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– Briony Morris no sabía nada sobre eso -le recordó Simon, irritado por tener que decirle a Charlie lo que ella ya sabía. ¿Era la única persona con un mecanismo mental capaz de garantizar un mínimo de continuidad lógica? -.Y ella es una curandera in eluso más alternativa.

– Ha trabajado con Alice casi un año -disparó de nuevo Charlie Y, francamente, señor, basta con encontrarse con esa mujer una sola vez para saber que es una excéntrica…

– Una excéntrica -repitió lentamente Proust.

– Loca, de poca confianza, lo que sea. El punto es que cualquiera que conozca a Alice Fancourt va a llegar a la misma conclusión que yo…

– Sargento Zailer, le recuerdo que todavía no ha llegado a ninguna conclusión -dijo Proust discretamente-. La investigación está en curso.

La atmósfera de la habitación se paralizó. El comportamiento normal de todo el mundo se había vuelto, por un instante, muy pausado.

– Por supuesto, señor. Solo quiero decir que, bueno, eso explicaría por qué Briony Morris estaría más preocupada por Florence. Porque cree que es más probable que Alice se la haya llevado y dado que es una loca inestable -¡incapaz de cuidar un pez de colores, y mucho menos un bebé!

Proust se volvió para enfrentarse.

– Ya veo. Así que estamos descartando la posibilidad de que Alice Fancourt haya sido secuestrada junto con su hija, por un tercero, ¿no? Sargento, estamos hablando de una mujer que se ha desvanecido en el medio de la noche sin llevar con ella ninguna de sus pertenencias. Ni siquiera un billete de 10 libras, ni siquiera un zapato. ¿Cómo explica esto sus conclusiones?

– Todos los miembros del equipo cogieron esa oportunidad para inspeccionar sus zapatos. Hora de ponerse a cubierto.

– ¡Ninguna respuesta! -bramó El Muñeco de Nieve-, No hubo ningún allanamiento, nadie oyó ningún ruido. Así que lo que me gustaría saber es esto: ¿Por qué no se presta más atención a David Fancourt como sospechoso? El principal sospechoso. ¿Por qué su nombre no está en ese tablero con un círculo alrededor y un gran número «Uno» al lado? Y por debajo de él, un número dos y el nombre Vivienne Fancourt. Es el procedimiento estándar, sentido común. Si no hay ningún allanamiento, primero buscas en la familia. No le debería tener que decir eso, sargento.

– Señor, cuando lo entrevisté, mi impresión fue que David Fancourt está auténticamente desconcertado… -comenzó Charlie nerviosamente.

– ¡No me importa cuán desconcertado está! Este es un hombre cuya primera mujer fue asesinada, cuya segunda mujer lo acusó la semana pasada de mentir sobre la identidad de su bebé y que esta semana ella desaparece con ese bebé. Son tantas las circunstancias sospechosas que rodean a Fancourt, que sería una negligencia suprema no investigarlo desde todos los ángulos.

Simon levantó la mirada, sorprendido. El viernes había dicho lo mismo y Proust se había puesto verde. Según parecía, otro cuya secuencia mental se había averiado.

¡Qué descaro el suyo!, plagiar ideas sin mencionar de donde las había sacado. Puñeteras gracias.

– Sí, señor -dijo Charlie.

– ¡Así que póngase a ello!

– Sí, señor. Lo haré.

– Señor -Simon despejó su garganta-, me preguntaba, a la luz de lo que acaba de decir…

A la luz de que haya robado mi teoría y la haya hecho pasar como propia, engreído cabrón pelado…

– ¿Qué?

