Meneo la cabeza.
– Es exasperante -concluyo Matt-. ¿Por que insiste en ser tan endiabladamente enigmático? Es típico de el; siempre tuvo una vena perversa.
Susan se quedó un rato sin decir nada. Cuando por fin habló, lo hizo pausadamente, como si pensara en voz alta.
– Así pues, al parecer si los ha visto, o al menos los estuvo observando antes de hallar el cráneo. En este caso, disponía de pruebas mucho mas concretas. Sabia que existían, no eran meras especulaciones. ¿A que viene, entonces, tanto misterio? ¿Por que envió el cráneo sin ninguna carta?
¿Por que no nos comunicó su gran descubrimiento? El no hacerlo entrañaba un enorme riesgo. ¿Y si no se hubiese puesto en contacto con nosotros? ¿Y si nosotros no hubiésemos venido? No podía arriesgarlo todo de ese modo, es algo demasiado importante. Para el y para la ciencia. Nadie, y sobre todo nadie tan ególatra como el, mantendría de buena gana una cosa así en secreto.
Uno a uno le dirigieron una mirada a Van, que contemplaba abstraído el fuego. Luego se movió y se enjugo la cara con la manga. Habló impasible, sin sentir ningún remordimiento.
– Había una nota muy breve.
Se quedó de nuevo en silencio.
– Sigue -dijo Matt, bullendo de rabia pero conteniéndose.
– En realidad no decía gran cosa.
– Sigue -repitió Matt con firmeza.
– Llego con el paquete. Al parecer era una pagina del diario, porque era la misma clase de papel.
Matt abrió el cuaderno. Al final había una pagina arrancada.
– ¿Que mas?
– Iba dirigida a ustedes dos. Contenía una descripción muy corta, o al menos eso parecía. Era tan delirante como lo que hemos oído. Cabía deducir que los había encontrado y que iba a volver para observarlos de nuevo.
– sigue.
– No sabíamos con certeza como interpretar lo que decía.
No hablaba de ‹‹presentarse››, sea cual sea el significado de esta palabra. Supongo que no hablaría así en una carta. Suena un poco melodramático.
– Sigue.
– No hay mucho mas que decir. Por supuesto mandamos que la analizaran de arriba abajo: la tinta, el papel, todo.
Quisimos también la opinión de los siquiatras.
– ¿Y a que conclusión llegaron?
– No hubo sorpresas. Era autentica.
– ¡No hubo sorpresas! -Le espeto Matt-. ¿Informaba de la existencia de otro homínido en el planeta y dices que no hubo sorpresas?
– Mire, doctor, yo nunca he sido tan escéptico como usted -respondió Van en un tono despectivo de niño pequeño.
Matt sintió deseos de estrangularlo.
– ¿Decía algo mas? ¿Algo que no este en el diario? -lo presionó Susan.
– Que yo recuerde, no.
– ¿Había un mapa?
– Por Dios, claro que no. Si tuviera un mapa, no los necesitaría a ustedes para nada.
– ¿Notas de trabajo?
– No.
– ¿Nada?
– No contenía mas información. Sigue siendo imposible decir que vio. Ni siquiera podemos asegurar que viera algo, puede que solo padeciera alucinaciones provocadas por la fiebre… Io que si podemos asegurar, por supuesto, es que tropezó con un cementerio, o algo por el estilo. Al final decía que debíamos darnos prisa. ‹‹Por el amor de Dios, venid lo mas rápido que podáis.›› Creo que estas eran las palabras exactas.
Matt y Susan intercambiaron una mirada en el fulgor de la lumbre. Eso concordaba con lo que había dicho Sharafidin sobre la nota que había mandado.
– Muy bien -dijo Matt en un tono de voz amenazador-. Ahora vas a decirnos exactamente por que lo habéis mantenido en secreto.
Van suspiro.
– Para ser sinceros, no pensamos que ustedes lo creyeran.
– ¿Ah no?
– Pero vosotros si lo creísteis -dijo Susan.
– Bueno, si, pero es que yo hace años que lo creo. -Van soltó una risita, que sonó mas bien como un bufido de indignación-. Otra cosa. No estoy seguro de que a el le hubiera gustado que yo viniera. ¿Nunca confió en nosotros, comprenden?
