Se me seco la boca. Pense: «?Llevas dinero?»; me conteste: «Si, hoy si.» Apresure el paso dejando atras el Opel y vi acercarse un taxi con la lucecita verde encendida. Le hice senales y salte a su interior.
El Opel Kadett estaba parado en el semaforo.
Yo saque los billetes de doscientas y quinientas que llevaba arrugados en el bolsillo y se Io mostre al taxista.
– Oiga, oiga, ?ve esto? -El taxista miro los billetes y arqueo las cejas en senal de interrogacion. ?Ve ese Opel Kadett? ?El que lleva una lima del Snoopy Esquiador? -El hombre del coche y me miro de nuevo a mi-. ?Que le parece si le digo: «Siga aquel coche»?
El taxista parpadeo.
– Que lo sigo.
– Pues sigalo -dije.
Y lo seguimos.
Cinco minutos mas tarde llegue a la conclusion de que me habia vuelto loco. Las mil pesetas que acababa de ofrecerle al taxista me habian costado mucho de ganar. ?Quien me las devolveria? Maria Gual no, porque parecia haberse olvidado del caso.
Pero, claro, no estaba dispuesto a decirle al taxista que lo dejaramos. No ahora que estaba en la pista de un caso en el que habia mezcladas doscientas cincuenta mil pesetas.
– Oiga -dije-. Cuando llegue a novecientas pesetas pare, ?eh?, que solo tengo mil…
El chofer asintio con la cabeza. Yo esperaba que me preguntara a que se debia la persecucion, pero no lo hizo. Era una de esas personas que no sienten curiosidad por la vida de los demas. Justo al contrario que yo.
Empece a sentir curiosidad, incluso por la falta de curiosidad de aquel hombre. Me habria gustado conocer la razon de que aquel taxista no se interesara mas por el hecho de que un crio como yo, con la mochila de ir a la escuela y un chandal con rotos (los que me habia hecho con la reja de la ventana del lavabo aquella manana; a ver que le diria a mi madre, y que me contestaria ella), subiera a su coche y dijera: «Siga a ese Opel Kadett».
Pero, poco a poco, mi atencion se fue desviando. Porque nos estabamos acercando a mi barrio. Al principio temi que fueramos a salir de Barcelona, pero en el ultimo momento giramos hacia los chalets y me encontre yendo directamente hacia el barrio donde viviamos yo y el Pantasma.
El taximetro marcaba setecientas veinticinco cuando cruzamos el Centro, el semaforo de la plaza del Mercado, y empezabamos a subir por la Montana, bordeando el Parque. Parecia que nos dirigiesemos a la Textil.
– No se acerque tanto, que nos veran.
En aquella zona habia poco trafico. Yo empezaba a sentirme excitado e intuia cual era el destino de los dos modernos del Opel Kadett.
Torcimos a la derecha, metiendonos en un camino sin asfaltar.
Bingo. Lo habia adivinado.
– De media vuelta y regrese hacia el centro del barrio -dije.
Aquel camino sin asfaltar, tal como indicaba el cartel mal escrito clavado en un arbol seco, conducia a los Talleres Longo, propiedad del Lejia, Tomas Longo, el padre de Clara.
Segun me conto Pili aquella noche, Elias (despues de su frustrada entrevista con el Pantasma) habia ido a hablar con el Puti y su banda, en La Tasca. Alli habian mantenido lo que parecia una conversacion muy apasionante, con Elias llevando la batuta en todo momento. Por lo visto, tenia muchas cosas que contarles, y todas les interesaban mucho a los otros. Bebieron muchas cervezas y, a las nueve, hora en que Pili tuvo que volver a casa, seguian de palique.
Mi madre, al ver el roto del chandal, puso grito en el cielo. Me dijo que me haria un zurcido y santas pascuas, que no estaban los tiempos para comprar chandal nuevo, y que si queria ir vestido como una persona que dejara de hacerme el bestia. Yo dije:
– Si, mama -claro. ?Que podia decir?
En la cama, antes de dormirme, hice un resumen de aquel dia tan intenso y comprobe que los datos encajaban bastante bien. Ahora ya sabia lo que habia pasado entre el Pantasma y Elias, asi como el porque de las doscientas cincuenta mil calas y cual habia sido la participacion del Lejia en todo el asunto.
