Dios santo, ¡¿qué pasa con Ellis?! ¿Cómo puedo ser tan imbécil? He estado tan centrado en lo que me está ocurriendo que he dejado de considerar la posibilidad de que hayan traído también aquí a mi pequeñita. ¿Es posible que haya cambiado como yo y que la haya capturado una de las patrullas? Sé que las posibilidades de encontrarla aquí son remotas pero tengo que intentarlo. Puedo ver a algunos niños en la fila por delante de mí, pero incluso a esta distancia sé que ninguno de ellos es mi hija. Me doy la vuelta e intento mirar hacia atrás. Maldita sea, la fila parece que no tiene fin. No puedo ver dónde acaba. Acabo de salir de la fila pero no me importa. Encontrar a Ellis es más importante que mi seguridad. Empiezo a desplazarme hacia atrás de la fila, pero me paro cuando una mano agarra mi hombro y me vuelve a colocar en mi sitio. Me giro, esperando encararme con un guardia, pero se trata de Karin.
– No seas estúpido -susurra, mirando ansiosamente a su alrededor-. Por favor, te matarán en cuanto te vean.
Asiento pero no digo nada. Sé que tiene razón. Vuelvo a mi lugar inicial en la fila y me fuerzo a aceptar la situación. Me capturaron horas después de que Liz se llevara a Ellis y pueden haber ido a una parte completamente distinta de la ciudad de la que yo creo que están. Las posibilidades de que esté aquí son escasas. Y si de aquí nos trasladan a otra ubicación central, probablemente tendré más oportunidades de encontrarla allí.
Tengo que mantener el control y esperar el momento oportuno, pero es difícil. Quiero correr y luchar y matar a los solados que nos rodean. Necesito moverme y entrar en acción pero no puedo. Estar aquí de pie y esperar es insoportable. Estas condiciones son muy duras. Estoy tan mojado que me pesa la ropa y el empapado peso está empezando a hundirme. Estamos todos calados de lluvia y ateridos de frío, y todo lo que podemos hacer es quedarnos quietos y callados.
Hay movimientos repentinos. Ha pasado tiempo pero no tengo ni idea de cuánto desde que nos sacaron de los camiones. Sigo resistiendo para seguir de pie pero he visto que algunas personas han caído al suelo a lo largo de la fila. Nadie se atreve a moverse para ayudarlos. Cada uno de nosotros sabe que arriesgarse a moverse es correr el riesgo de recibir un tiro de la chusma que nos rodea. Hay cientos de personas en esta fila y los soldados continúan patrullando constantemente a lo largo de ella, los fusiles cargados y a punto para disparar. Tengo que concentrarme para no salir de la fila y matarlos. Es una tortura. ¿Es así como planean librarse de nosotros? ¿Dejarnos de pie en medio de la nada hasta que caiga el último de nosotros?
Hace un ratito oí un flujo de estática de radio. Casi la mitad de los soldados han regresado de repente a sus vehículos dejando a la otra mitad para controlar la fila, con las armas apuntándonos sin descanso. Ahora han vuelto a arrancar los motores y los vehículos se alejan en convoy. Pasan con rapidez, regándonos con barro y agua de los baches y charcos que hay en la carretera.
Por primera vez puedo ver con claridad lo que hay al otro lado de la senda.
A través de la lluvia, fuerte y persistente, puedo ver una enorme extensión de terreno. Parece una factoría, o quizás algún tipo de explotación agrícola o almacén. A la izquierda se levantan dos grandes silos y todo parece extrañamente desvencijado y sucio. Un camino asfaltado y vacío sale de la parte delantera del edificio y cruza los campos hasta la carretera en la que estamos. Y ahora también puedo ver que la fila prosigue a lo largo de toda la carretera hasta casi llegar a la entrada del campo. Dios santo, debemos ser miles.
En la distancia se ve actividad alrededor del edificio. Desde aquí no es posible ver con claridad lo que está pasando. Veo que soldados y otras figuras vestidas de negro se mueven sin descanso. Algunos están sacando equipos del edificio, otros están metiendo cosas. No tengo ni idea de lo que puede ser. Y no creo que quiera saberlo.
Justo delante de mí la súbita actividad ha provocado que alguien haya perdido los nervios. El pánico se extiende por la fila y durante un segundo intento ver de quién y de qué se trata. Parece como si alguien hubiera salido de la fila y saltado sobre uno de los soldados. ¿Debo aprovechar la distracción para huir? Otros están pensando lo mismo. Al menos dos personas están corriendo entre los árboles. Ahora cinco, seis, siete… quizás hasta diez figuras más están corriendo hacia el bosque. Me tengo que mover ahora si voy a hacerlo. Los soldados más cercanos están distraídos y si soy rápido puedo…
Hijos de puta. La huida ha terminado casi con tanta rapidez como empezó. Los soldados dan un paso al frente y vacían sus armas automáticas sobre los árboles. La gente que está corriendo cae abatida sin aviso previo: tiro por la espalda y muerto. Mucha más gente que seguía en la fila más adelante ha caído en el fuego cruzado y también está muerta. Sé que lo mismo me pasará a mí si intento cualquier cosa.
Los soldados se reagrupan y vuelven a sus posiciones. Uno de ellos llama por radio y, tras un corto retraso, aparece una furgoneta delante del edificio y se va acercando a la carretera. Para al otro lado del camino, en el punto que ha tenido lugar el tiroteo. La gente que está en la fila es obligada a punta de pistola a recoger los cuerpos de los muertos y cargarlos en la furgoneta. Impotente, contemplo cómo dos mujeres que están sollozando son obligadas a arrastrar los cadáveres desde el bosque y llevarlos al otro lado de la carretera. Un anciano y una adolescente son enviados a recoger el cuerpo del hombre del camión al que dispararon antes en la cabeza.
40
La lluvia torrencial continúa y no da señales de parar. Las nubes grises sobre nosotros son más oscuras que nunca y la luz está desapareciendo con rapidez. No creo que pueda seguir de pie durante mucho tiempo más. Ya no puedo sentir los pies ni las manos. La piel de mi cara está en carne viva y estoy entumecido a causa del frío. No he bebido nada en todo el día, pero tengo la vejiga llena y el dolor es insoportable.
Estoy asustado. Cada vez que se mueve uno de los soldados cercanos aguanto la respiración, no porque tenga miedo de él, sino porque dentro de mí estoy gritando de frustración, desesperado por luchar y por matar a la chusma diabólica que nos mantiene aquí cautivos. Pero sé que no puedo. Son demasiados y están fuertemente armados. Si me atreviese a mostrar mis intenciones me liquidarían en segundos. No puedo dejar que eso ocurra pero cada vez es más difícil mantener esas emociones bajo control. Sé que en algunos sitios a lo largo de la fila otras personas han sido incapaces de controlarse y lo han pagado con la vida. Sólo hace unos minutos oí un grito de rabia seguido de una ráfaga en la penumbra que hay a mis espaldas. El silencio que nos rodea ahora es incluso más terrorífico que el ruido de lucha y muerte que lo han precedido.
A medida que el día se ha ido arrastrando se ha vuelto imposible ver el final de ambos extremos de la fila. En la luz menguante sólo puedo ver a unas treinta personas por delante de mí y a otras tantas por detrás. Estoy seguro de que la fila ha crecido en cientos de personas. Dos veces en aproximadamente la última hora han pasado a nuestro lado convoyes de camiones vacíos. La lógica dice que han traído más gente y que ahora han vuelto a las calles para buscar más.