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Atrapado en esta marana peligrosa, el investigador aficionado demostrara ser digno de codearse con los mejores detectives profesionales.

No pidas sardina fuera de temporada

Finalista del Premio Joaquim Ruyra de 1986. Es fruto de la colaboracion entre un psicologo -Andreu Martin- que ha destacado como autor de novelas policiacas, y un periodista -Jaume Ribera- que escribe guiones de comics y cuentos de humor y terror publicados en diversas revistas.

Dentro de la atmosfera turbulenta de un suburbio barcelones en el que abundan las pandillas de marginados y delincuentes juveniles, un adolescente aficionado a la investigacion privada, se ve envuelto en un extrano caso. Sin embargo su punto inicial es bastante simple: un alumno que repite su tercer ano y que, de improviso, aprueba con gran brillantez todos los examenes. Pero cuando el joven detective empieza a husmear, surgen las sorpresas: peleas, chantajes, persecuciones…

1

Se precisa despacho economico

Pili, mi querida hermanita y secretaria, asomo por entre el monton de cajas de cerveza en el preciso instante en que Jorge Castell empezaba a subirse por las paredes.

– ?Quinientas pelas? -se quejaba-. ?Me estas diciendo que tengo que pagar quinientas pelas solo por leer estos papelotes? ?Pero si antes cobrabas doscientas…!

– La inflacion -explique, manteniendo la calma-. Exceso de demanda. Hay mucha gente interesada en saber cosas de Clara. Ademas, cuando has venido ya sabias que los precios habian subido.

– ?Pero si no pretendo hablar con ella! ?Si solo quiero leer los papeles…!

– M-mh -hice, aproximadamente. Y mire a Pili, que esperaba cargada de paciencia.

– La Maria Gual -anuncio.

Puse cara de desastre. Lo que faltaba.

– Que espere -dije.

– No tardes mucho. Ya sabes como es -contesto ella, antes de cerrar la puerta.

En el inciso, Jorge Castell habia tenido una revelacion:

– ?…Y si voy a ver a Clara y le hablo de la existencia de este informe? -sugirio amenazante.

– ?Y si yo voy a ver a los de primero de BUP y les digo quien fue el chivato que le dio al Chepas los nombres de los que atascaron los wateres la semana pasada? -sugeri yo.

Cambio de tactica. Probo a hacerse la victima.

– Escucha, Flanagan, a mi me dan trescientas pelas cada semana… Me estas pidiendo casi lo de dos semanas… Y tu no tienes mas que estar sentado ahi y parar la mano…

– ?Para el carro, tio! -le corte, un poco harto ya, quitando los pies de encima de la mesa- Si ahora estoy aqui sentado y paro la mano es porque antes estuve gastando suelas y haciendo el ridiculo dias y dias para redactar este informe. ?Ni te imaginas la de peripecias que tuve que pasar para averiguar la talla del sujetador de Clara!

A Jorge Castell se le pusieron los ojos como platos.

– ?El informe habla de la talla del sujetador que usa Clara? -pregunto, alucinado.

– Y de su marca preferida. Si -sonrei tentador, vendiendo mi producto-. Y de muchas cosas mas…

– ?Y a mi que me importa cual sea su marca preferida de sujetador? ?Que saco con enterarme?

– ?Saber como desabrocharlo llegado el momento, atontado!

Jorge Castell se puso rojisimo. Su cara se convirtio en una caldera a punto de reventar. De un momento a otro se le saltarian los ojos y por los agujeros saldrian chorros de vapor que nos nublarian el despacho.

– Pero…, pero si yo… solo quiero… Si no quiero ni hablar con ella, solo pretendo… Habia pensado que…

– Quinientas pelas -dije, implacable.

– ?De que mas habla, aparte del sujetador…?

– Quinientas pelas.

