saludar a Fagin. El kantén silbó una alegre respuesta, sin mostrar ningún signo de que hubiera oído nada.
—La comandante Helene deSilva ha expresado la opinión de que las condiciones climatológicas solares son sorprendentemente tranquilas. Dijo que esto será de gran valor para resolver problemas solonómicos no relacionados con los Espectros Solares. Las mediciones implicadas requerirán poco tiempo. Mucho menos del que nosotros ahorraremos con estas excelentes condiciones.
»En otras palabras, amigos míos, tienen ustedes unos veinte minutos para prepararse.
Donaldson silbó. Pidió ayuda a Jacob y los dos hombres se pusieron a trabajar en el láser, colocándolo en su sitio y comprobando las cintas de proyección.
A unos pocos metros de distancia, la doctora Martine rebuscó en su bolsa pequeñas piezas de instrumentos. Tenía ya puesto el casco psi y a Jacob le pareció oír una imprecación en voz baja.
—¡Maldita sea! ¡Esta vez vas a tener que hablar conmigo!
22. DELEGACIÓN
—«¿Cuál es el propósito de estas criaturas de luz?», se pregunta el reportero. Pero sería mejor preguntar: «¿Qué propósito tiene el hombre?» Nuestro trabajo es alzarnos sobre nuestras metafóricas rodillas, ignorando el dolor con la barbilla levantada con orgullo infantil, diciendo a todo el universo: «¡Mírenme! ¡Soy el hombre! ¡Me arrastro donde otros caminan! ¿Pero no es estupendo que pueda arrastrarme a cualquier parte?».
»La capacidad de adaptación, sostienen los neolíticos, es la "especialización" del hombre. No puede correr tan rápido como el guepardo, pero al menos puede correr. No puede nadar tan bien como una nutria, pero sabe nadar. Sus ojos no son tan agudos como los de un halcón ni puede almacenar comida en sus carrillos. Por eso debe entrenar sus ojos y crear instrumentos a partir de fragmentos y trozos de la tierra torturada: no sólo para permitirle ver, sino para vencer al felino y a la nutria. Puede atravesar un desierto ártico, cruzar a nado un río tropical, subir a un árbol y, al final de su viaje, construir un hermoso hotel. Allí se aseará y alardeará de sus logros mientras cena con sus amigos.