Bueno, no lo sabia exactamente, pero podia imaginarlo. Para saberlo con certeza, tan solo deberia hacer un par de gestiones sin importancia.
La primera, ligarme a Clara Longo.
5
Lo primero que hice el viernes fue ir en busca de Maria Gual y decirle:
– Empieza a preparar a tus padres. Tu hermano suspendera hoy el examen de Mates y no creo que apruebe ninguno mas en lo que queda de curso.
– ?Como lo sabes? -se sorprendio ella, maravillada.
– Otra cosa: Todo esto, hasta ahora, me ha costado mil pelas…
– Eh, eh, eh, que somos socios… -protesto ella.
– Antes de serlo, me debias quinientas, ?te acuerdas? Las necesito esta tarde. Si no me las traes… me encargare de que Elias vuelva a aprobar.
– ?Oh, no! ?Eso no! -grito horrorizada.
Lo sabia. Mas importantes que su interes por el cobertizo y por asociarse conmigo, eran los odios que Maria sentia por su hermano, y las ganas de que sus padres le castigaran. Ahora que tenia la oportunidad de recuperar su privilegiado podio de reina de la casa, no la dejaria escapar asi o asi.
Ah, otra cosa -dije finalmente. Carraspee-: Hmmmm… He decidido que manana… -Me mire las unas-… Ire a la fiesta de octavo…
– ?Oh, fantastico! -exclamo.
Mirando fijamente una minuscula pintada a boligrafo inscrita en la pared, esforzandome inutilmente por leerla, conclui:
– Ah… y hablale de mi a Clara… -carraspee de nuevo, todo lo fuerte que pude, como una cortina de humo, como en un intento de que Maria se preguntara si habia oido bien lo que acababa de decir.
– Oh… -dijo ella, con toda naturalidad-: Si no hacemos mas que hablar de ti todo el dia…
Y alli me dejo, petrificado, con todos los pelos de punta.
Despues, el examen de Mates. Diez ejercicios de la leccion una a la leccion diez, y el sermon de todos los viernes.
– … Es muy probable que no podais acabarlo, pero no debeis preocuparos. Este examen sirve tan solo para que vosotros, y yo, naturalmente, y vuestros padres, y si es necesario, todos juntos, podamos comprobar los progresos que habeis realizado a lo largo del curso.
«Descomponed en factores las siguientes funciones polinomicas:»
a) f(x) = x2-4
b) g(x) = x4-16
c) h(x) = 4x6 – 25
Al acabar, los de octavo C nos informaron de que Elias Gual se habia marchado de la clase sin entregar el examen, aduciendo que le dolia muchisimo el golpe que unos dias atras se habia pegado contra una puerta.
A mediodia, Maria intento regatear:
– ?Ah, no! Mi hermano no ha suspendido el examen. ?Se ha ido porque no se encontraba bien…!
– Sabes tan bien como yo que hacia teatro. La pasta.
Por fin me pago. Quinientas. Por fin. Quien cobra aun descansa mas, como se suele decir.
Despues paso el taller de la tarde, y vino Antonia Soller protestando porque no encontrabamos su perro. Decia haber observado que no lo buscabamos con el suficiente interes. Estuve hablando con ella en el despacho, demostrandole con los informes mecanografiados por Pili todas las gestiones que habiamos hecho hasta el momento. Y, apenas se fue ella, entraron dos chicas de octavo A, muy excitadas ante la perspectiva de la fiesta del dia siguiente, pidiendo informes sobre Jorge Castell. Pense que a Jorge Castell le gustaria mucho saberse tan solicitado.
Mi padre interrumpio aquella consulta:
– Venga, dejad de jugar y saca tus cosas de aqui, que el lunes vienen los albaniles y los pintores. Despues me ayudaras a retirar las cajas…
Que yo recuerde, a Philip Marlowe nunca le ocurrio nada parecido.
Bien, y se hizo de noche, y nos fuimos a dormir, y salio de nuevo el sol, y habia llegado el gran dia.