Ejem. En aquella epoca, mi relacion con las chicas era un poco dificil. Mientras muchos colegas se pasaban las horas hablando de que si esta, de que si la otra, de que si la delantera, las tetas, los botijos, las domingas y otras mil palabras diferentes que significaban lo mismo, yo todavia veia lejano el dia en que me encapricharia de una chica, saldria con ella y le pediria si queria hacer manitas en el cine. Esta perspectiva tenia para mi un regusto empalagoso y un color rosa, y me seducia tan poco como pasearme por la calle disfrazado de Reina de las Hadas.
Diriamos que me hallaba a medio camino entre el nino y el adulto. Eso que se llama adolescencia, y que pone tan nervioso.
Bien, el caso es que, antes de darme cuenta, ya estaba en la fiesta, en el aula de octavo A.
Habian retirado las mesas para hacer sitio, y las habian alineado contra la pared, convirtiendolas en una especie de bufet con naranjada, coca-cola, patatas chips, crees, crics, panchitos y otros suculentos manjares, alternando el heavy con el tecno, los Hombres G con Beat Street, dependiendo de quien se hallara mas cerca cuando acababa el disco anterior. Los breaks se obstinaban en hacer demostraciones. Los heavies subian el volumen del aparato. Los tecnos se creian muy listos. Anadian a la coca-cola chorros de una botella de ginebra que habian traido a escondidas. Los de octavo C soltaban la mano tonta y hablaban de delanteras y de domingas. Las chicas controlaban la situacion, haciendo de anfitrionas, contandose secretos a susurros, riendo y tapandose la boca con la mano. La mayoria esperaba la aparicion del Guaperas de BUP. La mayoria de los chicos daba la impresion de no saber exactamente que se esperaba de ellos. Jorge Castell estaba muy solicitado por las dos chicas que la noche anterior habian hablado conmigo. Tres chicos trataban de contarle, todos a la vez, el argumento de Rocky IV a Antonia Soller. Cada uno de ellos intentaba gritar mas que los otros, recordar mas detalles y relatar las secuencias mas interesantes. A Antonia Soller le importaba un comino Rocky IV, y no le gustaba el boxeo, pero sonreia halagada y se dejaba querer.
Y Clara Longo estaba acorralada por una legion de admiradores incondicionales que le salian al paso, la ahogaban, derramaban sus bebidas sobre ella y no sabian de que hablar.
Lo tenia muy dificil, si pretendia llegar hasta ella. Y, despues de todo, tampoco yo sabia de que hablar. Y Maria se me habia venido encima desde el mismo momento de mi llegada y casi no me permitia ni mirar a su amiga del alma.
Tenia muchas cosas que contarme, Maria. Oh, si. La desesperacion de su hermano, por ejemplo. No habia hablado del examen en casa la noche anterior, pero se le veia frenetico, de mal humor. Su padre habia tenido que amenazarle con romperle el tocadiscos en la cabeza si no bajaba el volumen de una punetera vez.
– Hola, Flanagan -sono tras de mi una voz que ponia los pelos de punta.
Me volvi lentamente, como para dar a entender que no existia voz alguna capaz de ponerme, a mi, los pelos de punta.
Y me vi frente a Clara Longo.
Era una sinfonia en rojo y negro. La melena sujeta con una pinza roja, cazadora negra satinada con una cremallera muy ancha de arriba abajo, minifalda roja, medias negras y zapatos planos rojos.
La mirada de sus ojos, de un azul intensisimo, profundos y pintados, fue un punetazo en la mandibula que me hizo girar como una peonza y me proyecto contra la mesa de las bebidas. Sus labios anchos, su sonrisa seductora, fueron como unos directos al estomago, capaces de convertirme los intestinos en pure. La linea de su cuerpo, de sus piernas/medias/ negras, senti que me estrujaba los pulmones como si fuera una bayeta empapada. Y, en fin, toda la cruel, perversa, adulta belleza que se desprendia de aquella chica fue como una patada entre pierna y pierna capaz de hacerme gritar, doblarme en dos y caer de bruces al suelo, completamente desmadejado.
Ella sonrio, inocente, como si no tuviera nada que ver con todos aquellos estragos.
Yo tambien sonrei.
