Me dio una bofetada que casi me giro la cara. Grite y cai de rodillas, con la respiracion entrecortada.
– Eso para que veas como las gasto -le oi decir, a pesar del silbido que se habia instalado en mi oido izquierdo-. Y todavia puede irte peor si no nos ayudas.
Senti un miedo insuperable, y el temblor de las piernas se me transmitio a todo el cuerpo.
– ?Donde esta mi foto?
– La… La tenia el Puti, arrugada en las manos, cuando le pegue una patada en la cara…
Solto de nuevo la mano. Esta vez me dio en la boca con el dorso y me hizo sangre.
– ?Pero si es verdad! -grite rabioso.
– ?Por si las moscas! -me grito el.
Decidi liarlo todo:
– ?La tenia el Puti en las manos cuando le detuvo la policia!
– ?Queeeee? -hizo el. Se volvio hacia los otros dos-: ?La policia tiene mi foto…?
Tardaron un poco en responder. Mientras, yo me incorporaba en el centro del comedor. ?Que podia pasar si le contestaban que si, que ya estaba condenado, que la policia conocia su secreto? Tal vez decidiera denunciarles a todos…
Si, aquella era la posibilidad que temian.
– Bueno… -dijo el Lejia, despues de toser-. No es seguro, no lo sabemos… Este chico ha visto una foto y piensa que era la tuya pero, a lo mejor…
El Pantasma se volvio hacia mi. No pude evitar un gesto de esquivar un golpe, pero esta vez solo queria agarrarme de la ropa y zarandearme adelante y atras, arriba y abajo, como si pretendiera comprobar si tenia las orejas bien pegadas a la cabeza.
– ?Como era la foto que has visto? ?Como era?
Me habria gustado poder convencerle de que era la foto que el temia. Me habria gustado verle tan asustado como yo.
– Salia usted -dije.
– ?Salia yo? ?Y quien mas…?
– Y una…
Y, en este momento, podria haber dicho mil cosas. Podria haber hecho un intento de aproximarme a lo que sospechaba, o no decir nada en concreto y esperar a que el se delatara. Pero no hice nada de eso. Cuando abria la boca para contestar, se me aparecio el rostro pateticamente sonriente de Elias, y dije, casi sin pensarlo:
– Y una sardina. Y una sardina muy grande.
Del trompazo que me propino sali disparado contra una butaca y la derribe.
– ?A mi no me tomes el pelo! -emitio un chillido agudo y espantoso, como si hubiera enloquecido-. ?A mi no me tomes el pelo!
Yo deseaba haber perdido el conocimiento pero, por lo que se ve, no se pierde asi como asi. Me incorpore detras de la butaca, sintiendo una terrible quemazon en el rostro y el latir de la sangre en un ojo, y vi como le sujetaban para que no siguiera pegandome. Se lo agradeci.
De pronto, el Pantasma se habia echado a llorar.
– ?Es la foto! -gemia-. ?Es la foto, maldita sea…!
Me quede de piedra. Pero, ?que decia! ?Que era la foto? No entendia nada. Habia dicho «sardina» y el habia contestado «no me tomes el pelo», y, acto seguido, afirmaba que aquella era la verdadera foto. ?Pero si yo sabia que no podia serlo, de ninguna manera!
El Pantasma habia perdido el control. Le propino una patada a una silla y la mando al quinto pino. El Lejia le sujetaba como buenamente podia.
… Tal vez aquello significara que el secreto estaba en la palabra «sardina». Decidi hacer una prueba. Dije:
– ?Sardina!
Los chillidos del Pantasma se hicieron mas agudos y tremebundos.
– ?Sardina! -insisti.
El conserje, debatiendose ferozmente entre los brazos del Lejia, se congestiono como si estuviera a punto de estallar, y pataleo como un nino rabioso.
– ?Sardina, sardina, sardina!
