Miembro de la Academia Francesa desde 1931, le fue concedido el Premio Nóbel de Literatura 1952 por el conjunto de su obra. Sus últimas producciones han sido sus Memorias íntimas y Lo que yo creo.
Nudo de víboras, considerada, en general, como su mejor novela, ha ejercido una influencia moral al nivel de su éxito, tanto en Francia como en todos los países a cuyos idiomas ha sido traducida. A propósito de ella, el autor, después de declarar que se siente muy orgulloso de haberla escrito, se pregunta: "¿Por qué el héroe de esta novela sólo es designado por su nombre de pila? ¿Por qué le dejé sin apellido? Es curioso que hoy no pueda dar respuesta alguna a esta cuestión. Este Louis es el retrato, embellecido y espiritualizado, del mismo hombre a quien debo también el haber escrito Genitrix. Más que cualquier otro de mis personajes, me lleva al convencimiento de que, lejos de haber calumniado al hombre de mis libros, como se me reprocha, he infundido, por el contrario, a mis criaturas, un alma de la cual están desprovistos los seres que, en realidad, me sirvieron de modelo. Mis monstruos "buscan a Dios entre gemidos", cosa que casi nunca hacen los monstruos que nos rodean, los monstruos que nosotros mismos somos. Como Lo que estaba perdido, Nudo de víboras, novela católica, ilumina una verdad que, durante toda mi vida, he intentado demostrar e imbuir en ciertas mentes preclaras: y es que el necio crea su mediocridad, su avaricia, su injusticia y, sobre todo, su mala fe intelectual, todo aquello que constituye el fondo mismo de su naturaleza, en torno al Hijo del Hombre, que vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Son ellos los que alejan, desvían de la fuente viva a Irene de Blénauge y al anciano de Nudo de víboras. El escándalo de esta monopolización del Cristo por los que no participan de su espíritu: éste es, según-mi parecer, el tema esencial de Nudo de víboras." Y, el propio Francois Mauriac, es quien añade: "El autor de estas tres obras -Nudo de víboras, Lo que estaba perdido y Los ángeles negros- no sabría recusar, sin mentir con ello, su calidad de novelista católico".