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Podría haberle dicho cualquier cosa. Y ese simple hecho podía cambiarlo todo.

Hardwick lo estaba observando.

– ¿Estás bien?

Gurney asintió con la cabeza ligeramente, como si cualquier movimiento mayor pudiera interrumpir el hilo de sus pensamientos.

«Podría haber dicho cualquier cosa. En realidad no había manera de saber lo que dijo, porque las voces reales no podían escucharse. Entonces, ¿qué podría haber dicho? Supongamos que lo que dijo fue: “No importa lo que pase, no digas ni una palabra”. Supongamos que lo que dijo fue: “No importa lo que pase, no abras la puerta”. Supongamos que lo que dijo fue: “Tengo una sorpresa para ti. Cierra bien los ojos”. ¡Dios mío!, supongamos que eso fue exactamente lo que dijo: “Será la mayor sorpresa de tu vida, no abras los ojos”.»

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Otra capa

– ¿ Qué demonios está pasando?-preguntó

Hardwick. Gurney negó con la cabeza, pues todavía no estaba listo para responder. Su mente le daba vueltas a todo aquello casi con una excitación animal que lo hizo levantarse. Empezó a pasear, primero despacio, por la alfombra antigua, delante del escritorio de Ashton. La gran lámpara de porcelana de la esquina arrojaba un círculo suave de luz cálida, iluminando el intrincado patrón en el fino tejido de la alfombra.

Si su teoría era cierta, cosa que era posible, ¿qué consecuencias tendría?

En la pantalla, se veía a Ashton de pie junto a una de las cortinas de color granate que cubrían porciones de las paredes de la capilla, paseando con aire benevolente su mirada entre las chicas.

– ¿Qué pasa?-preguntó Hardwick-. ¿En qué demonios estás pensando?

Gurney dejó de pasear un momento para bajar ligeramente el sonido del monitor y concentrarse mejor en su propia línea de pensamiento.

– ¿Ese comentario que has hecho hace un momento? ¿Que Ashton podría haber dicho cualquier cosa?

– Sí, ¿qué pasa?

– Podrías haber derrumbado una de las suposiciones clave que hemos estado haciendo sobre el asesinato de Jillian.

– ¿Qué suposición?

– La mayor de todas. La suposición de que sabíamos por qué fue a la cabaña.

– Bueno, sabemos por qué dijo que entró. En el vídeo le estaba diciendo a Ashton que quería convencer a Flores para que saliera a participar en el brindis de la boda. Y Ashton discutió con ella. Le dijo que no se preocupara por Flores. Pero ella entró en la cabaña de todos modos.

Los ojos de Gurney brillaron.

– Supongamos que esa conversación nunca se dio.

– Estaba en el vídeo. -Hardwick parecía tan molesto con la excitación de su amigo como confundido por lo que este estaba diciendo.

Gurney habló muy despacio, como si cada palabra fuera preciosa.

– Esa conversación no está, en realidad, en el vídeo de la recepción.

– Claro que sí.

– No. Lo que está grabado en el vídeo es una charla entre Scott Ashton y Jillian Perry en el césped, en la recepción, en el fondo de la escena, demasiado en el fondo para que la cámara grabara sus voces. La «conversación» que estás recordando (y que todos los que han visto el vídeo han estado recordando) es la descripción de la conversación que Scott Ashton les hizo a Burt Luntz y a su mujer después de que ocurriera. El hecho es que no tenemos forma de saber qué le dijo Jillian a él ni qué le contó él a Jillian. Y hasta ahora no hemos tenido ninguna razón para cuestionarlo. En realidad, lo único que tenemos es lo que Ashton afirma que se dijo. Y como has comentado hace un momento sobre su conversación inaudible con esa rubia en la capilla, podría haberle dicho cualquier cosa.

– Vale-dijo Hardwick, con incertidumbre-. Ashton podría haberle dicho cualquier cosa. Eso lo entiendo. Pero ¿qué crees que le dijo de verdad? ¿Cuál es el sentido de esto? ¿Por qué iba a mentir sobre la razón de Jillian para ir a la cabaña?

– Se me ocurre al menos una razón horrible. Me refiero, otra vez, a que no sabemos lo que pensamos que sabemos. Lo único que sabemos es que hablaron entre ellos y que ella entró en la cabaña.

Hardwick, impaciente, empezó a dar golpecitos en el reposabrazos labrado de la silla tipo trono.

