—Oh, no —murmuré, preguntándome qué significaría eso para nuestro proyecto—, otro acrónimo no.
—Dirección Sistematizada de Avances Jerárquicos —dijo Ben, sentándose a mi lado—. Es el estilo de dirección que usaba el noventa y nueve por ciento de las empresas cuyos científicos ganaron la beca Niebnitz.
—¿Y cuántas son?
—Una. Y sólo lo emplearon tres días.
—¿Significa esto que tendremos que volver a solicitar fondos para nuestro proyecto?
Él sacudió la cabeza.
—Se lo pregunté a Shirl. No han impreso todavía los nuevos folletos.
—Tenemos muchas cosas en la agenda de hoy —tronó Dirección—, así que empecemos. Primero, ha habido algunos problemas con Suministros, y para rectificar eso hemos ideado un nuevo impreso de solicitud. La directora de suministro de mensajes de trabajo —hizo una seña a Flip, que sostenía un montón enorme de clasificadores— los repartirá.
—¿La directora de suministro de mensajes de trabajo? —murmuré.
—Alégrate de que no la nombraran vicepresidenta.
—En segundo lugar—dijo Dirección—, tengo excelentes noticias que compartir con vosotros referidas a la beca Niebnitz. La doctora Alicia Turnbull ha estado elaborando con nosotros un plan que vamos a poner hoy en marcha. Pero primero quiero que todos elijáis una pareja…
Ben me agarró la mano.
—… y os coloquéis uno frente al otro.
Nos pusimos de pie y yo alcé las manos, las palmas hacia fuera.
—Si tenemos que decir tres cosas que nos gustan sobre las ovejas, dimito.
—Muy bien, compañeros —dijo Dirección—, ahora quiero que deis a vuestra pareja un gran abrazo.
—La próxima moda en HiTek será el acoso sexual —dije animadamente, y Ben me tomó en sus brazos.
—Vamos —dijo Dirección—. No todo el mundo está participando. Un gran abrazo.
Los brazos de Ben me atrajeron, me envolvieron dentro de sus mangas de cuadros. Mis manos, pilladas en aquel tonto gesto de palmas hacia afuera, rodearon su cuello. Mi corazón empezó a redoblar.
—Un abrazo dice: «Gracias por trabajar conmigo» —anunció Dirección—. Un abrazo dice: «Aprecio tu disposición.»
Mi mejilla estaba apoyada en la oreja de Ben. Olía levemente a oveja. Pude sentir su corazón latiendo, el calor de su aliento sobre mi cuello. Mi respiración se cortó, como un motor con hipo.
—Muy bien, compañeros —dijo Dirección—. Quiero que miréis a vuestra pareja… todavía abrazados, no os soltéis… y le digáis lo mucho que significa para vosotros.
Ben alzó la cabeza, la boca rozando mi pelo, y me miró. Sus ojos grises estaban serios tras las gruesas gafas.
—Yo… —dije, y me solté de su abrazo.
—¿Adonde vas?
—Tengo que… se me acaba de ocurrir algo que encaja en mi teoría del pelo corto —dije, desesperada—. Tengo que introducirlo en el ordenador antes de que se me olvide. Es sobre las maratones de baile.
—Espera —dijo él, y me agarró la mano—. Creía que las maratones de baile no empezaron hasta los años treinta.
—Empezaron en 1927 —dije, y me libré de su mano.
—¿Eso no fue después de la locura del pelo corto? —preguntó él; pero yo había salido ya por la puerta y corría escaleras arriba.
GUIRNALDAS DE PELO (1870–1890)
Productos de artesanía victoriana muy tétricos fabricados con el pelo de un ser amado (o de varios, preferiblemente de distintos colores). El pelo (obtenido de un modo u otro) era trenzado y tejido en forma de coronas y ramos, y colocado luego bajo una cúpula de cristal o enmarcado y colgado de la pared. La moda fue sustituida por el movimiento sufragista, el croquet y Elinor Glyn. La moda de las coronas de pelo puede que fuera uno de los factores que favorecieron la moda del pelo corto de los años veinte.
