– ¿Así que esto no tiene nada que ver con los tiempos difíciles de la crisis económica? -preguntó Heat, señalando por encima del hombro de él lo que a ella le parecía una escalera pintada de rojo que conducía al sótano.
– No. Y gracias por no tocar mi monitor. Nunca he entendido por qué hay gente que tiene que tocar las pantallas de los ordenadores cuando señalan.
– Son los mismos que necesitan imitar un teléfono con los dedos cuando dicen «llámame». -Se rieron y a ella le llegó el aroma a cítricos y a limpio que él desprendía. L'Occitane, adivinó.
– ¿Cómo se las arregló para seguir en el negocio? -preguntó Rook cuando volvieron a sus asientos.
– Ése era mi trabajo, y no era nada fácil. Y le prometo que todo era legal -dijo, mirando a Nikki de forma reveladora.
– Explíqueme cómo -se limitó a decir ella.
– Muy fácil. Empecé a liquidar y a diversificar. Pero cuando el desplome inmobiliario llegó, nos comieron la tostada. Entonces fue cuando caímos en picado financieramente hablando. Y cuando empezamos a tener problemas para mantener nuestras relaciones laborales. Tal vez lo ignore, pero actualmente nuestras obras están paradas. -Nikki asintió y barrió con la mirada al campeón de Tommy el Gordo-. No podíamos pagar nuestra deuda, no podíamos continuar construyendo. Es una regla muy simple: no hay edificio, no hay alquiler.
– Parece una pesadilla -observó Heat.
– Para tener una pesadilla hay que ser capaz de dormir. -Ella se fijó en la manta doblada con la almohada encima del sofá del despacho-. Digamos que nuestras vidas se convirtieron en un infierno. Y esto es sólo el aspecto financiero del negocio. Ni siquiera he mencionado aún sus problemas personales de dinero.
– ¿La mayoría de los altos cargos de las empresas no ponen un cortafuegos entre su empresa y sus finanzas personales? -preguntó Rook.
Una pregunta realmente maravillosa. «Finalmente está actuando como un periodista», pensó Nikki, así que ella cogió el tren.
– Siempre había pensado que la idea era estructurar las cosas para que un fallo en los negocios no estropeara el lado personal, y viceversa.
– Y eso fue lo que yo hice cuando me puse al frente también de sus finanzas familiares. Pero en ambos lados del cortafuegos el dinero estaba ardiendo. Ya ve… -Se puso serio, y su joven rostro envejeció veinte años-. De verdad, necesito que me aseguren que esto es extraoficial. Que no saldrá de aquí.
– Yo puedo prometérselo -dijo Rook.
– Yo no -dijo la agente Heat-. Ya se lo dije. Ésta es la investigación de un homicidio.
– Ya -dijo él-. Matthew Starr tenía algunas costumbres personales que comprometieron su fortuna personal. Hacía daño. -Noah hizo una pausa y luego ya no pudo detenerse-: En primer lugar, era un jugador compulsivo. Y con ello me refiero a un jugador perdedor. No sólo sangraba a los casinos desde Atlantic City a Mohegan Sun, sino que también apostaba a los caballos y al fútbol americano con corredores de apuestas locales. A alguno de esos personajes les debía grandes cantidades de dinero.
Heat escribió sólo tres palabras en su cuaderno de espiraclass="underline" «Corredores de apuestas».
– Y luego estaban las prostitutas. Matthew tenía ciertos… ¿cómo decirlo…? gustos sobre los que no vamos a entrar en detalles en este momento, a menos que usted indique lo contrario, quiero decir, y los satisfacía con prostitutas muy caras, de alto standing.
Rook no se pudo contener:
– Ésa es una colocación que siempre me choca: «alto standing» y «prostituta». ¿Es su nivel laboral o una postura sexual? -Recibió unas silenciosas miradas como respuesta y susurró-: Lo siento. Continúen.
– Podría detallarle la tasa de despilfarro, aunque huelga decir que esos y otros hábitos acabaron con él financieramente. La pasada primavera tuvimos que vender la propiedad familiar de los Hamptons.
