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– Bueno, tienes razon: nos la jugamos. Despues de todo, ?que podemos perder? Si la pasma descubre la foto y reconoce a Miguel, iran a por el, no a por nosotros. En el peor de los casos, estaremos donde estabamos hace mes y medio… No es tan grave, despues de todo…

?Que mostraba aquella foto que tanto comprometia al Pantasma?

En una pescaderia, agarrar una sardina grande y mirarle la boca. Y la vendedora riendo. ?Que podia haber de malo en aquello? Aquella gente parecia pensar que si la poli veia la foto, detendrian ipso facto al Pantasma. Pero, ?que hay de malo en mirarle la boca a un pez…?

Empece a hacer suposiciones: ?Trafico de drogas camufladas en el interior de sardinas? ?Diamantes robados y escondidos dentro de una sardina? Pero, en todo caso, ni el diamante ni las drogas salian en la foto. El mal no era este, sino el mismo gesto, pense.

… ?Resultaba dificil que algo tuviera sentido cuando todo dependia de la boca de una sardina!

Tal vez, si me paraba a pensarlo, incluso yo le habia mirado la boca a un pez alguna vez en mi vida. Y no me sentia culpable por haberlo hecho. Y no me avergonzaba decirlo. A mi nunca me habian dicho que mirar la boca de los peces fuera algo tan abominable…

Decidi, por tanto, cambiar de punto de vista.

«Imaginemos -dije- que la foto de la sardina no sea la autentica».

Pensar esto y verlo todo claro fue una misma cosa.

Entendi, por ejemplo, por que me llamaba la atencion aquel sobre arrugado. Claro: el sobre que me habia dado el camarero de La Tasca era nuevo, limpio, liso e impecable, mientras que el autentico vi como lo arrugaba Elias cuando lo robo en casa de Longo.

Asi, ayudado por la oscuridad que me facilitaba la concentracion, comprendi un poco la broma de Elias. ?Porque era una broma! Por eso cantaba: «Sardina frees-cue», y se reia, a pesar de su estado lamentable. Se reia porque me estaba explicando una inocentada que les habia gastado a los heavies.

El domingo por la noche, cuando yo adivine que se escondia en La Tasca, le entro panico. Supuso que el Puti tambien le habria localizado al recibir su llamada, y decidio irse…

… Pero dejandole una broma privada. Una foto falsa. Por eso llamo a su hermana Maria y le pidio que le trajera la caja donde guardaba las fotos. Escogio una muy especial y la puso dentro de un sobre nuevo. Nuevo, liso, impecable.

Supongo que se imaginaba a los heavies yendo a ver al Pantasma y proponiendole un chantaje millonario. Les imaginaba diciendo: «Pague, o todo el mundo se enterara de que espia las caries de las sardinas…» Y el Pantasma se echaria a reir y el Puti y los suyos quedarian en ridiculo…

Si… Era el tipo de broma que divertiria mucho a Elias. Una broma inocente, tal vez un poco estupida, pero sin ninguna malicia.

No sabia en que mundo vivia, pobre Elias. El gastando bromitas inocentes y los otros atropellandole y mandandole a la Unidad de Vigilancia Intensiva.

La vida era injusta con el, pense.

Y a continuacion: ?Y conmigo? ?Como seria la vida conmigo?

En la oscuridad, el tiempo empezo a transcurrir mas y mas lentamente. La mujer y el Lejia, al otro lado de la puerta, ya no sabian de que hablar. Y yo no conseguia imaginarmelos abriendome tranquilamente la puerta y diciendo: «Puedes irte, perdona la molestia.» Imaginaba, si, que acabarian abriendo la puerta. Pero, ?que me dirian cuando lo hicieran?

?Que me harian?

11

Una manada de animales

Mis secuestradores estaban tan nerviosos e indecisos como yo. Su conversacion se volvia incoherente por momentos.

– Y el taller como te va, ?bien? -decia de pronto la mujer, para llenar el silencio.

Y el Lejia le contestaba:

– Les han detenido. Seguro que la policia ha detenido al Puti y al otro y se han llevado la foto.

