Y ahora, con la incorporación de las camisas de cuadros del grunge y la ropa interior térmica, es difícil encontrar algo lo bastante feo para que no esté de moda. Pero el doctor O'Reilly lo había conseguido.
Llevaba el pelo demasiado largo y los pantalones demasiado cortos, pero era más que eso. El batería de una de las bandas de garaje llevaba en escena trenzas y zapatillas de ciclista, y parecía ir a la última. Y no era por las gafas, tampoco. Miren a Elton John. Miren a Buddy Holly.
Era algo más, algo que me había estado mortificando toda la tarde. Tal vez, me convenía regresar a Biología y preguntarle si podía estudiarlo. Tal vez, si le seguía mientras enseñaba a sus monos a bailar el hula-hoop o lo que fuera a hacer, podría averiguar cómo se las arreglaba para eludir toda moda. Y estudiando la no-tendencia, quizás encontrara alguna pista de la tendencia. O tal vez era mejor que me fuera a casa, planchara mis recortes y tratara de comprender por qué de pronto dos millones de mujeres empuñaron sus tijeras al unísono y acabaron con los rizos del Pequeño Lord Fauntleroy.
No hice nada de eso, sino que llegué a casa y me puse a leer a Browning. Leí El flautista de Hamelín, un poema que, curiosamente, trataba sobre la moda, y empecé Pippa Pasa: un largo poema sobre una chica italiana de una fábrica de Asoló que sólo tenía un día libre al año (seguramente trabajaba para la HiTek italiana) y se lo pasaba deambulando ante las ventanas y cantando, entre otras cosas: «La alondra está en el alero,/el caracol en la espina» e inspirando a todo el mundo que la escuchaba.
Deseé que apareciera ante mi ventana y me inspirara, pero no parecía probable. La inspiración iba a tener que venir, como suele hacerlo, en el campo de la ciencia, tras alisar todos aquellos recortes y suministrar los datos al ordenador: experimentando, fracasando y volviéndolo a intentar. Me equivocaba. La inspiración ya había llegado. Simplemente, aún no lo sabía.
CÍRCULOS DE CALIDAD (1980–1985)
Moda del mundo de los negocios inspirada por el éxito de las prácticas corporativas japonesas. Un comité de empleados de todas ¡as áreas de la compañía se reúne una vez al mes, normalmente después del trabajo, para compartir experiencias, intercambiar ¡deas y hacer sugerencias sobre cómo mejorar el funcionamiento de la empresa. Desapareció cuando quedó claro que ninguna de esas sugerencias era tomada en cuenta. Fue sustituida por los grupos de discusión.
El miércoles tuvimos la reunión de todo el personal. A punto estuve de llegar tarde. Había pasado por Suministros para tratar de arrancarle una caja de clips a Desiderata, que no sabía dónde estaban (ni qué eran), y como resultado todas las mesas de la cafetería estaban llenas cuando llegué allí.
Gina me saludó desde el otro lado de la habitación y señaló una silla vacía que tenía al lado; la ocupé justo cuando Dirección decía:
—En HiTek nunca hemos dejado de luchar por la excelencia.
—¿Qué pasa? —le susurré a Gina.
—Dirección está demostrando más allá de toda duda que no tienen suficiente trabajo —murmuró—. Así que han inventado un nuevo acrónimo. Están en ello ahora mismo.
—… principio de nuestro excitante nuevo programa de dirección es Iniciativa —trazó con un marcador una gran I mayúscula en una pizarra móvil—. La iniciativa es la piedra angular de toda gran compañía.
Eché un vistazo a la sala, tratando de localizar al doctor O'Reilly. Flip estaba apoyada en la pared del fondo, con los brazos cubiertos de cinta adhesiva y expresión sombría.
—La piedra angular de Inciativa es Recursos —dijo Dirección. Dibujó una R delante de la I—. ¿Y cuál es el recurso más valioso de HiTek? ¡Vosotros!
