Shirl me sonreía más que complacida.
—¿Y sigue creyendo que lo estoy haciendo todo mal? —dijo. Se agachó para recoger la copia de la máquina—.
Interesante teoría —cogió un fajo de papeles—. Si alguna vez me encuentro a quienquiera que concede la beca Niebnitz, me aseguraré de comunicárselo.
Se encaminó hacia la puerta.
—Adiós —dije, y la besé en la chupada mejilla.
—¿Y eso por qué? —gruñó ella, frotándosela con la mano.
—Por arreglar la fotocopiadora —dije—. Oh, por cierto, ¿en honor de quién se llama Niebnitz la beca?
—De Alfred Taylor Niebnitz —contestó ella, sin volver la cabeza—. Mi profesor de física del instituto.
TABLERO OUIJA (1917–1918)
Juego psíquico con el que se pretende predecir el futuro. Los jugadores empujan por un tablero decorado con letras y números un vaso que deletrea las respuestas a sus preguntas. Originado o bien en Maryland, en la década de 1880, por C.W. Kennard o por William e Isaac Fiuld, o en Europa, en la de 1850; pero no se puso de moda hasta que América entró en la Primera Guerra Mundial. Reaparece cada vez que hay una guerra. Fue muy popular durante la Segunda Guerra Mundial y el conflicto de Corea. Cuando más se vendió fue entre 1966 y 1977, durante la guerra de Vietnam.
Una teoría es tanto mejor cuanto mayor es su capacidad de predicción. Mendeléiev predijo que los huecos en su tabla periódica serían rellenados con elementos de ciertos pesos atómicos y ciertas propiedades y un peso atómico concreto. El posterior descubrimiento del galio, el escandio y germanio cumplieron sus predicciones. La teoría especial de la relatividad de Einstein predijo correctamente la desviación de la luz por el sol, probada por el eclipse de 1919. La teoría de la deriva continental de Wegener fue corroborada por los fósiles y las fotografías tomadas desde los satélites. Y la penicilina de Fleming salvó la vida de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.
La teoría de la mansa de los sistemas caóticos es sólo eso, y Ben y yo estamos todavía en las primeras fases de nuestra investigación. Pero estoy dispuesta a aventurar algunas predicciones:
HiTek cambiará de acrónimos al menos dos veces durante el próximo año, impondrá un código de vestir, y hará que el personal se estreche la mano y potencie al niño que todos llevamos dentro.
La doctora Turnbull se pasará todo el año que viene intentando poner trabas a la beca Niebnitz, sin conseguirlo. La ciencia no funciona así.
Predigo varias modas nuevas en Prescott, Arizona o Albuquerque o Fort Worth. Boulder, Seattle y Los Ángeles perderán peso como centros creadores de modas. Las marcas en la frente serán lo máximo, y el hilo dental, y el pelo corto volverá, sobre todo las ondas de agua.
En el terreno espiritual, los ángeles se acabarán y las hadas estarán a la última, sobre todo las hadas madrinas, que después de todo existen. Los comerciantes se pondrán las botas con ella y luego perderán la camisa tratando de adelantarse a la próxima moda.
Predigo un brusco declive de la cría de ovejas, un aumento de las bodas y ningún cambio en los anuncios de contactos. El postre en alza de este otoño será el pastel con fondo de pina.
Y en alguna compañía o instituto de investigación o facultad contratarán a una ejemplar encargada del correo con exceso de peso o que viste prendas de piel o lleva una Biblia, y los científicos de esos lugares harían bien en recordar los cuentos de hadas de su infancia.
Habrá un brusco resurgir de logros científicos significativos y el caos, como de costumbre, reinará. Predigo grandes cosas.
Esta mañana he conocido a la sustituta de Flip. Había subido a Estadística a recoger mis datos sobre el pelo corto, y ella salía de la sala de la fotocopiadora, perdiendo por el camino los memorandos de alguien.
Llevaba el pelo lavanda, peinado como un surtidor, con varios hilos de alambre de espino alrededor. Iba con una camiseta para jugar a bolos, pantalones de ciclista, zapatos negros de baile, y los labios pintados de color naranja.
—¿Es usted la nueva encargada del correo?
Ella ha arrugado sus labios naranja en un gesto de desdén.
—Soy la directora de facilitación de mensajes de trabajo —me ha dicho, recalcando cada sílaba—. ¿Y cuál es su trabajo, por cierto?
—Bienvenida a HiTek —he dicho, y le habría estrechado la mano, pero llevaba un anillo de alambre de espino.
Grandes cosas.
Notas sobte la autora
Connie Willis, nació en 1945, ha trabajado como profesora y en la actualidad vive en Greely, Colorado (EE. UU.), con su marido y una hija adolescente. Aunque hasta hoy su obra ha sido poco publicada en España, es indudablemente uno de los nuevos valores de la ciencia ficción moderna. Tras esporádicas publicaciones de relatos iniciadas en 1971, Connie Willis pasó a dedicarse a tiempo completo a su trabajo de narradora.
Escribió su primera novela, WATER WlTCH (1982), en colaboración con Cynthia Felice, con quien también trabajó en RAID DE LUZ (1989). Se trata de obras interesantes pero que tal vez no llegan al alto nivel de sus novelas en solitario: LlNCOLN'S DREAM (1987), que obtuvo el John W. Campbell Memorial, y EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL (1992, NOVA ciencia ficción, número 68), que le ha valido los premios Nebula, Hugo y Locus, y la confirman como la mejor novela del género aparecida en el año 1992.
Varios de los primeros relatos de Willis se han recogido en la antología FlRE WATCH (1985) que incluye el relato del mismo título galardonado con el Nebula y el Hugo. Otra antología más reciente es IMPOSSIBLE THINGS (1993).
Una de sus preocupaciones centrales es el tema del viaje en el tiempo, eje de su primer relato famoso, Servicio de Vigilancia (1982; en Martínez Roca SuperFicción número 114), en el cual el protagonista, un historiador del futuro, viaja a la época del bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial para acabar mezclado en el intento de salvar la catedral, durante el cual conocerá bastante más de sí mismo que de la historia que pretendía estudiar. Willis utiliza también el tema del viaje temporal en su novela LINCOLN'S DREAMS (Los sueños de Lincoln, 1987) con una joven cuyos sueños de la Guerra de Secesión norteamericana la llevan a experimentar dicha situación como un personaje histórico. De nuevo, el viaje en el tiempo permite a una historiadora del futuro visitar la Edad Media asolada por la Peste Negra en EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL (1992, NOVA ciencia ficción, número 68), el más reciente éxito editorial de Willis. En la misma línea temática se aloja su futura To SAY NOTHING OF THE DOG, cuya publicación en inglés está anunciada para enero de 1998.
Gran especialista en la narración breve, cabe destacar también, entre las interesantes obras cortas de Willis, el relato A Letter from Clearys (1982, premio Nebula), la novela corta The last of Winnebagos (1988, premio Nebula y Hugo), el relato At The Rialto (1989, premio Nébula), y los cuentos cortos Even The Queen (1992, premio Nebula, Hugo y Locus) y Death on the Nile (1993, premio Hugo).