– Stormfall. -Nikki recordó el enfado de Kimberly Starr, que aseguraba que el asesinato nunca habría tenido lugar si hubieran estado en los Hamptons. Ahora entendía su profundidad e ironía.
– Sí, Stormfall. No es necesario que le cuente lo que se fue por el desagüe con la venta de esa propiedad tal y como está el mercado. Se la vendimos a algún famoso que salía en un reality show y perdimos millones. El dinero de la venta apenas afectó a la deuda de Matthew. Las cosas iban tan mal que me ordenó que dejara de pagar su seguro de vida, que dejó vencer en contra de mi consejo.
Heat apuntó dos nuevas palabras: «Sin seguro».
– ¿La señora Starr lo sabía? -Por el rabillo del ojo vio cómo Rook se inclinaba hacia delante en su silla.
– Sí, lo sabía. Yo hice todo lo que pude para ahorrarle a Kimberly los detalles más escabrosos de los gastos de Matthew, pero sabía lo del seguro de vida. Yo estaba allí cuando Matthew se lo dijo.
– ¿Y cómo reaccionó?
– Dijo que… -Hizo una pausa-. Tiene que entender que estuviera enfadada.
– ¿Qué dijo, Noah? ¿Cuáles fueron sus palabras exactas, si las recuerda?
– Dijo: «Te odio. No me vas a dar nada bueno ni muerto».
Cuando volvían en el coche a la ciudad, Rook fue directo a la afligida viuda.
– Vamos, detective Heat, ¿«no me vas a dar nada bueno ni muerto»? Tú dices que hay que reunir información para pintar un cuadro. ¿Qué te parece el retrato que hemos visto de Samantha, la Bailarina Erótica?
– Pero sabía que no tenía seguro de vida. ¿Dónde está el móvil?
Él sonrió burlón y la provocó de nuevo:
– Caray, no lo sé, pero mi consejo es continuar haciendo preguntas y ver adónde nos llevan.
– Que te den.
– ¿Ahora que tienes otros panes en el horno eres desagradable conmigo?
– Soy desagradable porque eres un gilipollas. Y no sé a qué te refieres con lo de otros panes.
– Me refiero a Noah Paxton. No sabía si tirarte un cubo de agua por encima o fingir que me llamaban al móvil para dejaros solos.
– Por eso eres un simple escritor de revistas jugando a los policías. Tu imaginación es mucho mayor que tu comprensión de los hechos.
Él se encogió de hombros.
– Supongo que estoy equivocado. -Y en su rostro apareció esa sonrisa, la que hacía que ella se ruborizara. Y allí estaba ella de nuevo, atormentándose por Rook por algo de lo que se tenía que haber reído. En lugar de eso, cogió su manos libres y utilizó el modo de marcación rápida para llamar a Raley.
– Raley, soy yo. -Inclinó la cabeza hacia Rook y su voz sonó enérgica y formal, para que él no se perdiera su intención, aunque rebosara de mensajes subliminales-. Quiero que investigues al tío de las finanzas de Matthew Starr. Se llama Noah Paxton. Sólo a ver qué aparece: condenas, arrestos, lo de siempre.
Cuando colgó, Rook la miró divertido. Eso no iba a llevar a ningún sitio que le gustara, pero tuvo que decirlo:
– ¿Qué pasa? -Él no respondió-. ¿Qué?
– Olvidaste pedirle que se enterara de qué colonia usa Paxton. -Y abrió una revista y se puso a leer.
El agente Raley levantó la vista del ordenador cuando Heat y Rook entraron en la oficina abierta.
– El tío ese que querías que investigara, ¿Noah Paxton?
– ¿Sí? ¿Has encontrado algo?
– Aún no. Pero acaba de llamarte.
Nikki evitó la mirada burlona que le dirigía Rook y echó un vistazo al montón de mensajes que tenía sobre la mesa. El de Noah Paxton estaba arriba de todo. No lo cogió. En vez de eso le preguntó a Raley si Ochoa había llegado. Estaba vigilando a Kimberly Starr. La viuda estaba pasando la tarde en Bergdorf Goodman.