Finalmente, divisé al doctor O'Reilly de pie junto a las bandejas y la cubertería, con las manos metidas en los bolsillos. Hoy su aspecto era un poco más presentable, pero no mucho más. Llevaba una chaqueta de poliéster marrón, aunque no del mismo tono marrón que sus pantalones de pana y una camisa de cuadros blancos y marrones que no pegaba ni con una cosa ni con la otra.
—Recursos e Inciativa no sirven de nada a menos que sean guiados —dijo Dirección, plantando una G delante de la R y de la I—. Dirección Guiada de Recursos e Inciativas —dijo triunfante, señalando cada letra por turnos—. GRIS.[2]
—Nada más cierto —murmuró Gina. —La piedra angular de GRIS es Intervención del Personal —Dirección escribió las iniciales en la pizarra—. Quiero que os dividáis en grupos de ideas y enumeréis cinco objetivos —escribió un gran 5 en la pizarra.
Miré al doctor O'Reilly, que seguía de pie junto a la cubertería, preguntándome si debería invitarlo a nuestro grupo de ideas, pero Gina ya había traído a Sara de Química y a una mujer de Personal llamada Elaine que llevaba una cinta en la cabeza y mallas de ciclista.
—Cinco objetivos —dijo Dirección, y Elaine sacó inmediatamente una libreta y numeró una página del uno al cinco—, para mejorar el entorno de trabajo en HiTek. —Que despidan a Flip —dije yo. —¿Sabes lo que me hizo el otro día? —preguntó Sara—. Archivó todos mis trabajos en la L de laboratorio. —¿Debo anotar eso? —dijo Elaine. —No —dijo Gina—, pero quiero que apuntéis esto. El cumpleaños de Brittany es el dieciocho y todas estáis invitadas. A las dos. Regalos, tarta y nada de Power Rangers. Me puse firme. Puedes tener el tipo de fiesta que quieras, le dije a Brittany, pero no Power Rangers.
El doctor O'Reilly por fin se había sentado en una mesa situada en el centro de la sala y se había quitado la chaqueta.
No supuso ninguna mejora; la única diferencia era que podías verle toda la corbata, notablemente pasada de moda.
—¿Habéis visto alguna vez los Power Rangers? —preguntó Gina.
—No puedo ir —dijo Sara—. Voy a correr una maratón de diez kilómetros con Paul Ottermeyer.
—¿De Seguridad? Creía que estabas saliendo con Ted.
—Ted tiene un asunto —dijo Sara—. Y hasta que lo resuelva, no tiene sentido tratar de mantener una relación estable.
—¿Entonces vas a dedicarte a correr? —preguntó Gina.
—Tendrías que probar lo de subir escaleras —dijo Elaine, de Personal—. Afina mucho más la silueta que correr.
Con la barbilla apoyada en la mano, estudié la corbata del doctor O'Reilly. Las corbatas son como el resto de la ropa de hombre. Casi todo vale. Eso no era así hasta hace muy poco. Cada época ha tenido su propia moda en corbatas.
Las corbatas a rayas hacían furor en la década de 1860 y las de color lavanda en la de 1890. Las corbatas de lazo eran la última moda en los años veinte, las que tenían bailarinas de huía pintadas a mano lo fueron en los cuarenta, las de margaritas en los sesenta, y todo lo que no estaba a la moda no valía. Pero ahora todas lo están, junto con los pañuelos, las pajaritas y la siempre popular ausencia de corbata. La de Bennet no encajaba con nada de eso: era simplemente fea.
—¿Qué estás mirando? —quiso saber Gina.
—Al doctor O'Reilly —contesté, preguntándome si era lo bastante mayor para haber comprado la corbata nueva.
—¿El empollón de Biología? —dijo Elaine, torciendo el cuello.
—Vaya corbata —comentó Gina.
—Y esas gafas —dijo Sara—. ¡Son tan gruesas que ni siquiera se ve de qué color tiene los ojos!
—Grises —dije yo, pero Elaine y Sara volvían a discutir sobre el noble deporte de subir escaleras.
—Las mejores escaleras están en el campus —dijo Elaine—. En el edificio de ingeniería. Sesenta y ocho peldaños, pero siempre llenos de gente. Así que normalmente opto por las que hay en Clover.
2
Juego de palabras intraducible. En inglés,