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Con este caldo de cultivo, es más fácil entender la oposición decidida del conde Stauffenberg al régimen nazi, así como la reacción desmedida del aparato represor nazi al conocer la presencia de un aristócrata en el puente de mando del complot.

INFANCIA Y JUVENTUD

Claus pasó los primeros años de su vida en Stuttgart, asistiendo al Liceo Eberhard-Ludwig, que contaba con una larga tradición pedagógica. El ideario de esta escuela se basaba en el espíritu humanista, que caló en el joven Stauffenberg, despertando su interés por los clásicos. En sus tiempos de soldado leería textos antiguos en la lengua original, lo que sorprendía a sus compañeros.

Hasta finalizar sus estudios de bachiller, Claus manifestó su intención de ser arquitecto -curiosamente la misma vocación de Hitler, el hombre al que intentaría matar años después-, y llegó a pensar en ser músico. Claus tocaba el violoncello y daba conciertos para la familia junto a sus hermanos, e incluso llegó a actuar fuera del círculo familiar. Pero un día llegó a la conclusión de que nunca destacaría en ese campo, por lo que renunció para siempre a interpretar música.

El derrocamiento de la monarquía al final de la Primera Guerra Mundial supuso un terremoto para la familia. Tuvieron que trasladar su vivienda en la segunda planta del palacio de los condes y duques de Württemberg a una casa más modesta en la ciudad. Los padres observaron con preocupación el desplome casi instantáneo de las barreras sociales en la posguerra y la influencia de las nuevas ideas en sus hijos.

Stauffenberg se sentía perteneciente a una élite, pero ni él ni sus hermanos aspirarían a un reconocimiento social por el mero hecho de su origen noble, tal como intentaban transmitirles sus padres, sino que más bien lo considerarían un estímulo para asumir responsabilidades.

Pese a que Claus enfermaba con cierta frecuencia, no dudó en adherirse a grupos juveniles junto a su hermano Berthold, para realizar excursiones y participar en trabajos voluntarios. Su padre no veía con buenos ojos estas actividades, ni tampoco contempló con entusiasmo la relación de sus hijos con el poeta Stefan George. Berthold y Claus, y poco después también Alexander, fueron admitidos en el círculo de amistades del poeta. George tendría una influencia determinante en Stauffenberg, y éste lograría transmitir el entusiasmo por su poesía al resto de conjurados.

George no sólo enseñaba poesía, sino que intentaba trasladar a sus pupilos el deseo de impulsar la capa espiritual de Alemania por encima de la dispersión espiritual, moral, política y artística que podía percibirse entonces claramente en la sociedad germana. El poeta odiaba el pensamiento burgués, los convencionalismos, la religión impostada o el falso patriotismo, y a cambio ofrecía la vinculación a unos nuevos y más auténticos valores. La conciencia nacional de George no tenía nada que ver con las ideas racistas de los nazis y su nacionalismo vulgar. La ética del poeta era una ética de la acción, una necesidad de la vida, en la que cada uno debía entregarse a su deber. Este mensaje halló en Stauffenberg terreno abonado para germinar. Los planteamientos de Stefan George tendrían una importancia decisiva a la hora de conformar los cimientos ideológicos del complot del 20 de julio.

El escultor Frank Mehnert realizó este busto de Claus von Stauffenberg en 1929.

VOCACIÓN MILITAR

De los tres hermanos, Berthold era el más brillante intelectualmente; estudió Derecho y llegaría a ser una figura jurídica relevante en la Marina alemana. Alexander estudió también Derecho, pero finalmente se decidió por la Historia.

En marzo de 1926, Stauffenberg terminó el bachillerato. Sus notas fueron brillantes, pese a que, al haber padecido varias enfermedades, había tenido que quedarse en casa durante largos períodos, recibiendo clases particulares. Las mejores notas las alcanzó en matemáticas, historia y francés. La peor calificación, un “suficiente”, correspondió a la asignatura de latín.

