Aproveché la ocasión y volví a mi laboratorio.
Flip estaba allí, tecleando algo en mi ordenador.
—¿Cómo me describiría? —me preguntó.
Observé el laboratorio. Estaba inmaculado. Shirl había despejado las mesas y guardado todos mis recortes en clasificadores. Por orden alfabético.
«Como ineludible—pensé—. Impactante.»
—Inextricable —dije.
—Eso suena bien —dijo ella—. ¿Se escribe con b o con v?
EL DOCTOR SPOCK (1945–1965)
Moda pediátrica basada en el libro del pediatra del mismo nombre, Baby and Child Care, así como en el creciente interés por la psicología y la fragmentación de la familia. Spock abogaba en su obra por una política más permisiva que la recomendada en los tratados pediátricos publicados con anterioridad; aconsejaba además flexibilidad de horarios para las comidas y atención al desarrollo infantil (consejo que muchos padres interpretaron, equivocadamente, como dejar que el niño hiciera lo que se le antojara). La moda pasó cuando la primera generación de niños educados según proponía el doctor Spock se convirtieron en adolescentes, se dejaron crecer el pelo hasta los hombros, y empezaron a hacer volar edificios de la administración.
El miércoles asistí a la fiesta de cumpleaños. Había previsto salir temprano y me estaba poniendo el abrigo cuando llegó Flip, con un corpiño de encaje y vaqueros decorados con cinta adhesiva, y me tendió una hoja de papel.
—No tengo tiempo para peticiones —dije.
—No es una petición —contestó ella, agitando el pelo—. Es un memorándum sobre los impresos de fondos.
El memorándum decía que había que entregar los impresos antes del veintitrés, cosa que ya sabía.
—Se supone que tiene que entregarme el impreso.
Asentí y se lo di.
—Lleva esto al laboratorio del doctor O'Reilly —dije, poniéndome los guantes.
Ella suspiró.
—Nunca está allí. Siempre está en el laboratorio de la doctora Turnbull.
—Entonces llévalo al laboratorio de la doctora Turnbull.
—Siempre están juntos. Él está completamente pirado por ella, ya sabe.
«No», pensé. No lo sabía.
—Siempre están sentados juntos ante el ordenador. No sé qué ve en él. Es completamente suarb —dijo Flip, tirando de la cinta adhesiva del dorso de su mano—. Tal vez consiga que tenga un aspecto menos pasado de moda.
«Y si lo hace —pensé irritada—, se acabó su principal característica, y yo nunca averiguaré por qué era inmune a las modas.»
—¿Qué significa «sofisticada»? —preguntó Flip.
—Cosmopolita, pero tú no lo eres —dije, y me marché a la fiesta. Había refrescado. Normalmente cae una gran nevada en octubre, y al parecer se avecinaba.
Cuando llegué, Gina estaba al borde del histerismo.
—No te creerás lo que Brittany dijo que quería después de que le dijera que no podía ser Barney —dijo, señalando los adornos, que eran de un rosa que no tenía ninguna relación con el posmoderno.
—¡Barbie! —gritó Brittany. Llevaba un vestido de la Sirenita y un pasador rosa encendido—. ¿Me has traído un regalo?
Las otras niñas llevaban todas delantales de Pocahontas excepto una linda rubita llamada Peyton, que llevaba un jersey del Rey León y zapatillas con luces.
—¿Estás casada? —me preguntó la madre de Peyton. —No.
Ella sacudió la cabeza.
—Demasiados tipos tienen un asunto hoy en día. Peyton, no vamos a abrir los regalos todavía.
—¿Estás saliendo con alguien? —preguntó la madre de Lindsay.
—Vamos a abrir los regalos más tarde, Brittany —dijo Gina—. Primero vamos a jugar a un juego. Bethany, es el cumpleaños de Brittany.
Trató de hacer que las niñas jugaran a un juego donde había globos con Barbies rosa y luego renunció y dejó que Brittany abriera los regalos.