– Eso no es todo lo que sabemos. Recuerdo que alguien fue a buscarla. Llamó a la puerta de la cabaña. ¿Una de las camareras? ¿Y no estaba ya muerta? Al menos no respondió a la puerta. No entiendo adónde demonios quieres ir a parar.

– Empecemos por el principio. Si observas las pruebas visuales reales y olvidas la interpretación que le hemos dado, la pregunta es: ¿hay algún otro relato creíble que sea coherente con lo que vemos que ocurre en pantalla?

– ¿Como cuál?

– En el vídeo parece que Jillian atrae la atención de Ashton y señala su reloj. Muy bien. Supongamos que él le hubiera pedido que lo avisara cuando fuera el momento del brindis nupcial. Y supongamos que cuando se acerca a ella, le dijo que tenía una gran sorpresa para ella y que quería que fuera a la cabaña, porque allí era donde iba a dársela, antes del brindis. Ella tenía que entrar en la cabaña, cerrar la puerta y quedarse completamente en silencio. No importaba quién fuera a la puerta, no tenía que abrir ni decir una sola palabra. Todo formaba parte de una sorpresa que ella entendería después.

Hardwick estaba absorto, prestando plena atención.

– Entonces, ¿estás diciendo que ella podría haber estado bien cuando la camarera llamó a la puerta?

– Y luego cuando Ashton abrió la puerta con su llave, supongamos que le dijo algo como: «Cierra bien los ojos. Será la mayor sorpresa de tu vida, no abras los ojos».

– Y luego…

Gurney hizo una pausa.

– ¿Recuerdas a Jason Strunk?

Hardwick frunció el ceño.

– ¿El asesino en serie? ¿Qué tiene que ver con esto?

– ¿Recuerdas cómo mataba a sus víctimas?

– Las descuartizaba y enviaba trozos a policías locales.

– Exacto. Pero en lo que estaba pensando es en el arma que usaba.

– Un hacha de carnicero, ¿no? Una herramienta japonesa, muy afilada.

– Y la llevaba en una sencilla funda de plástico debajo de la chaqueta.

– Así pues…, ¿qué estás diciendo? Oh, no ¡vamos! ¿No estarás diciendo que… Scott Ashton entró en la cabaña, le dijo a su nueva esposa que cerrara los ojos y le cortó la cabeza?

– Basándonos en las pruebas visuales, es tan posible como la historia que nos contaron.

– Dios, montones de cosas son posibles, pero…-Hardwick negó con la cabeza-. ¿Y luego? ¿Después de cortarle la cabeza a la novia, la deja limpiamente sobre la mesa, empieza a gritar, vuelve a guardarse el arma ensangrentada en su funda de plástico, sale tambaleándose de la cabaña y se derrumba?

Gurney continuó.

– Eso es. Esa última parte está grabada en el vídeo: Ashton gritando, tambaleándose, cayendo en los rosales. Todos vienen corriendo hacia él, todos miran en la cabaña y todos llegan a la conclusión obvia dadas las circunstancias. Exactamente la conclusión a la que Ashton quería que llegaran. Así que no había razón para que nadie lo registrara. Si llevaba un hacha de carnicero o un arma similar escondida en la chaqueta, nadie lo habría sabido nunca. Y en cuanto los perros encontraron el machete ensangrentado en el bosque, todo pareció perfectamente claro. El relato sobre Héctor Flores estaba grabado en piedra, solo a la espera de que Rodriguez estampara su sello de aprobación.

– El machete… con la sangre de Jillian…, pero ¿cómo?

– La sangre podría haberla sacado del test de nivel de litio de dos días antes. Ashton podría haber cancelado la cita habitual de la practicante y haberle sacado la muestra él mismo. O podría haberla conseguido de otra forma, haciendo algún cambio, como empezábamos a pensar que podría haber hecho Flores. Y podría haber dejado el machete por la mañana antes de la recepción. Podría haberlo manchado con sangre, haberlo llevado al alféizar de la ventana de atrás, dejar ese rastro de feromona sexual para que los perros lo siguieran y luego volver a entrar a través de la cabaña. En ese punto, antes de la fiesta, no habría ninguna cámara en funcionamiento, lo que explicaría por qué el machete fue desde la cabaña al lugar en el que se encontró sin que, en el vídeo, nadie pasara por delante de ese árbol.