Como se ha apuntado, durante su adolescencia, Stauffenberg había expresado su deseo de ser arquitecto, incluso poco antes de acabar sus estudios de bachillerato; sin embargo, de forma sorprendente, decidió hacerse oficial. Se desconoce la motivación que le llevó a este cambio brusco. Se ha hablado de la posibilidad de que fuera Stefan George el que le hiciera variar en sus intenciones iniciales; la vida militar era vista en la Alemania de ese momento como un camino para intervenir, de un modo u otro, en el rumbo de la historia de la nación, y quizás Stauffenberg se vio impelido a tomar esa responsabilidad.

Stauffenberg entró como cadete en 1926 en el Regimiento 17º de Caballería en Bamberg, una unidad que estaba ligada por tradición a su familia. Tras pasarse un año realizando los trabajos más simples, como marcaba el reglamento de la formación de los oficiales, al año siguiente fue enviado a la escuela de infantería de Dresde.

Tras esa temporada, marchó a la escuela de caballería de Hannover. De su estancia en esta escuela ya contamos con testimonios sobre su personalidad. Gozaba de gran confianza de sus jefes y de inmediato se hizo popular entre sus compañeros, que le escogieron delegado de la clase. Demostró una habilidad innata para interceder en los conflictos que se producían.

Destacaba también Stauffenberg por la armonía de sus rasgos, lo que le valió servir de modelo para un busto esculpido por el joven escultor Frank Mehnert, una obra que su futura esposa se encargaría de conservar. En ese busto pueden apreciarse las características descritas por otro escultor, Ludwig Thormaelen, integrante del círculo de poeta Stefan George: “Una de las cosas que llamaba la atención en Stauffenberg eran los ojos; permitían reconocer su firmeza y nobleza de espíritu, su viveza y bondad. Eran azul oscuro metálico. El óvalo de la cara era ancho sin ser redondo. Sus acusadas mandíbulas, junto a la barbilla saliente, le daban aire de firmeza, mientras que la ancha frente atestiguaba su serenidad y reflexión, su gran capacidad de observación, su fuerte voluntad y decisión. Tenía una nariz muy bien formada y una boca firme. Tan sólo las mejillas podían parecer sensibles. Posteriormente adquirieron el signo de la dureza de la vida del soldado. El pelo, oscuro, brillante y ligeramente ondulado, lo llevaba hacia un lado”.

Su único punto débil era la salud, que aún arrastraba las consecuencias de sus dolencias infantiles, pero su fuerza de voluntad le ayudó a superarse en el plano físico, llegando a alcanzar resultados brillantes en la práctica deportiva. Al acabar ese período de instrucción, regresó a su regimiento de Bamberg, donde fue ascendido a lugarteniente.

El año 1933 sería catastrófico para el destino de Alemania, puesto que vio a Hitler encaramarse al poder, al ser nombrado canciller el 30 de enero, pero para Stauffenberg sería un año extraordinario; el 1 de mayo recibió su nombramiento de teniente primero y el 26 de septiembre se casó con la baronesa Nina von Lerchenfeld. Nina había nacido en Kaunas -entonces en Rusia y hoy en Lituania-, el 27 de agosto de 1913. Conoció a Claus cuando ella tenía 16 años. Como la familia de Claus, la de ella también pertenecía a la nobleza originaria de Baviera.

Stauffenberg y la baronesa Nina von Lerchenfeld se casaron el 26 de septiembre de 1933.

Tras su ascenso, Stauffenberg marchó por segunda vez a la escuela de caballería de Hannover. Allí se manifestó definitivamente su inclinación por la hípica. Junto a su suegro compró un bello ejemplar, Jagd, que le facilitó conseguir el supremo grado de doma de caballos. En 1935 consiguió el grado obligatorio en sus estudios, en cuyos ejercicios de equitación lograría superar a varios de los posteriores vencedores en los Juegos Olímpicos de 1936.