Examinó de cerca la cara del hombre: con cicatrices, pero de alguien bien alimentado, fuera del ejército hacía un tiempo, engordando a cuenta del sector privado. Vio que se le vidriaban los ojos y se le cerraban poco a poco. Aguardó un instante por si era fingido, pero el cuerpo de Jacko estaba totalmente desmadejado. Comprobó si el pulso le latía y podía respirar sin trabas, le colocó las manos a la espalda y le puso las esposas de plástico que llevaba preparadas, comprobando que quedaran bien cerradas.
Se puso en pie, le retiró del bolsillo las llaves del coche y salió a la calle, asegurándose de que no pasaba nadie; se acercó al Porsche, arañó un lateral con la llave de contacto, abrió la portezuela del conductor, dejó puesta la llave en el encendido y la portezuela abierta. Hizo una pausa para recobrar aliento y se encaminó a la vía principal. Tomaría el primer taxi o autobús que pasara. Si cogía el tren a las cinco en King's Cross estaría en Edimburgo antes de que cerraran los bares. Tenía billete abierto para cualquier tren. Por menos de lo que le había costado habría podido tomar un avión a Ibiza.
Pero también en Edimburgo le quedaban cosas por hacer.
La suerte le acompañaba: apareció un taxi negro con la luz amarilla encendida. En el asiento de atrás, Rebus metió la mano en el bolsillo, comentó al taxista que le llevara a Euston -King's Cross quedaba a dos pasos- y sacó una hoja de papel y un rollo de cinta adhesiva. Desdobló la hoja y la examinó: toscas pero servirían. Eran dos fotos de Santal/Stacey; una de ellas era la del fotógrafo amigo de Siobhan y la otra de un periódico. Encima de ellas había escrito con rotulador negro DESAPARECIDA subrayado dos veces, más un mensaje al pie que le había parecido aceptable al sexto intento:
«Mis dos amigas, Santal y Stacey, han desaparecido tras las explosiones de las bombas. Llegaron a Euston aquel día por la mañana en el expreso de Edimburgo. Si alguien las ha visto o sabe algo de ellas, se ruega que llame. Quiero saber si están fuera de peligro.»
Sin firma: sólo el número de móvil. En el bolsillo llevaba otras seis copias. Ya había dado parte de ellas como personas desaparecidas al registro de la Policía Nacional, con las dos identidades, estatura, edad, color de los ojos y algún dato más. Al cabo de una semana la descripción aparecería en los refugios para los sin techo y en la guía de ofertas de trabajo. Y cuando Eric Bain saliera del hospital, Rebus le pediría consejo sobre portales de Internet. Quizás, incluso, podrían colgar una página. Si estaba viva era localizable. Rebus no pensaba renunciar a ello.
De momento, ni mucho menos.
Agradecimientos
No existe ninguna Fuente Clootie en Auchterarder, pero la de Black Isle bien vale una visita para quien guste de curiosidades siniestras.
Tampoco existe el pub Rams's Head en Coldstream, pero se puede comer una empanada de carne decente en el Besom.
Quedo agradecido a Dave Henderson por haber puesto generosa y ampliamente a mi disposición su archivo fotográfico, y a Jonathan Emmans por presentármelo.
Ian Rankin