Выбрать главу

Colocó Un mundo feliz y Bien está lo que bien acaba encima del libro sobre teoría del caos sin hacer más comentarios y cogió Flappers, activistas y sentadas.

—¿Qué le hizo escoger las modas? —dijo con desaprobación.

—¿No le gustan?

—Creo que hay formas más directas de influir en la sociedad que empezando una moda. Tuve un maestro de física que solía decir: «No presten ninguna atención a lo que hacen los demás. Hagan lo que quieran ustedes, y podrán cambiar el mundo.»

—Oh, no quiero descubrir cómo iniciarlas —dije—. Supongo que HiTek sí, y por eso financian el proyecto, aunque si el mecanismo es tan complejo como empieza a parecerme, nunca podré aislar la variable crítica, y en ese punto probablemente dejarán de subvencionarme. —Miré las notas sobre las maratones de baile—. Lo que quiero es comprender qué las causa.

—¿Por qué? —dijo ella, con curiosidad.

—Porque quiero comprender. ¿Por qué actúa la gente de la forma en que lo hace? ¿Por qué de repente deciden jugar al mismo juego o llevar la misma ropa o creer en la misma cosa? En los años veinte fumar estaba de moda. Ahora lo está no fumar. ¿Por qué? ¿Se trata de una conducta instintiva o de influencias sociales? ¿O es que hay algo en el aire? Los juicios a las brujas de Salem se debieron al miedo y la avaricia, pero eso siempre está presente, y no seguimos quemando brujas, así que debe de haber algo más en danza.

»No comprendo qué es. Y no creo que lo descubra pronto. Me parece que no voy a ninguna parte. No sabrá usted por casualidad qué originó la moda del pelo corto, ¿verdad?

—¿Va despacio?

—Despacio no es la palabra —dije. Hice un gesto con las fotocopias de las maratones de baile—. Me siento como si estuviera en uno de estas maratones. La mayor parte del tiempo no es bailar ni nada, sólo es poner un pie delante del otro, tratar de aguantar y permanecer despierto. Tratar de recordar por qué te dio por inscribirte.

—Mi profesor de física solía decir que la ciencia era un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración.

—Y un cincuenta por ciento de rellenar impresos de financiación no simplificados —dije. Cogí una de las copias suplementarias—. Será mejor que le lleve esto a Gina.

—Ya le he llevado una a la doctora Damati —contestó ella—. Oh, y tengo que volver allí. Le prometí que le envolvería los regalos de Brittany.

—¿Está segura de que no puede convencer a Flip?

Cuando se marchó, empecé a leer la página 29, pero el conjunto no tenía más sentido que cuando faltaba; empezaba a sentirme vagamente irritada otra vez. Cogí una copia y fui a ver a Bennett a Biología.

Alicia estaba allí, cabeza con cabeza junto a Bennett ante el ordenador, pero él alzó la mirada inmediatamente y me sonrió.

—Hola —dijo—. Pasa.

—No, no importa. No pretendía interrumpir —contesté, sonriéndole a Alicia. Ella no me devolvió la sonrisa—. Sólo quería traerte un impreso completo. —Se lo tendí—. Había páginas de menos en el que repartió Flip.

—Incompetente —dijo él—. Incorregible. Incapacitada.

Alicia me miraba fijamente.

—«Interrumpidora» —dije—. Interrumpir es lo que yo estoy haciendo en vuestra reunión. Hablaré contigo más tarde —me dirigí hacia la puerta.

—No, espera. Te interesará esto. La doctora Turnbull me estaba hablando de su nuevo proyecto —miró a Alicia—. Cuéntale a la doctora Foster lo que has estado haciendo.

—He tomado los datos de todos los ganadores anteriores de la beca Niebnitz: disciplina científica, área de proyectos, trasfondo educativo…

Eso explicaba el tercer grado al que me había sometido el día anterior. Había estado tratando de decidir si yo encajaba en los parámetros, y por la mirada que me dirigía ahora, no me había clasificado.