– Tenia ganas de hablar contigo, Flanagan -dijo.
– ?Ah si? -dije yo, como si se me antojara una pretension muy curiosa.
– Me han contado que tienes un despacho y que haces investigaciones por encargo…
– Oh, bien, estooo… -Hice ademan de quitarle importancia a la cosa. Como quien dice: «Ninerias.» Consciente de haberme ruborizado intensamente, estruje, sin darme cuenta, el vaso de papel que tenia en las manos y me manche las manos de naranjada. Rei sin ganas, me quise morir y simule que lo del vaso habia sido a proposito-: Oh, la chica mas guapa de la escuela y nadie me habia avisado…
Esbozo una sonrisa condescendiente, copiada de la Tina Turner de Mad Max III. Alguien le habia hecho creer que con aquella caida de ojos ponia de rodillas a los chicos. Oi que me decia: «Ya sabes de que quiero hablarte… Informe Clara Longo Pella», e intente anticiparme senalandola con el dedo:
– Veamos… ?Como se liga con Clara? Para empezar, se le habla de Mickey Rourke, tal vez… ?Has visto Manhattan sur o Nueve semanas y media? ?…O prefieres que hablemos de Iron Maiden? ?O tal vez de AC/DC?
Es alucinante la cantidad de tonterias que se pueden llegar a hacer cuando a uno le gusta una chica y no sabe que decirle, y escoge el camino de hacerse el simpatico. Empezaba a tararearle Shake your foundations, convirtiendome en el objetivo de todas las miradas de la fiesta, en una de aquellas miserables y odiosas exhibiciones a las que te empuja la timidez, cuando ella me corto:
– Deja de hacer el payaso… ?De que vas? ?Me quieres hacer creer que eres un crio de pecho?
?Flasss! Me dejo helado. Apretaba, la chica. ?Quien se creia que era? ?Si solo me llevaba un ano! Hice desaparecer la sonrisa. Recompuse el gesto:
– No quiero hacerte creer nada. Juan Anguera, encantado de saludarla. Eras tu la que queria hablar conmigo, y no has empezado con buen pie.
Me di la vuelta y fui hacia la mesa de bebidas. Me sentia avergonzado, pero lucia una expresion de perdonarle la vida a aquella aprendiza de tigresa.
Ella me siguio, claro. Todos los pretendientes de Clara nos miraban, y me envidiaban, y me querian asesinar. La mayoria eran clientes mios, a los que habia dejado leer el informe Clara Longo Pella. Supongo que imaginaban que yo conocia secretos que no les habia contado, y que me daban ventaja sobre ellos.
– ?Schweppes con un poco de alcohol? -dije, un poco ironico, siguiendo el juego.
– Eres un caso, Flanagan -dijo ella-. Normalmente, me las veo con chicos blandos que pretenden hacerse los duros. Y tu, que tienes fama de duro, juegas a hacerte el blando.
La mire. Le di un vaso de papel lleno de coca-cola. Yo me quede otro. Hice durar la mirada, y Clara me la aguanto con firmeza.
– Bueno, yo os dejo, ?eh? -dijo Maria Gual cuando ya nos habiamos olvidado de su existencia.
– Yo juego a ser blando, tu juegas a mujer fatal. Supongo que todos jugamos. Estamos en la edad, ?no?
– ?Bailas? -dijo de repente.
?Glup! La mire de la cabeza a los pies. La cremallera, la minifalda, las medias negras. Ella tambien me miro. Yo no vestia el chandal, pero tampoco iba hecho una preciosidad. La gente que me conoce suele decir que yo no me visto; me tapo.
Bien, si ella queria bailar conmigo, yo tambien querria bailar con ella. Una cosa es hacerse el duro y otra hacer el tonto.
En la busqueda del tipo de musica que se debia bailar en la fiesta, se habia llegado a un termino medio que no gustaba a nadie, pero que apaciguaba a todos. Un viejo disco de Billy Ocean, Love Zone, una especie de Sonido de Filadelfia, con temas muy sincopados que permitian que los breaks hicieran sus exhibiciones y que todos los demas bailaran y gritaran para hacerse oir por encima de la musica. Los heavies protestaban, y nunca se sabe cuando lo hacen en serio y cuando por una cuestion de imagen.