Flip tenía razón respecto a Bennett. Llevaba una camisa blanca y una corbata azul Cerenkhov.
—¿Decidió Alicia que la teoría del caos era el proyecto óptimo para ganar la beca Niebnitz? —dije, y no pude evitar que mi voz sonara agria.
—No —contestó él, mirándome con el ceño fruncido—. Cuando habló el otro día de las variables, me dio una idea de por qué mi promedio de predicción no mejoraba. Así que repasé los datos. —¿Y sirvió de algo?
—No —dijo él, con aspecto abstraído, como cuando Alicia charlaba—. Cuanto más trabajo en el tema, más me parece que Verhoest tenía razón y hay una fuerza externa actuando sobre el sistema. Se volvió hacia Shirl.
—Probablemente no le interesará esto. Venga, déjeme mostrarle dónde está el porche —la acompañó a través de la sala hasta la puerta trasera—. Cuando lleguen mis macacos, tendrá que dar la vuelta.
Abrió la puerta y por ella entró viento y nieve.
—¿Seguro que no quiere fumar aquí dentro? Podría quedarse en la puerta. Déjela abierta al menos, para tener un poco de calor.
—Nací en Montana —respondió ella, cubriéndose el cuello con la bufanda mientras salía—. Esto es una suave brisa de verano —pero advertí que dejaba la puerta abierta.
Bennett volvió a entrar, frotándose los brazos.
—Uf, sí que hace frío ahí fuera. ¿Qué le pasa a la gente? Enviar a una señora mayor a la nieve en nombre de la rectitud moral. Supongo que Flip anda detrás de esto.
—Flip anda detrás de todo. —Miré el suelo cubierto de basura—. Supongo que será mejor que te deje volver al trabajo. Gracias por dejar a Shirl fumar aquí.
—No, espera. Había un par de cosas que quería preguntarte sobre el impreso de solicitud de fondos. —Rebuscó en su mesa hasta que encontró el papel. Lo hojeó—. Página cincuenta y uno, sección ocho. ¿Qué significa Método de Dispersión de Documentación?
—Se supone que tienes que poner KLA-Aumentado.
—¿Y eso qué significa?
—Ni idea. Es lo que Gina me dijo que pusiera.
Lo escribió a lápiz, sacudiendo la cabeza.
—Estos impresos de fondos van a ser mi perdición. Podría haber terminado el proyecto en el tiempo que se tarda en rellenar este formulario. HiTek quiere que ganemos la beca Niebnitz, que consigamos logros científicos. Pero dime un sólo científico que consiguiera un logro significativo mientras rellenaba un impreso. O asistía a una reunión.
—Mendeléiev —dijo Shirl.
Los dos nos volvimos. Shirl estaba junto a la puerta, sacudiéndose la nieve del sombrero.
—Mendeléiev iba de camino a una conferencia sobre la fabricación de queso cuando resolvió el problema de la tabla periódica —dijo.
—Es verdad, sí —dijo Bennett—. Se subió al tren y la solución se le ocurrió de golpe.
—Como a Poincaré —apunté yo—. Sólo que él se subió al autobús.
—Y descubrió las funciones fuchsianas —dijo Bennett.
—Kekulé también iba en autobús cuando descubrió el anillo del benceno —dijo Shirl, reflexiva.
—Cierto —contesté yo, sorprendida—. ¿Cómo sabe tanto de ciencia, Shirl?
—Tengo que hacer copias de tantos informes científicos, que pensé que bien podía leerlos. ¿No miraba Einstein el reloj del pueblo desde el autobús mientras trabajaba en la relatividad?
—Un autobús —dije—. Puede que eso sea lo que tú y yo necesitamos, Bennett. Cogemos un autobús que nos lleve a alguna parte y de pronto todo está claro… tú sabes qué va mal con tus datos sobre el caos y yo sé cuál fue el origen del pelo corto.
