4 de marzo.
Nada que referir. Me he pasado todo el día sentado junto a lo que esperaba que fuese un camino principal, pero no vi nada a excepción de un extraño animal que guardaba cierto parecido con los roedores. No pude cazarlo. Sigo sin encontrarme bien.››
5 de marzo.
No puedo seguir así. Es preciso que haga excursiones mas lejos, pero dudo que tenga fuerzas para trasladar el campamento o construir otro. Me alejare unos tres o cuatro días y me llevaré comida. He intentado explicárselo a Shara pero no estoy seguro de que lo haya comprendido. No he visto nada digno de ser reseñado.
8 de marzo.
(Ya no se que día es, estoy perdiendo la noción del tiempo.) He pasado noches enteras en lugares marcados en el mapa (cuadrante 4, sector 2F). Recorrí largos trechos pero apenas vi nada. Sigo mareado. Me temo que padezco deshidratación. O tal vez falta de oxigeno. No estoy seguro de que este dando los pasos que hay que dar.
I4 de marzo.
He regresado tras una larga exploración.
No he visto nada digno de ser anotado. Mucho me temo que necesito tiempo para recuperarme.
I5 de marzo.
Me quedé en el campamento. Tenía fiebre.
I9 de marzo (aproximadamente).
Me encuentro un poco mejor. Pude sentarme y beber caldo. Sharafidin ha estado magnifico. Le debo la vida. Espero recobrar las fuerzas.›
No había anotaciones correspondientes a los días siguientes.
De vez en cuando había garabateado notas en las que decía que había visto cosas extrañas y hablaba de sus ataques de pánico. A continuación venían largos párrafos en los que divagaba, súbitos saltos ilógicos, y hasta incoherencias. A menudo la letra era casi indescifrable. A veces Matt tenia la sensación de que estaba leyendo los escritos de un demente.
Mas adelante Kellicut, al parecer, había descubierto algo esenciaclass="underline" una especie de puente, aunque no quedaba claro si se trataba de un puente natural o de una construcción hecha por un ser inteligente. Se refería a el con las palabras ‹‹el eslabón››. No decía donde estaba emplazado, ni siquiera guiándose por el mapa desaparecido. Daba la impresión de que había perdido el equilibrio interno hasta el punto que había olvidado que escribía para otros. Ahora hacia anotaciones tan solo para el y su diario era la crónica de un declive mental y de un ego todavía fuerte que manchaba las paginas cual sangre derramada. Hablaba otra vez de fiebre. Tenia delirios y se imaginaba el mejor explorador de la historia, era un Balboa observando el océano Pacifico, un Galileo mirando por el telescopio. El era mas grande que todos ellos.
Ya no constaba fecha alguna, había perdido la noción del tiempo por completo y Kellicut hablaba de el en tercera persona. Su conciencia fluía de manera incontenida y críptica.
Matt leía en voz alta un revoltijo confuso de palabras y de vez en cuando algunas descripciones provocadoras. ¿Pero que significado cabía darles? Paso unas paginas y leyó las ultimas. Le llamo la atención un párrafo que había en el centro de una pagina.
… un murmullo en la grieta, la oscuridad y el viento… ¿donde esta Cerebus? Entra por el largo túnel con los codos arañados y le brota sangre: una señal que permitiera emprender el camino de regreso, si es que va a haber un camino de regreso… Ia oscuridad y mas oscuridad y repentinamente una luz cegadora… Conozco su secreto y su poder: suficiente para derrotar a la muerte, la verdadera vida del mas allá, eterna…
Saben que yo se, saben que los observó. Y ellos me observan sin mirarme… extraordinario… el valle de la vida, un mundo entero, un universo, criaturas desnudas y peludas de Dios.
Fardos envueltos en lo alto de los árboles, capullos de mariposas nocturnas gigantes y los huesos esparcidos abajo… oh, que cementerio, y los ojos, los ojos están fijos en ti.
