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Los dos amigos pensaban cada uno en sus propios problemas. No habían querido encender la luz, como si la oscuridad que iba cayendo lentamente atenuase su amargura.

Me iré mañana — dijo al fin Shatrov —. No puedo perder más tiempo. La negativa ha sido irrevocable… Había pocas probabilidades de conseguirlo… Ya se preocuparán nuestros descendientes de aclarar este asunto, cuando esas malditas fronteras no existan.

Davydov, sin contestar, miró por la ventana donde, sobre los techos de la casa cercana, brillaban tímidamente las pequeñas y pálidas estrellas en el cielo de la ciudad.

— Es triste quedarse a la puerta de un gran descubrimiento, como un mendigo y no tener la posibilidad de entrar — continuó Shatrov —. Ya no volveré a tener paz hasta que muera…

Davydov agitó de improviso por encima de su cabeza los punes cerrados.

— ¡No podemos renunciar! ¡Nos ayudarán! ¡Al diablo el Kam! A fin de cuentas, ¿qué seguridad tenemos de volver a encontrar las huellas de «ellos» en el lugar donde se han conservado los restos de los dinosaurios muertos? Ninguna. Si, por alguna razón, «ellos» vinieron a la Tierra, no tenían por qué haberse quedado siempre en el mismo sitio. ¿Por qué no buscarlos entre los sedimentos del período Cretáceo, aquí mismo? Podría afirmar, sin más, que si tales restos existen, sólo podrán encontrarse en las regiones donde surjan sistemas montañosos elevados y de reciente formación. El descubrimiento se ha reducido al Kam. ¿Por qué? Porque sólo donde la corteza terrestre se halla fracturada en numerosos fragmentos pequeños, de los que unos se hayan elevado y otros humedecido, puede darse el caso que incluso los modestos sedimentos escapen a la acción de las inevitables inundaciones y erosiones. Si una pequeña depresión cualquiera se hundió en el periodo Cretáceo y quedó luego encerrada entre las montañas, gracias a la continua sedimentación podría salvarse lo que en otras localidades, en una llanura, por ejemplo, sería barrido y destruido por la acción de los agentes naturales. Tenemos puntos que responden a tales requisitos en las montañas del Kazachstan, de los Kirghises, del Uzbekistán, casi en toda Asia Central. Estas montañas se remontan exactamente a la gran época de formación alpina, que tuvo su inicio al final del periodo Cretáceo. Tenemos donde buscar, con la condición de saber hacerlo, de otra forma…

— ¡Caramba! No le comprendo, Ilya Andreevich — le interrumpió Shatrov.

— ¿No cree que lo único seguro sea a quién buscar?

— Bueno, no tanto. Hay que descubrir el aspecto de estos extraterrestres, quizá eran una especie de protoplasma incapaz de conservarse… Esto en primer lugar. En segundo, ¿qué hacían aquí? La contestación a la primera pregunta nos dirá la clase de restos que podríamos encontrar excavando, la segunda nos indicará dónde Podremos encontrarlos con más facilidad, si tales restos existen efectivamente. ¿En qué punto de nuestro planeta se han estacionado? Desde este punto de vista, nuestra empresa parece desesperada… ¡Pero esto no significa que tengamos que renunciar a ella! Vamos a dividirnos el trabajo como en los viejos tiempos, cuando escribíamos juntos. Usted se ocupará del primer problema, la parte biológica. Yo me encargaré del segundo, la parte geológica, la dirección y el desarrollo de las investigaciones. Tengo algunas ideas, porque ya me ocupé en una ocasión de los grandes yacimientos de dinosaurios del Asia central.