—Eso parece una gran idea. Vamos a…
—Oh, bien, estás aquí, Bennett —dijo Alicia—. Tengo que hablar contigo sobre el perfil de la beca. Shirl, haga cinco copias de esto —dejó caer un fajo de papeles en los brazos de Shirl—. Cotejadas y grapadas. Y esta vez no las ponga sobre mi mesa. Póngalas en mi buzón. —Se volvió hacia Bennett—. Necesito que me ayudes a hallar factores adicionales relevantes.
—Transporte —dije yo, y me encaminé hacia la puerta—. Y queso.
PELO PLANCHADO (1965–1968)
Moda capilar inspirada por Joan Baez, Mary Travers y oirás cantantes folk. El aspecto lánguido del pelo, largo y liso, de la moda hippie, era más difícil de conseguir que el desaliño masculino generalizado. En los salones de belleza aplicaban tratamientos de alisado, pero el método preferido entre las adolescentes era colocar la cabeza sobre la tabla de planchar y aplastar los rizos con la plancha. El planchado, que se hacía pocos centímetros cada vez, corría a cargo de una amiga (con la esperanza de que supiera lo que estaba haciendo), y las universitarias hacían cola en los colegios mayores a la espera de turno.
Durante los días siguientes no pasó gran cosa. Los impresos simplificados de solicitud de fondos tenían que estar entregados el veintitrés, y, después de dedicar otro fin de semana a rellenarlos, le di el mío a Flip y luego me lo pensé mejor y lo recuperé y lo entregué en persona.
El tiempo volvió a mejorar. Elaine trató de convencerme para que la acompañara a hacer rafting por los rápidos para aliviar el estrés; Sara me contó que su novio, Ted, sentía aversión por los compromisos; Gina me preguntó si sabía dónde encontrar la Barbie Novia Romántica para Bethany (había decidido que quería una igual que Brittany y su cumpleaños era en noviembre); y yo recibí tres notificaciones de retraso en la devolución de las Obras completas de Browning.
Entretanto, terminé de introducir todos mis datos sobre el Rey Tut y el black bottom y empecé a dibujar una Barbie.
No tenía una caja de sesenta y cuatro barritas de cera, pero había un programa cromático en el ordenador. Lo cargué, junto con mis programas estadísticos y de ecuaciones diferenciales, y empecé a codificar las correlaciones y a trazarlas.
Pinté la longitud de faldas en azul cerúleo, las ventas de cigarrillos en gris, el color lavanda fue para Isadora Duncan y el amarillo para las temperaturas de más de cuarenta grados. Blanco para Irene Castle, rojo radical para las referencias al carmín, marrón para Bemice se corta el pelo.
Flip entraba periódicamente para tenderme solicitudes y hacerme preguntas como:
—Si tuviera un hada madrina, ¿cómo sería?
—Una viejecita —dije, pensando en Sapos y diamantes—, o un pájaro, o algo feo, como un sapo. Las hadas madrinas se disfrazan para saber si mereces ayuda cuando eres amable con ellas. ¿Para qué necesitas una? Ella puso los ojos en blanco.
—No está permitido hacer preguntas personales a los contactos de comunicaciones interdepartamentales. Si van disfrazadas, ¿cómo sabes que hay que ser amable con ellas?
—Se supone que tienes que ser amable en general —dije, y advertí que no tenía sentido—. ¿Para qué es la solicitud?
—Para que HiTek nos conceda un seguro dental, por supuesto.
Por supuesto.
—No creerá que es mi ayudante, ¿verdad? —dijo Flip—. Es una mujer mayor. Le devolví la solicitud. —Dudo mucho que Shirl sea tu hada madrina disfrazada.
—Bien. Es imposible que yo sea amable con alguien que fuma.
No vi a Bennett, que estaba ocupado preparándose para la llegada de sus macacos, ni a Shirl, que estaba haciendo todo el trabajo de Flip, pero sí vi a Alicia. Se acercó al laboratorio, vestida de rosa pomo, y me pidió prestado el ordenador.
—Flip está utilizando el mío —dijo, molesta—, y cuando le dije que se largara, se negó. ¿Has conocido alguna vez a alguien tan maleducado?