La mujer intentaba calmarle:

– Tal vez no. Tal vez hayan logrado escapar.

Y se producia un silencio, al final del cual el Lejia decia:

– ?El taller, dices? Bien, si, vamos, normal. En realidad, el taller no me importa demasiado. Tengo otros negocios…

– Si, claro -decia la mujer-. Claro que se habra presentado la policia, despues del follon que se ha armado…

– ?Donde? -preguntaba el Lejia.

– En La Tasca. Seguro que ha ido la poli. Y si ha ido…

– ?No quiero hablar mas de este tema! -la cortaba el hombre. Y los dos callaban mientras el se paseaba arriba y abajo, arriba y abajo, y de pronto anadia-: Esta claro que la policia se debe de haber presentado. Les habran acusado de haber organizado el jaleo y se los habran llevado…

– Pero eso no significa que la policia tenga la foto.

– Bueno, ?quieres que te diga una cosa? ?Me importa un rabano quien la tenga! ?Ya esta dicho!

– Tienes razon. Al fin y al cabo, si la pasma tiene la foto, sera a Miguel a quien detendran. El se lo ha buscado. Tienes razon. No tenemos por que preocuparnos.

– ?Que no tenemos por que preocuparnos? -saltaba el, enfurecido-. Si pescan a Miguel, Miguel hablara de nosotros. ?Es un histerico! ?Se hundira y lo cantara todo!

Yo estaba sentado en el suelo, junto a la puerta, y pensaba que acabaria loco si continuaba oyendo tantas tonterias.

El Lejia y la mujer habian llegado ya a la conclusion de que la policia habia detenido al Pantasma, cuando este se presento de improviso. No parecia estar al corriente de nada.

– Buenas tardes -le oi-. ?Como va todo?

Note unos instantes de dudas. No osaban preguntarle directamente por que no estaba en comisaria, o si la policia le habia ido a buscar.

– ?Como va eso, Miguel? ?Todo bien?

– Oh, hoy han estado insoportables…

– ?Quien ha estado insoportable?

– ?Los ninos!

– Ah, claro, los ninos…

– Claro. ?A quien pensabais que me referia?

– No, no, a nadie. Los ninos. Insoportables. Claro. No pensaba en los ninos, ahora…

Seguia el dialogo para besugos.

– ?Que? -dijo por fin Miguel, poniendo el dedo en la llaga sin saberlo-. ?Ya habeis recuperado mi foto?

– No… Todavia no -el Lejia carraspeo-. ?Y tu? ?Sabes algo de la foto?

– No, nada. ?Por que? ?Que tendria que saber?

– Por nada, por nada. Era por si alguien te habia hablado de ella…

– Nadie. ?Por que? ?Quien iba a hablarme de la foto?

– Nadie, nadie. Hablaba por hablar…

– Bueno… Como minimo, habreis localizado al chico aquel a quien Elias iba a dar la foto, ?no?

– Si… Al chaval si lo tenemos…

– ?Pues quiero verle!

«Ayayay…», pense yo en la habitacion. El Pantasma se estaba oliendo que algo iba mal y empezaba a subirse por las paredes.

– Pero… -objeto Asuncion.

– Pero, ?que?

– Pues… Que dice haber visto la foto…

– ?La ha visto? ?La tiene?

– No. La ha visto, pero no la tiene.

– ?Y donde esta?

– ?La foto? No lo sabemos…

– ?Traedme al chico! ?Quiero hablar con el!

Realmente, aquel recien llegado al mundo del hampa trataba como soldados rasos a veteranos de toda la vida. Comprendi que los otros no le miraran con buenos ojos. Incluso pense que tal vez estaba jugando con fuego aquel mosquita muerta.

Se abrio la puerta. La luz me hizo cerrar los ojos. Mientras me empujaban por el pasillo, me pregunte que le diria al conserje. Decidi contarle la verdad.

Abri los ojos ante su guardapolvo gris. Le mire a la cara. Tan palida como la de un vampiro, enmarcada por un pelo tan negro y tan brillante. En sus ojos habia una majestad que nunca le habia notado en la escuela.