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Como si acabara de decir esto en voz alta, alguien a quien le gustaba llevar la contraria, dijo a mis espaldas:

– Muy bien, chaval… Ahora nos explicaras que significa esto…

Me volvi rapido como una peonza. Pero ellos fueron mas rapidos que yo. Una mano me quito la foto de un tiron. Otra mano me sujeto en lo alto del taburete que me mantenia a la altura de la barra.

Hice ademan de perseguir la foto y la mano que me agarraba por el impermeable amarillo me empujo contra la barra. Senti el golpe en la espalda y aquel puno se me clavo en el pecho y me hizo dano.

– ?Quieto, entrometido…!

– ?Eeeeh…! -hice yo.

Era el Puti quien me habia quitado la foto y ahora la miraba como si se tratara de un valioso papiro egipcio. Y era el Piter quien me sujetaba. E iban acompanados de un tercer elemento que parecia escapado del mismo zoo que los otros dos. Me aterro verlos tan cerca. Pero ni el miedo ni el dano fisico que me acababan de causar me inclinaban al llanto. Al contrario, una rabia sorda, densa y agria como un mal vomito, me lleno el estomago y crecio, y se me subio a la cabeza.

?Aquellos salvajes eran responsables de lo que le habia pasado a Elias…!

Sin pensarlo, golpee el brazo que me sujetaba…

– ?Suelta! -grite.

Aquel movimiento brusco sirvio para librarme de aquella garra y mi taburete alto cayo hacia un lado, proyectandome contra los demas taburetes. Fue una caida muy poco digna, pero me permitio alejarme un poco de la amenaza. A cuatro patas, rapidamente, me zafe de un intento de agarrarme del Piter, me escurri entre dos sillas y me incorpore detras de una mesa, colocandola como parapeto entre mi perseguidor y yo.

Queria pedirle ayuda al camarero, pero se me habian adelantado.

El Tercer Simio se habia abalanzado sobre el y le habia puesto la navaja al cuello.

Al mismo tiempo, el Puti corria hacia la puerta. Habia dado un salto, se habia colgado de la persiana metalica y la habia bajado de un fuerte tiron.

Habia sido un zafarrancho de combate en toda la regla.

Iban a por todas.

Yo estaba acorralado y acababan de declararme la guerra.

Al otro lado de la mesa, el Piter me miraba cargado de paciencia. Parecia decir: «Venga, corre todo lo que quieras; de esta no sales.» El Simio de la Navaja le dijo al camarero:

– Y tu quieto, ?eh? Quietecito, que ya has intentado tomarnos el pelo una vez, y eso no se hace…

Y el Puti, muy senor, en su papel de jefe de la banda, con la foto entre manos, muy perdonavidas:

– Ahora, nos explicaras que significa esto…

– ?Por que habria de saberlo? -grite. Tenia muchas ganas de hacerles dano-. ?Vosotros erais sus amigos…!

– Tu vas a la escuela con Elias. Tu conoces al colega que trabaja de conserje. Tu tienes que saber por que paga tanta pasta, ese hombre, por una foto como esta…

– Pero, ?no os habiais aliado con el conserje…? -salte yo.

Al ver que le plantaba cara, el Piter intento atraparme. Empuje la mesa contra el y busque refugio detras de otra, en una esquina del local. Mal asunto. Pronto estaria completamente acorralado.

Fernando Esteso queria protestar, pero la navaja del Tercer Simio se lo impedia.

– ?Que pasa? -insisti, provocandolos. Porque no podia evitarlo; tenia que insultarlos, provocarlos como fuera, no podia soportar su proximidad-. ?Es que ahora os lo quereis montar por vuestra cuenta…? No os casais con nadie, ?verdad? Erais muy amigos del Lejia, pero cuando Elias os dijo que podiais sacar mucha pasta robandole la foto, no dudasteis en darle una buena paliza… No obstante, a la que veis que el Lejia os quema las motos y que es demasiado fuerte para vosotros, volveis a aliaros con el y os haceis amigos del conserje y os poneis todos contra Elias, que es el mas debil… Y, mira por donde, en cuanto el Lejia se descuida, quereis recuperar la foto para montaros la vida por vuestro lado y hacerle chantaje al conserje…

– Tu lo has dicho -afirmo el Puti-. Nosotros no nos casamos con nadie… Y ahora, di: ?Que significa esta foto?

