La ventaja de los hidroaviones consistía en que no necesitaban largas y caras pistas de hormigón. Durante la guerra, no obstante, se construyeron pistas largas en muchas partes del mundo para dar cabida a bombarderos pesados, y dicha ventaja desapareció.
Después de la guerra, el B-314 se consideró antieconómico, y los aparatos fueron desguazados o echados a pique uno tras otro.
Ya no queda ninguno en el mundo.