Seguía una pagina en blanco y a continuación la ultima anotación. El tono era tranquilo, racional.
Campamento base. 7 de abril.
Vuelvo con ellos. Voy a darme a conocer, a presentarme.
Este era el texto completo. Las paginas siguientes estaban en blanco.
Matt cerró el diario despacio. Lo que había leído le confirmaba sus temores y su cuerpo se inundo de adrenalina. ¿Era excitación o era miedo? No lo sabia, sus sentimientos eran confusos. ¡Así que después de todo existían! Eso, o bien Kellicut se había vuelto loco de remate. Matt pensó en el mundo exterior: que penetrante, que poderoso era. Y cuantas personas había. Estaban por todas partes. La realidad era eso. Todo, las ciudades, los aeropuertos, la televisión, los coches, los ordenadores. ¿Como podía seguir existiendo aquel anacronismo, aquella agua estancada? El escepticismo, cual un torrente, iba rompiendo diques en su interior. Pero al contemplar el fuego y los rostros de sus compañeros alrededor de la lumbre, al percibir el paisaje yermo y desierto del Pamir, y al sentir el diario en sus maños, le invadió una certeza que contuvo su incredulidad desbordada. Inexplicablemente, sin saber de donde procedía, sufrió una punzada de paranoia: ¿y si todo aquello fuera un engaño que alguien había montado cuidando todos los detalles?
Se quedaron todos callados. Susan se llevo la mano a la frente. El pechó se le hinchaba, como si respirara con dificultad. Aquella exhibición de emociones resultaba casi teatral.
Matt volvió a abrir el cuaderno. No había ningún mapa en ninguna parte. Se quedó mirando fijamente la ultima pagina en blanco, como si contuviera encerrado algún secreto; después paso la pagina y miro la fecha de la ultima anotación. Había sido escrita hacia dos meses. En todo aquel tiempo no había vuelto. ¿Que probabilidades hay de que este todavía vivo? ¿Y si lo han descuartizado? ¿Y si esta muerto en el fondo de un barranco? ¿Y si se ha desplomado junto a unas rocas a causa del frío y del hambre? Las posibilidades de que haya sobrevivido son remotas, pensó Matt.
– Esta claro que algo ocurrió, que vio algo -dijo al fin.
– O que algo lo vio a el -agrego Susan-. No he entendido lo de los ojos.
– ¿Y que era eso del cementerio? -preguntó Rudy.
– Es evidente que esta a punto de volverse loco -observó Matt-. Ha estado días sin comer, completamente solo. Tiene fiebre. Quizá le afecta a la cabeza. Tal vez padece alucinaciones.
Le sorprendió oírse a si mismo hablando en presente. No parecía muy apropiado.
– No sufría alucinaciones -dijo Van, que al fin se decidió a hablar-. Sabia lo que estaba diciendo.
Que extraño, parece que todos escojamos las palabras con extrema delicadeza, pensó Susan, como si andáramos de puntillas sobre cáscaras de huevos.
– ¿Como lo sabes? -le preguntó Susan desafiándole.
– Es obvio -respondió Van en un tono de condescendencia tan exagerado y espontáneo que resulto casi inofensivo-. No sabemos como, pero llego hasta ellos. Los busco y los encontró. Todo esta ahí; habla de una especie de pasillo, incluso de un cementerio. ¿De donde creen ustedes que procede el cráneo que les envió?
– Y los ojos… ¿que significa todo eso? -insistió Susan.
Van se encogió de hombros.
– El problema es que no hay ningún mapa-dijo Matt-. Menciona uno, hasta da coordenadas, pero ha desaparecido.
¿Sin el, como podremos seguirle el rastro? No tenemos ni idea de adonde fue, lo único que sabemos es que subió.
– Aunque contáramos con el mapa-comento Susan-, hay que tener en cuenta que no dice donde esta localizado el…pasaje, grieta o lo que sea. ¿Por que no lo describe?