Aquella palabra tenia la virtud de provocar una especie de violentas descargas electricas en el cuerpo del Pantasma. Ahora, sus gritos se habian convertido en una letania obsesiva: «Que se calle, que se calle, que se calle», y a mi empezaba a escaparseme la risa, cuando el Lejia se volvio hacia mi y ladro:
– ?Haz el favor de callar, o te rompo este baston en la cabeza!
Y se acabo la juerga.
Un segundo despues, apaciguado por el Lejia y una taza de tila que le hizo la mujer, el Pantasma entraba en la fase depresiva de su crisis.
– Tienen la foto, estoy acabado -lloriqueaba sonandose con una servilleta que habia cogido de la cocina. Una especie de temblor le recorria el cuerpo. Los demas querian calmarle, pero no sabian como hacerlo.
– Tranquilo, tranquilo…
– A lo mejor la policia no ha cogido la foto… -argumentaba el Lejia, contradiciendose.
– Si, si que la han cogido. ?Como quieres que les pasara por alto una foto como aquella?
– Pero la pasma no te ha ido a buscar, ?no? No te han reconocido, Miguel…
– ?No, no, no! -hacia el-. ?Si, si, si! ?Se me reconoce perfectamente! ?Sois unos desgraciados! ?Lo habeis echado todo a perder…! No me han venido a buscar porque…, porque…
No sabia por que. En realidad, nadie sabia por que no le habian detenido si la foto habia caido en manos de la policia. La unica explicacion sensata era la que ahora repetia, una y otra vez, el Lejia.
– Que no la tienen, Miguel. Hazme caso, que no la tienen…
Parecia uno, de esos animadores de gran transatlantico que tienen que decir que todo va bien aunque el agua les llegue a las cejas. Y el Pantasma parecia el pasajero mas bajito de todos los que no saben nadar.
Y yo pensaba en la palabra que habia provocado todo aquel numero. «Sardina.» Debia de tener algun significado secreto para el conserje. Un significado que Elias conocia: por eso eligio aquella foto, aquella y ninguna otra, para gastar su broma privada.
«Sardina.»
Acaso antes de entrar en la escuela, el Pantasma hubiera llevado una vida criminal donde se le conocia por el alias de «El Sardina». No, eso no tenia ni pies ni cabeza. Ademas, el comportamiento del conserje evidenciaba su condicion de debutante en el mundo de la delincuencia.
?Entonces?
Pense en las otras fotos de Elias, de las que me habia hablado su hermana. El Pantasma paseando por las Ramblas. Mujeres que hacen la carrera. Imaginemos que la foto le mostrara cerrando tratos con alguna de ellas. ?Y que? Me deshinche de inmediato. ?Es que una cosa asi podia comprometerle? Ni siquiera estaba casado. Y la palabra «sardina» no acababa de encajar en esta especulacion.
La llegada del gitano y del Moreno de Nieve me hizo bajar de las nubes y prendio de nuevo el interes de cuantos estabamos en aquella habitacion. Ahora obtendriamos la respuesta a nuestras preguntas. Yo estaba tan interesado en escucharla como los demas.
– ?Que ha pasado?
– ?Que sabeis?
– ?Teneis la foto?
Venian jadeando y les gustaba ser el centro de atencion, de modo que se hicieron rogar.
– Un momento, un momento, sin prisas…
– ?Lo explicas tu o lo explico yo?
– ?Os poneis de acuerdo antes de que cuente hasta tres -grito exasperado el Lejia-, u os arranco las orejas con unas tenazas!
Quien le habia visto y quien le veia. A veces daba miedo el padre de Clara.
– La policia ha clausurado La Tasca y se han llevado al Puti y al Piter… -el gitano me dedico una mirada rencorosa-. El chaval los ha dejado para el arrastre…
– ?Peor para ellos! -ladro el Lejia-. ?Sigue!
– Hemos entrado en La Tasca por el patio de luces. Alli hemos encontrado una foto arrugada…
– ?Habeis encontrado la foto? -se ilusiono el Pantasma, creyendose salvado.
Yo contenia la respiracion.
– Hemos encontrado una foto. Pero no era la foto.