– ?Que te lo explique el conserje!

El Piter se movio rapidamente. Lo estaba preparando desde hacia rato, y, de pronto, dio un tiron y ya tenia el cinturon en la mano. Tintineo una pesada hebilla. Me doleria mucho si llegaba a tocarme.

– Bajale los humos, Piter -ordeno el Puti.

Y se me vino encima.

Empuje la mesa y eche a correr en la unica direccion donde veia una posible via de escape: Una puerta interior protegida con una cortina de cintas de plastico. Oi el silbido de la correa, el chasquido del golpe contra la formica de la mesa, los gritos: «?Cogele, cogele!», y las maldiciones del Piter.

Enfile un pasillo atestado de cajas de cerveza y oi las precipitadas pisadas del heavy a mis espaldas. Me colgue de una caja de las de arriba, haciendo que cayera tras de mi. Y otra, y otra, y otra.

Aquello significo un ensordecedor estrepito de cristales rotos, y muchos mas insultos, maldiciones y blasfemias vomitados por la boca del Piter. Aquel hombre me queria matar. Un latigazo de la correa silbo muy cerca, y la hebilla me dio en los dedos y me hizo mucho, mucho dano. Pero yo no podia detenerme por aquella menudencia. Si me paraba, aun me harian mas dano.

Mientras el Piter se abria paso lanzando cajas en todas direcciones, rugiendo de rabia, yo llegue hasta una puerta acristalada. Daba a un patio exterior. La abri, sali a la lluvia, la cerre de nuevo, aunque no podia atrancarla con el pestillo y me volvi, dispuesto a enfrentarme con la libertad.

Vanas ilusiones.

Estaba en el fondo de un patio muy estrecho, rodeado de cajas de plastico llenas de botellas.

No tenia escapatoria.

Por encima de mi cabeza, ropa colgada, ventanas estrechas de lavabos o de cocinas, a juzgar por las canerias de desague que bajaban por las paredes. Y, arriba del todo, a cinco pisos de distancia, la cuadricula del cielo.

Abri la boca para gritar, pero en aquel mismo instante estallaban los cristales de la puerta, y solo me salio un ridiculo «Ayayayay», mientras trepaba como una ardilla hacia la cima del monton de cajas de plastico.

El Piter aparecio gritando:

– ?Baja de ahi…! -y me insultaba.

Me envio un correazo que logre esquivar a duras penas.

Replique tirandole una caja de cervezas. Pesaba demasiado, y no pude darle impulso, de modo que cayo por su propio peso, pero estallo como una bomba contra el suelo. Como minimo, consegui que aquel animal retrocediera.

Entonces, aparecio el Puti. Furioso, pero contenido.

– ?No hagas tonterias, chaval! -me rino-. ?No te das cuenta de que podemos hacerte bajar cuando nos de la gana? ?Explica que significa la foto, y acabemos de una vez!

Se me ocurrio que, tal vez, podria sacar algo en claro de aquella conversacion.

– Significa que… -y cante-: ?Saaardina freees-cue!

– ?Que? -hizo el Puti, como quien ve visiones.

– «Sardina fres-cue» -repeti, con menos entusiasmo-. Elias siempre estaba hablando de sardinas, ?no os acordais? «Sardina frees-cue», cantaba continuamente…

– Pero, ?es que quieres quedarte con nosotros…? -aullo Piter. Y esta vez se lanzo a por todas.

10

Todo iba bien hasta ahora

Piter me propino otro latigazo para abrirse paso, y yo le ofreci el culo, que es donde golpeo, chac, y me dolio, pero pude aguantar sin echar a llorar, y luego vino a por mi. Habia descubierto que el cinturon le obligaba a mantener las distancias, y el buscaba una lucha cuerpo a cuerpo.

Dio un salto y me agarro por mi cinturon. Pretendia arrastrarme al suelo. Seguramente habria logrado su objetivo pero, antes de que diera el tiron, le propine una patada en el pecho, levante una caja de cervezas con las dos manos y la descargue con fuerza sobre su cabeza.