– ¿No deberíamos revisar el caso de Laura Cryer otra vez? Ya sabe, repasar los archivos, las declaraciones, entrevistar a Darryl Beer…

– ¡No me lo puedo creer! -murmuró Charlie. Sus ojos brillaron de indignación-. Beer confesó. David Fancourt estaba en el maldito Londres la noche en que su mujer fue asesinada. Señor, piense en eso. Fancourt dejó a Cryer. -Hojeó su libreta en busca de hechos para respaldar su argumento-. «Ella era demasiado controladora», dijo él. Quería tomar todas las decisiones sobre el bebé incluso antes de que naciera, no iba a dejar a Fancourt opinar sobre el nombre o cualquier otra cosa. Era mandona y dominante, intentaba ahogarlo completamente, por lo que parece. El esperó todo lo que pudo, principalmente porque se avergonzaba de separarse tan pronto después del matrimonio, pero al final no aguantó más. Estaba completamente harto de Cryer en el momento en que se separaron. La encontraba, y cito, «físicamente repelente y pesada», pero no la odiaba. Solo estaba aliviado por haberse librado de ella. Dudo que sintiera suficiente pasión como para apuñalarla con un cuchillo de cocina. Había encontrado una nueva mujer, Alice, con la cual era feliz. Finalmente las cosas le estaban yendo bien. No le tenía que pagar manutención a Cryer. Ganaba un montón, mucho más que él. ¿Por qué la iba a matar?

– ¿Así que Darryl Beer estaba enamorado de Cryer? -preguntó Simon- Como afirmas que él la apuñaló.

– Eso es diferente y tú lo sabes bien, coño -estalló Charlie.

– El hijo de Fancourt fue a vivir con él después de que Cryer murió. -Proust arrugó su nariz, como si estuviera aburrido o harto por los detalles precisos-. Tengo entendido que su madre estaba contenta de actuar como una Mary Poppins no remunerada, y Fancourt era libre para pavonearse con su nueva amiga. El mejor de los dos mundos. Me parece un móvil válido.

Charlie sacudió su cabeza.

– Usted no lo ha conocido, señor. Todo lo que Fancourt deseaba, después de haberse separado de Laura, era comenzar de nuevo. No se habría expuesto a la prisión para acabar con Laura. Alice Fancourt, por otra parte… Me la imagino tomando un riesgo desquiciado como ese.

– Se la imagina -Proust miró detenidamente a Charlie-. Si yo quisiera trabajar con John Lennon, contrataría a un clarividente.

– Señor, si sólo pudiera… -insistía Simon.

El Muñeco de Nieve había solicitado los resultados de su proceso mental, así que ahora podía escuchar algunos de ellos, joder.

– Ayer eché un vistazo a los archivos de Laura Cryer.

– Ya veo. Así que me está pidiendo permiso para algo que ya ha hecho. -Sin embargo, Proust parecía interesado. La pesada atmósfera se había diluido; todo el mundo lo sintió.

– He advertido algunas cosas que no encajaban demasiado. No había cortes en los brazos o las manos de Cryer. Si Beer intentó coger su bolso y ella luchó por él, entonces habríamos encontrado cortes.

Charlie miraba como si se hubiera convertido en piedra.

– No necesariamente -dijo Chris Gibbs-, Es fácil de imaginar que un Beer asustado clava el cuchillo en su pecho. Como sabemos que hizo.

– En cuyo caso Cryer habría dejado de luchar demasiado pronto después de haber recibido ese golpe fatal. ¿Entonces por qué había tanto pelo y piel de Beer en el cuerpo de ella? No se encontraron fragmentos de epidermis de ningún desconocido bajo sus uñas, nada en absoluto.

– Por supuesto que no había nada -dijo Charlie-. Tenía ambas manos sujetas al bolso, para impedir que lo cogiera. En cuanto al pelo y la piel en su cuerpo, probablemente Beer se arrodilló y se inclinó sobre ella después de muerta. Quizás examinó sus bolsillos, en caso de que hubiera otros objetos de valor.

– Entonces, ¿por qué cortó la correa del bolso con su cuchillo? -dijo Simon, que ya se había planteado ese argumento-. Fue cortada en ambos extremos. Eso demoraría un tiempo tratándose de un bolso de cuero de buena calidad. Si Cryer estaba tendida en el suelo desangrándose después de una puñalada asesina, Beer podía haberse llevado todo el bolso.

– Quizás tenía la correa cruzando su pecho -sugirió Sellers-. Muchas mujeres usan sus bolsos así. Cuando cayó al suelo, podía haber quedado atrapado bajo su cuerpo. Si Beer no traía guantes, no habría querido tocar el cuerpo para moverlo, ¿no?