— ¡Vaya trabajo fácil! — exclamó Shatrov —. ¡Nada menos que establecer las formas de vida que puedan existir en otros mundos! En este campo nadie podría decir nunca nada exacto…

— ¡Vamos, intelectual de pacotilla! — estalló Davydov —. El trabajo es difícil porque no existen datos y hay que proceder sólo con el razonamiento. Pero cada esperanza nuestra reposa precisamente en la fuerza del cerebro. Hay que romperse la cabeza y si usted no consigue descubrir nada válido, ¿quién de entre nosotros podría conseguirlo? Veamos; ante todo, las formas de vida fantásticas, los seres metálicos o de piedra, se los dejaremos a los novelistas, no nos conciernen. Recuerde la energética de la vida: la vida no se ha formado por casualidad, sino que se basa en leyes bien precisas. A mi entender, el principio fundamental es éste y hay que partir de él para desarrollar un método científico hasta el final. La estructura de los seres vivos no es una obra del azar. Primero, la unidad de la materia que compone el universo ha sido demostrada: la materia esta compuesta en todas partes por los noventa y dos elementos fundamentales, al igual que en nuestra Tierra. Se ha demostrado la existencia de iguales leyes químicas y físicas en todo el espacio. Y si es así — Davydov dio un puñetazo sobre la mesa —, la sustancia viviente, compuesta por las moléculas más complejas, debe tener como base el carbono, el elemento capaz de producir compuestos complejos. Segundo, la base de la vida es el aprovechamiento de la energía solar, el disfrute de las más difusas reacciones químicas del oxígeno, ¿no es verdad?

— Sí — admitió Shatrov —, pero…

— Un momento. Cuanto más compleja sea la estructura de la molécula, tanto más fácilmente esta se descompone en presencia de un aumento de temperatura. La materia de las estrellas incandescentes no contiene, en general, compuestos químicos. En las estrellas menos calientes como, por ejemplo, en los espectros de las estrellas rojas, en las manchas solares, sólo descubrimos los compuestos químicos más simples. Se puede afirmar por tanto que la vida, en cualquier forma, aún en las formas más desacostumbradas, puede existir sólo en presencia de una temperatura relativamente baja. Pero no demasiado, porque de otra forma el movimiento de las moléculas se hace demasiado lento, cesan de producirse las reacciones químicas y la energía necesaria para la vida. En consecuencia, se puede afirmar, sin más, que los organismos vivos pueden existir dentro de límites de temperatura bastante restringidos. No quiero aburrirle con largos razonamientos: comprenderá fácilmente que estos límites de temperatura se pueden definir con mayor precisión aún, como los mismos limites dentro de los cuales el agua se encuentra en estado líquido. El agua es el elemento de las principales soluciones, por medio de las cuales se ejerce la actividad vital del organismo.

— Para formarse y desarrollarse gradualmente, la vida necesita un largo período de evolución. En consecuencia, las condiciones necesarias para la vida deben ser estables, prolongadas en el tiempo, comprendidas entre estrechos límites de temperatura, presión, radiaciones y todo lo que entendemos como condiciones físicas sobre la superficie de la Tierra.

— Pero el pensamiento sólo puede producirse en un organismo muy complejo, con energía elevada, un organismo en cierto modo independiente del ambiente que le rodea. Esto significa que la aparición de seres racionales se rige por límites aún más restringidos, por decirlo así, un estrecho corredor a través del tiempo y del espacio.

— Tomemos, por ejemplo, las plantas con sus síntesis del carbono por medio de la luz. Es una energética de orden inferior a la de los animales que queman oxígeno. Por eso, aunque alcancen dimensiones colosales las plantas, están obligadas a la inmovilidad. Las grandes plantas no pueden estar dotadas con un movimiento ágil y rápido como los animales, no son su propia máquina, dicho en términos vulgares.

— Por lo tanto, la vida, en la forma general y en las condiciones en que existe sobre la Tierra, no es obra de la casualidad, sino que se debe a leyes precisas. Sólo una vida de esta clase puede recorrer el largo camino del perfeccionamiento histórico, de la evolución.

— Exacto, Ilya Andreevich. Le prometo que reflexionaré sobre el problema y que le haré saber todo cuanto se me ocurra…