Cosas muy diversas han conducido a logros significativos: manzanas, ancas de rana, placas fotográficas, pájaros. Pero el mío debe de ser el único debido a uno de los estúpidos ejercicios de sensibilidad de Dirección.
No paré hasta llegar al laboratorio de Estadística. Me abracé con las manos contra el pecho y me apoyé en la puerta, jadeando y murmurando una y otra vez:
—Estúpida, estúpida, estúpida.
Se suponía que era una experta detectando tendencias, pero había tardado semanas en ver adonde conducía ésta. Y durante todo ese tiempo había creído que era su inmunidad a las modas lo que me interesaba de él.
Había tomado notas sobre sus zapatillas de lino y sus corbatas.
Incluso había considerado en serio la propuesta de Billy Ray. Y todo ese tiempo…
Alguien venía por el pasillo. Me senté rápidamente ante el ordenador, cargué un programa, y me quedé allí, mirándolo sin ver.
—¿Ocupada?—dijo Gina al entrar.
—Sí.
—Oh —y su expresión decía claramente: «No pareces ocupada»—. No te encontraba después de la reunión. Me he ido al cuarto de baño antes de que empezaran el ejercicio de sensibilidad, y cuando he vuelto te habías ido. Quería traerte la lista de jugueterías donde ya he buscado para que no pierdas el tiempo con ellas.
—Muy bien. Iré este fin de semana.
—Oh, no hay prisa. El cumpleaños de Bethany no es hasta dentro de otras dos semanas, pero me pone un poco nerviosa que en Toys «R» Us se hayan quedado sin ella. Ahí es donde la madre de Chelsea encontró la de Brittany, y dijo que era el único sitio donde pudo encontrar una. —Frunció el ceño—. ¿Estás bien? Tienes la cara de alguien a quien han castigado en su habitación.
Una expulsión. Tienes que quedarte aquí sentada y calladita hasta que puedas controlar tus emociones, jovencita.
—Estoy bien —dije—. Tendría que haber escuchado tu consejo e irme al cuarto de baño, eso es todo.
Ella asintió.
—Esos ejercicios de sensibilidad acaban haciéndote polvo. Bueno, dejaré que vuelvas al trabajo. O lo que sea —me palmeó en el hombro.
—Y yo te traeré la Barbie Novia Romántica. No tienes que preocuparte. La encontraré —dije, y empecé a rebuscar a ciegas en un grupo de recortes.
En cuanto se fue cerré la puerta, y luego me senté otra vez ante el ordenador y contemplé la pantalla.
El archivo que había recuperado era mi gráfico sobre el pelo corto. Estaba allí, con sus líneas de colores entrecruzadas y aquel anómalo grupo en Marydale, Ohio, como un reproche.
¿Cómo podía tener la esperanza de comprender lo que había motivado que las mujeres se cortaran el pelo setenta años atrás cuando ni siquiera comprendía lo que me movía a mí a actuar?
No había tenido ni una sola pista hasta que Ben me rodeó con sus brazos. Hasta que me atrajo hacia sí, pensaba sinceramente que intentaba salvar su proyecto porque no podía soportar a Flip. Incluso creía que estaba irritada con Alicia simplemente porque intentaba producir ciencia a la carta. Y todo el tiempo…
Oí un ruido en el pasillo y coloqué las manos sobre el teclado. Necesitaba parecer ocupada para que nadie más viniera a hablar conmigo.
Contemplé el gráfico con sus líneas entrelazadas y sus curvas intercaladas, cada una influyendo sobre las.otras, reiterándose y conduciendo inevitablemente a un Resultado.
Como mi caída. Y tal vez debería dibujar eso: señalar los hechos e interacciones que me habían conducido a aquella situación. Recuperé el programa cromático y un archivo vacío y empecé a reconstruirla.
Había pedido prestadas las ovejas de Billy Ray. No, había empezado antes, con Dirección y GRIS. Dirección había entregado un nuevo impreso de solicitud de fondos, y el de Ben se había perdido, y yo había sugerido que trabajáramos juntos. Y Dirección había dicho que sí porque querían que uno de los científicos de HiTek obtuviera la beca Niebnitz.