Refunfuno un poco y, con un suspiro de resignacion, de persona que se deja timar para evitar discusiones, deposito un billete azul sobre la mesa. Lo escamotee habilmente y saque de un cajon el expediente Clara Longo Pella. Antes de pasarselo, le di las ultimas instrucciones:

– Esta terminantemente prohibido tomar notas. Tienes un cuarto de hora. Ni un minuto mas…

Jorge Castell se abalanzo sobre el informe sediento de emociones fuertes. Alli encontraria todo lo que se podia (y lo que no se podia) saber sobre Clara, la chica mas esplendida del colegio. Alli encontraria una relacion de sus horarios y actividades, las horas de entrada y salida de su casa, las aficiones de fin de semana, los ratos de ocio que le quedaban, la direccion del terreno que su padre tenia en una urbanizacion de la costa, la profesion de su padre, el humor de su padre, las preferencias de su padre y sus propias preferencias en materia de musica (iba de heavy, la nena: AC/DC, Iron Maiden, Scorpions), cine (Mad Max, Conan el Barbaro, Aliens), actores (Mickey Rourke), colores (el negro), bebida (el schweppes con una gota de alcohol), comida (hamburguesas), la lista de los pretendientes que la habian rondado desde principios de curso, una minuciosa biografia y un sinfin de datos muy utiles para quien pretendiera ligar con ella. Como la talla del sujetador, por ejemplo.

Yo pase al otro lado del monton de cajas de cerveza y llame a Pili, que estaba pasando a maquina el informe de uno de sus ultimos trabajos (la busqueda del perro de Antonia Soller).

– Vigilale, Pili. Dentro de quince minutos le echas.

– Hola, Flanagan -dijo Maria Gual, muy mimosa.

Vista de lejos, Maria Gual engana. Uno podria pensar que es una chica normal, incluso un poco atractiva, a pesar de sus ropas tecno que te hacen pensar en el Festival Mundial del Circo. De cerca, sin embargo, no hay error posible. Ojos pequenos y mezquinos que se entrecierran para escrutarte con la certeza de que no tienes nada mejor que hacer en la vida que conspirar para perjudicarla. Una nariz pequena para meterla donde no la llaman sin que nadie se de cuenta. La boca, como un resorte: tensa y apretada mientras escucha, se dispara por sorpresa en una voz estrepitosa cuando considera llegado el momento de imponer su opinion.

Me mosqueo el tono que habia utilizado para saludarme. No hacia mucho habiamos tenido una discusion, y aquella chica no era de las que perdonan y olvidan. La verdad es que, desde entonces, cada vez que entro en clase o en mi despacho, espero que se me caiga encima un cubo de agua helada.

– Me debes pasta -le dije.

– No te debo nada -contesto ella, sin perder la sonrisa. Mas bien se le acentuo.

– Si que me debes. Me encargaste que averiguase la identidad del anonimo admirador que te enviaba poesias romanticas…

– ?No, senor!

No permiti que me cortara…

– … Creias que era El Guaperas, de segundo de BUP, y yo descubri que se trataba de El Plasta, de septimo. A ti te sento como una patada en el culo y decidiste no pagarme…

– No senor -insistio ella, horrorizada porque yo lo habia dicho todo a gritos, para que lo oyeran la Pili y Jorge Castell-. Yo te dije: «Averigua si esto lo ha escrito El Guaperas…» ?Y como no habia sido El Guaperas, no tengo por que pagarte!

?Como se puede razonar con una persona que llega impunemente a conclusiones de este tipo?

– Tienes que pagarme. Quinientas pelas. Precio especial.

– ?Precio especial? ?Pero si quedamos en trescientas!

– Precio especial para morosos. ?Tienes las quinientas o no?

– Ahora no.

– En ese caso, si no es para pagarme, ?a que has venido?

– Para hablar de negocios -adopto un aire interesante-. ?Tenemos que quedarnos aqui? ?No podemos ir a otro sitio?

Siempre he respetado el deseo de intimidad de mis clientes. Como sea que no podiamos pasar al despacho, donde Jorge Castell amortizaba sus quinientas pelas, le dije a Maria que salieramos. Atravesamos el bar de mis padres…

– ?Ya has hecho los deberes, Juanito? -dijo mi madre, como si el unico objetivo de su vida fuera humillarme y hundir para siempre mi carrera de duro investigador privado.

… Salimos a la calle, paseando por la acera. No me entusiasmaba la idea de que alguien pudiera verme con Maria Gual, pero el negocio es el negocio.