—… edad, sexo, grupo étnico, filiación política. —Hizo pasar varías pantallas, y reconocí una tabla como aquella en la que estaba trabajando Shirl—. Estoy yendo hacia atrás para determinar las características relevantes y luego analizar las que constituyen el perfil del típico receptor de la beca Niebnitz y los criterios que el Comité de Becas Niebnitz aplica para hacer sus elecciones.

«Los criterios del comité serán la originalidad de pensamiento y la creatividad —pensé—Suponiendo que exista un comité.»

—Todavía no he completado el trabajo, pero ya se intuyen algunas pautas. —Hizo aparecer una página en pantalla—. La beca se da con un intervalo medio de uno coma nueve años de diferencia, pero las dos becas más cercanas que se han dado están a uno coma dos años, lo que significa que la beca no se concederá hasta mayo como muy pronto.

Eso no significaba nada, y se lo habría dicho, pero ella estaba ya lanzada.

—El reparto de los premios sigue una pauta cíclica; se conceden a instituciones académicas, laboratorios de investigación y compañías comerciales alternativamente. La siguiente beca será para una gran compañía, lo que nos da ventaja, y —cambió de página— hay una clara tendencia hacia los científicos situados al oeste del Misisipí, lo que también supone una ventaja para nosotros, y hacia las ciencias biológicas. No he determinado todavía el área específica, pero tendré esa parte del perfil mañana.

Todo lo cual sonaba sospechosamente a ciencia a la carta. Miré a Bennett para ver qué pensaba de todo aquello, pero él contemplaba la pantalla, abstraído, como si hubiera olvidado dónde estábamos.

Bueno, por supuesto que estaba interesado. ¿Por qué no iba a estarlo? De ganar la beca Niebnitz, podría volver al río Loue a trabajar en la teoría del caos y olvidarse de los impresos y de Flip y las incertidumbres de las subvenciones.

Excepto que la ciencia no funciona así. No puedes poner handicaps a los logros científicos significativos como si fueran un caballo de carreras.

Pero ésta no sería la primera vez que alguien se convencía de algo que no era cierto cuando había dinero de por medio. Miren la pasión por la bolsa de finales de los años veinte. O la locura por los tulipanes holandeses del siglo XVII. En 1634, el precio de los tulipanes más bonitos o más raros empezó a subir, y de repente todo el mundo (comerciantes, príncipes, campesinos, hermanos, hermanas, maridos, esposas), todos empezaron a comprar y vender bulbos como locos. Los precios se pusieron por las nubes, los especuladores hicieron fortunas de la mañana a la noche, y la gente empeñaba sus zapatos de madera y los diques para comprar un bulbo que costaba el sueldo de doce años. Y entonces, sin ningún motivo aparente, el mercado se colapso, y sucedió lo mismo que el 29 de octubre de 1929, sólo que sin ventanas de rascacielos para que los accionistas holandeses se lanzaran al vacío.

Por no mencionar las cartas en cadena, los planes piramidales y la explosión de terrenos en Florida.

—El otro factor que hay que tener en cuenta es el nombre de la beca —decía Alicia—. Niebnitz puede referirse a Ludwig Niebnitz, que fue un oscuro botánico del siglo XVIII, o a Karl Niebnitz von Drull, que vivió en la Bavaria del siglo XV. Si es Ludwig, eso explicaría la tendencia a la biología. Von Drull fue más famoso. Su campo era la alquimia.

—Tengo que irme —dije, poniéndome en pie—. Si voy a abandonar mi proyecto de modas para transmutar el plomo en oro, tengo que empezar a trabajar ya.

Me marché.

Bennett me siguió al pasillo.

—Gracias por traerme el impreso.

—Tenemos que permanecer unidos contra las fuerzas de Flip —dije yo—. ¿Has visto a su nueva ayudante?

—Sí, es magnífica. Me pregunto qué la empujó a aceptar un trabajo como éste.

—NlEBNITZ también podría ser un acrónimo —dijo Alicia desde la puerta—. En cuyo caso…