– ¡No fastidies! Eso si que no lo comprendo -exclamo Matt.
Van no le hizo caso.
– Nunca supo muy bien cuales eran nuestros objetivos.
– Has dicho que nos escribió a nosotros -observó Susan-. ¿Hacia algún comentario concreto sobre vosotros?
– Si.
– ¿Y que es lo que decía?
– Decía: No os fiéis de ellos. Venid solos si podéis.
– Es un comentario muy concreto -manifestó Matt.
Se quedaron en silencio. Matt seguía airado, pero Van había recobrado la compostura y hasta sonreía de forma extraña, como un niño al que hubiesen pillado in fraganti.
Susan se inclino hacia Van.
– Dime, ¿cuales son vuestros objetivos exactamente?
¿Quienes sois?
– Somos exactamente lo mismo que ustedes -respondió Van-. Somos exploradores científicos, mas o menos.
La niebla era cada vez mas espesa y se estaba haciendo tarde, pero estaban demasiado excitados para dormir.
– Necesitamos a Sharafidin-dijo Matt de pronto.
Miraron a su alrededor, pero no vieron al chico. Se alejaron del campamento y al poco lo hallaron solo, envuelto en su manta de lana. Puede que la discusión lo haya puesto nervioso, pensó Susan.
– Pregúntale si vio algún mapa cuando estuvo con Kellicut-le pidió Matt a Rudy.
Rudy tradujo la pregunta. El chico se acurrucó, temblando un poco, y habló despacio.
Rudy se volvió hacia los demás.
– Dice que había uno pero que el maestro siempre lo llevaba consigo.
– ¿Donde lo puso al marcharse?
– Se lo llevaba.
– Pregúntale si el maestro enterraba siempre el cuaderno antes de irse.
– Dice que nunca vio que lo enterrara.
– Es coherente-comento Matt-. Lo enterró cuando se fue por ultima vez, porque debió de imaginar que quizá no volvería. Y es evidente que sentía otro temor: que alguien o algo viniera al campamento antes de que llegáramos nosotros.
Van resopló.
– Parece que tenia fundadas razones para temerlo.
Cuando el fuego estaba apagándose, Matt se despertó -no dormía profundamente-y vio que Susan también estaba despierta; sentada, cogiéndose las rodillas con los brazos, contemplaba abstraída las diminutas llamas.
Matt se levantó, echó unas cuantas ramas en el fuego y se sentó a su lado. Susan le sonrió casi con tristeza.
– ¿No puedes dormir?
Hizo un gesto negativo con la cabeza.
– ¿Te ha afectado el diario?
– El diario, Kellicut, el hecho de que pueden existir, todo.
– Callo un momento-. Y tu.
– ¿En este orden?
Volvió a esbozar una leve sonrisa.
– Matt -dijo solemnemente-, ¿te das cuenta de que podemos estar a punto de realizar el descubrimiento mas extraordinario del mundo? Los agujeros negros, el espacio exterior, el telescopio Hubble son grandes pasos que nos llevan al conocimiento del mundo exterior. Pero este nos acerca al mundo interior. Es como el ADN, porque tiene que ver con el origen de nuestra especie. ¿Quien lo hubiese imaginado? Todas nuestras teorías pueden venirse abajo, y esto me satisface porque dará lugar a la verdad.
Matt se inclino sobre ella y le cogió la mano. Ella no se lo impidió; al cabo de un rato le apretó la de el y la retiro.
– Voy a acostarme-dijo.
Se desnudo y se metió en el saco de dormir.
A Matt le costo dormirse. Oía la respiración de los demás y a lo lejos, en la oscuridad, unos ruidos. Finalmente se quedó adormilado; sonaba y volvía a despertarse. Vio una extraña figura corpulenta que daba vueltas por el campamento. Se metía furtivamente en la despensa y se inclinaba para coger unos trocitos de carne que estaban colocados en el centro. Revolvía en sus mochilas y los miraba atentamente.
En un par de ocasiones estuvo a punto de recobrar la conciencia. La niebla envolvía las ascuas hasta que finalmente el fuego se apago del todo. La oscuridad era total.