– Esta bien, esta bien, sientate -me corto ella. Y llamo a otro que si habia hecho los deberes.
Yo me sente y mire por la ventana. Aquella sensacion de estar acariciando con la punta de los dedos mi objetivo sin poder atraparlo, me producia cierta desazon…
El conserje salia de la escuela. Me llamo la atencion porque aquello no era habitual. Alguna vez lo hacia: dejaba a su madre vigilando la puerta y el salia a hacer algun recado. Pero, en realidad, no podia hacerlo.
Con su guardapolvo gris, sus andares desangelados, con su pelo negrisimo untado de brillantina, caminaba por la acera rodeando el edificio, probablemente para dirigirse hacia el Centro.
Entonces se me encendio la bombilla.
Me levante e interrumpi lo que estaba diciendo Isabel para pedirle que me permitiera ir al lavabo.
– ?Se puede saber que te pasa, Anguera? -me pregunto, haciendome perder unos segundos valiosisimos-. Te veo inquieto.
– Me encuentro mal -replique en tono amenazante, como aquel que dice: «Si no me dejas salir inmediatamente, vomitare sobre tus zapatos.»
– Anda, ve -concedio ella.
Sali corriendo. Recorri todo el pasillo hacia la parte posterior, donde estan los lavabos que dan a la calle del super. Si me cruce con alguien, yo no le vi, y seguro que el tampoco me vio a mi. Entre en los lavabos como una flecha, pase entre dos de BUP antes de que alcanzaran a esconder los cigarrillos y el «Playboy» que hojeaban con sonrisas extasiadas. Y, antes de que pudieran insultarme o decirme algo ingenioso, yo ya me habia subido a una taza de water, habia trepado hasta la ventana que tenia las rejas rotas y me habia escurrido por la brecha, dejandome un jiron de chandal entre los hierros. Me imagino a los dos de BUP con cara de besugo, mirando la ventana como si por alli acabara de aparecerseles el Abominable Hombre de las Nieves.
Salte de la ventana a la calle. Casi fui a parar al carrito de una senora, que intercambiaba chismes con otra.
En pleno vuelo, localice la figura del conserje, con su guardapolvo gris, doblando la esquina, hacia el Mercado. Sin hacer caso de los rulos de las mujeres ni de los ladridos de un perro que tambien se habia sobresaltado, me lance tras el como si fuera a disputar los cien metros lisos y acabasen de dar el pistoletazo de salida.
A mi edad, cuando corres avanzas mas que un adulto caminando. Esa ventaja me permitio volver a localizar el guardapolvo gris, entre el maremagnum de amas de casa regateadoras, antes que entrara en la Caja de Ahorros.
Y, al mismo tiempo, todo lo que hasta entonces habian sido meras intuiciones iban convirtiendose en razonamientos impecables. «Los profes no tienen acceso a todos los examenes. Cada cual conoce tan solo los suyos. En cambio, el conserje, en el despacho de la fotocopiadora, hace copias de todos los examenes.» Si existiera alguien que conociera o pudiera conocer las preguntas de todos los examenes, ese era el conserje. Y en mi cerebro resonaba la palabra chantaje. Y ahora le habia visto haciendo algo que no debia hacer, abandonar su puesto de trabajo, y ese habia sido el motivo de mi salida instintiva y precipitada.
Si me preguntaban por que habia tardado tanto, diria que me encontraba mal, que la noche anterior comimos algo en malas condiciones que intoxico a toda la familia.
La Caja de Ahorros estaba llena de senoras, de ninos atolondrados y de viejecitos que iban a solucionar sus problemas de las pensiones y a pasar cantidades insignificantes de dinero de libretas rojas a libretas verdes, o al reves. El conserje se habia puesto al final de una cola larguisima. Con la libreta en la mano, daba muestras de impaciencia.
Le estuve observando.
Se llamaba Miguel, y nosotros le llamabamos Pantasma, porque era muy extravagante. Alto, de rostro blanquisimo, color leche tirando a ceniza, en contraste con el pelo, muy negro, peinado hacia atras y aplastado con brillantina. Caminaba de puntillas, como al ralenti, sin tocar con los pies en el suelo, con los brazos desmadejados, igual que el malo de una pelicula titulada Pantasma que se habia estrenado poco antes de que el llegara a la escuela. De alli le venia el mote.