—Abre primero el de Sandy —dijo Gina, tendiéndole el libro—. No, Caitlin, los regalos son de Brittany.
Brittany rasgó el papel de Sapos y diamantes y lo miró sin reaccionar.
—Era mi cuento de hadas favorito cuando era niña —dije—. Trata de una niña que conoce a un hada buena, sólo que no lo sabe porque el hada va disfrazada…
Pero Brittany ya lo había apartado y estaba abriendo una muñeca Barbie con un vestido resplandeciente.
—¡Barbie Cabellos Mágicos! —chilló.
—Mía —dijo Peyton, y dio un tirón que dejó a Brittany con sólo el brazo de la Barbie en la mano.
—¡Ha roto a Barbie Cabellos Mágicos! —lloriqueó Brittany.
La madre de Peyton se levantó y dijo tranquilamente:
—Peyton, creo que necesitas una expulsión.
Pensé que Peyton necesitaba una buena tunda, o al menos que le quitaran la Barbie Cabellos Mágicos y se la devolvieran a Brittany, pero en cambio la madre la llevó a la puerta del dormitorio de Gina.
—Puedes volver cuando hayas controlado tus emociones —le dijo a Peyton, que a mí me parecía controlada.
—No puedo creer que todavía uses las expulsiones —dijo la madre de Chelsea—. Ahora todo el mundo usa las retenciones.
—¿Retenciones?—pregunté yo.
—Sujetas al niño inmovilizado contra tu regazo hasta que la conducta negativa cesa. Produce una sensación de seguridad interceptiva.
—Vaya —dije, mirando hacia la puerta del dormitorio—. Habría odiado tratar de retener a Peyton contra su voluntad.
—La retención está abandonada por completo —dijo la madre de Lindsey—. Nosotros usamos la AE.
—¿AE?
—Ampliación de Estima. La AE dirige la conducta periférica positiva no importa cuan negativa sea la conducta primaria.
—¿Conducta periférica positiva? —dijo Gina, dubitativa.
—Cuando Peyton le quitó la Barbie a Brittany hace un momento —dijo la madre de Lindsay, obviamente encantada de explicarlo—, tendrías que haber dicho: «Vaya, Peyton, qué conducta tan asertiva tienes.»
Brittany abrió la Barbie Buceadora, la Barbie Ama de Casa, la moto de Barbie Nocturna y una Barbie de peinado rebuscado con velo y traje de novia.
—La Barbie Novia Romántica —dijo Brittany, extasiada.
—¿Podemos tomar la tarta ahora? —preguntó Lindsay.
Peyton debía tener la orejita pegada a la puerta, porque la abrió, sin parecer especialmente contrita, y dijo:
—Ya me siento mejor respecto a mí misma.
Y se subió a la mesa.
—Nada de tarta —dijo Gina—. Demasiado colesterol. Helado de yogur y galletas.
Y las niñas acudieron corriendo como si hubieran oído al flautista de Hamelín.
Las madres y yo recogimos el papel de envolver y los lazos, buscando con cuidado zapatos de tacón de Barbie perdidos y accesorios microscópicos.
La madre de Danielle alisó el vestido de la Barbie Novia Romántica.
—Me pregunto si a Lisa le gustaría un vestido como éste —dijo—. Está tratando de convencer a Eric para casarse este verano.
—¿Vas a ser su dama de honor? —preguntó la madre de Chelsea—. ¿Qué color va a llevar?
—No lo ha decidido todavía. El blanco y negro está de moda, pero ya lo llevó la última vez que se casó.
—Rosa posmoderno —dije yo—. Es el nuevo color para la primavera.
—El rosa no me favorece —dijo la madre de Danielle—. Y todavía tiene que convencerlo. Él dice que por qué no pueden vivir juntos.
La madre de Lindsay cogió la Barbie Novia Romántica y empezó a arreglar sus mangas abombadas.
—Yo siempre digo que nunca me volveré a casar, después de ese capullo de Matt. Pero no sé, últimamente me siento un poco… no sé…