Al conserje anterior le habian despedido porque manoseaba a las ninas. Cuando vimos a este por primera vez, todos pensamos que seria peor. Como un violador, o un vampiro, o un asesino, algo por el estilo. Despues, habia resultado inofensivo. Un poco raro, eso si. Vivia solo con su mama, pero la unica excentricidad que se le conocia era la de ponerse en el centro del vestibulo, tarareando una ampulosa sinfonia y dirigiendo una orquesta imaginaria con los brazos muy abiertos.
Ahora era el momento de decir: «Ya me lo veia venir yo que habia alguna cosa rara en este hombre…»
Tenia para rato en la cola de la ventanilla, y yo no podia esperar mas tiempo. Si hacia durar mucho mas aquella intoxicacion, me llevarian del cole en ambulancia. Tenso por los nervios, de mala gana, regrese corriendo a la escuela. Aun faltaban ocho minutos para el recreo. Para entonces, el Pantasma ya habria acabado su tramite. Tendria que pedirle a Pili que hiciera lo mismo que yo habia hecho para relevarme en la vigilancia.
Entre por la puerta principal. La madre del Pantasma tenia ordenes de no dejar entrar a nadie, pero no de prohibir la entrada a los alumnos, de modo que ni me miro.
Desde la puerta del aula llame la atencion de Isabel. Estaba tan concentrada en su explicacion que tuve que insistir un par de veces. Puse cara de intoxicado.
– ?Que quieres, Anguera? Entra y deja de hacer muecas. Sientate y escucha…
– ?Puedo hablar un momento con mi hermana? -Isabel hizo un gesto de contrariedad. Dije para convencerla-: Es por una cosa de la familia.
Isabel accedio porque no queria perder el hilo de lo que estaba diciendo. Salio Pili. En menos de lo que canta un gallo le explique por donde tenia que salir y lo que debia hacer.
– Pero eso es el lavabo de chicos -protesto-. No se si podre hacerlo en el de chicas…
– Pues sal por el de chicos, Pili, no me vengas ahora con problemas sin importancia…
– Problemas sin importancia… Pues mira que si me pillan metiendome en el lavabo de hombres…
– Les dices que eres un travesti -acabe la discusion-. ?Corre!
– ?Y la seno?
– ?Ya hablare yo con ella! ?Corre!
Isabel estaba dibujando el perfil de un iceberg para demostrar que ocho novenas partes de su volumen permanecian sumergidas…
– Isabel… -dije. Me miro con la tiza en la mano, a la altura de la cabeza-. Que mi hermana tambien ha ido al lavabo… -Ella no se movia, como esperando alguna cosa mas-. Es que… nos encontramos un poco mal del estomago a causa de algo que comimos ayer y… quiza estemos un poco intoxicados… Toda la familia… Por eso ahora, cuando se lo he dicho… Ella ha ido al lavabo.
– ?Me estas diciendo que, si no se lo hubieras dicho, ella no se habria dado cuenta de que estaba intoxicada…? -dijo Isabel.
– Se lo he dicho por si las moscas…
Los companeros rieron de buena gana, e Isabel tenia muchas ganas de ensenarnos que era un iceberg, de modo que dijo:
– Anda, va, pasa, pasa…
Y continuamos la clase.
4
Ya he dicho que aquel fue un dia muy intenso.
Uno de los momentos de maxima intensidad se produjo en el patio, cuando yo buscaba a Pili para que me contara lo que habia ocurrido con el Pantasma, y me encontre con la soberana bofetada que me propino Maria Gual.
Pero una bofetada de verdad, de esas que uno recuerda de viejo, y las describe a los nietos con la cantinela: «Ahora ya no se dan bofetadas como las de antes. Me acuerdo de aquella que me dieron…»
Fue una bofetada de esas que suenan muy fuerte, tanto que paralizan los juegos de todo el patio y todo el mundo se vuelve para ver lo que ha pasado. Fue un estallido como de globo que se revienta, y me dejo instalado en la mejilla un escozor penetrante y persistente. Debia de tener los cinco dedos marcados en un tono grana rabioso.