Media hora de comentarios, críticas, anécdotas, informaciones, siempre al servicio de la verdad y la justicia. La voz que recoge y prodiga por las ondas las palpitaciones populares de la Amazonía Peruana. Un programa vivo y sencillamente humano, escrito y radiado por el conocido periodista Germán Láudano Rosales, el Sinchi.
Compases del vals “ La Contamanina ”; suben, bajan y se cortan totalmente.
Muy buenas tardes, queridos y distinguidos radioescuchas. Aquí me tienen una vez más en las ondas de Radio Amazonas, la primera emisora del Oriente Peruano, para llevar al hombre de la urbe cosmopolita y a la mujer de la lejana tribu que da sus primeros pasos por las rutas de la civilización, al próspero comerciante y al humilde agricultor de la solitaria tahuampa, es decir, a todos los que luchan y trabajan por el progreso de nuestra indomable Amazonía, treinta minutos de amistad, de esparcimiento, de revelaciones confidenciales y alturados debates, reportajes que causan sensación y noticias que hacen historia, desde Iquitos, faro de peruanidad engastado en el inmenso verdor de nuestra selva. Pero antes de continuar, queridos oyentes, algunos consejos comerciales:
Avisos grabados en disco y cinta: 60 segundos.
Y, para comenzar, como todos los días, nuestra sección: UN POCO DE CULTURA. Nunca nos cansaremos de repetirlo, amables radioescuchas: es preciso que elevemos nuestro nivel intelectual y espiritual, que ahondemos nuestros conocimientos, sobre todo los que conciernen al medio que nos rodea, al terruño, a la ciudad que nos cobija. Conozcamos sus secretos, la tradición y las leyendas que engalanan sus calles, las vidas y hazañas de quienes les han prestado su nombre, la historia de las casas que habitamos, muchas de las cuales han sido cuna de grandes prohombres o escenario de episodios inmarcesibles que son orgullo de nuestra región.
Conozcamos todo esto porque así, adentrándonos un poco en nuestro pueblo y nuestra ciudad, amaremos más a nuestra Patria y a nuestros compatriotas. Hoy vamos a contar la historia de una de las más famosas mansiones de Iquitos. Me refiero, ya lo han adivinado ustedes, a la conocidísima Casa de Fierro, como se la nombra popularmente, que se yergue, tan original, tan
distinta y airosa, en nuestra Plaza de Armas y donde funciona en la actualidad el señorial y distinguido Club Social Iquitos. El Sinchi pregunta: ¿cuántos loretanos saben quién construyó esta Casa de Fierro que sorprende y encanta a los forasteros cuando pisan el suelo ubérrimo de Iquitos? ¿Cuantos sabían que esa hermosa casa de metal fue diseñada por uno de los más alabados arquitectos y constructores de Europa y del mundo? ¿Quiénes sabían, antes de esta tarde, que esa casa había salido del cerebro creador del genial francés que a comienzos de siglo levantó en la ciudad luz, París, la torre de fama universal que lleva su nombre? ¡La torre Eiffel!
Si, queridos radioescuchas, como lo han oído: la Casa de Fierro de la Plaza de Armas es obra del audaz y muy renombrado inventor francés Eiffel, es decir un monumento histórico de primera magnitud en nuestro país y en cualquier parte del mundo. ¿Quiere decir esto que el famoso Eiffel estuvo alguna vez en la cálida Iquitos? No, nunca estuvo aquí. ¿Cómo se explica, entonces, que esa magna obra suya destelle en nuestra querida ciudad? Eso es lo que el Sinchi les va a revelar esta tarde en la sección UN POCO De CULTURA de su programa…
Breves arpegios.
Corrían los años de la bonanza del caucho y los grandes pioneros loretanos, los mismos que surcaban del norte al sur y del este al oeste la espesura amazónica en busca del codiciado jebe, competían deportivamente, para beneficio de nuestra ciudad, en ver quién construía su casa con los materiales más artísticos y costosos de la época. Y así vieron la luz esas residencias de mármol, de adoquines y fachadas de azulejos, de labrados balcones que hermosean las calles de Iquitos y nos traen a la memoria los años dorados de la Amazonía y nos demuestran como el poeta de la Madre Patria tenía razón cuando dijo "cualquier tiempo pasado fue mejor". Pues bien, uno de estos pioneros, grandes señores del caucho y la aventura, fue el millonario y gran loretano Anselmo del Águila, quien, como muchos de sus iguales, acostumbraba hacer viajes a Europa para satisfacer su espíritu inquieto y su sed de cultura. Y aquí tenemos a nuestro charapa, don Anselmo del Águila, en un crudo invierno europeo-¿cómo temblaría el loretano, no?-, llegando a una ciudad alemana y alojándose en un hotelito que llamó poderosamente su atención y le encantó por su gran confort, por el atrevimiento de sus líneas y su belleza tan original, ya que estaba íntegramente construido de fierro. ¿Qué hizo entonces el charapita del Águila? Ni corto ni perezoso y con ese fervor por la patria chica que nos singulariza a la gente de esta tierra, se dijo: esta gran obra arquitectónica debería estar en mi ciudad, Iquitos la merece y la necesita para su galanura y prestancia. Y, sin más ni más, el manirroto loretano compró el hotelito alemán construido por el gran Eiffel, pagando por él lo que le pidieron sin regatear un céntimo. Lo hizo desmontar en piezas, lo embarcó y se lo trajo hasta Iquitos con tuercas y tornillos inclusive. La primera casa prefabricada de la historia, queridos oyentes. Aquí, la construcción fue montada con todo cuidado, bajo la amorosa dirección del propio del Águila. Ya saben la razón de la presencia en Iquitos de esta curiosa y sin igual obra artística.
Como anécdota postrera es preciso añadir que, en su gesto simpático y en su noble afán de enriquecer el acervo urbanístico de su tierra, don Anselmo del Águila cometió también una temeridad, al no percatarse que el material de la casa que compraba era muy adecuado para el frío polar de la culta Europa, pero algo muy distinto resultaba el caso de Iquitos, donde una mansión de metal, con las temperaturas que sabemos podía constituir un serio problema. Es lo que sucedió, fatalmente. La casa más cerca de Iquitos se reveló inhabitable porque el sol la convertía en una caldera y no se podían tocar sus paredes sin que a la gente se le ampollaran las manos. Del Águila no tuvo otro remedio que vender la casa a un amigo, el cauchero Ambrosio Morales, quien se creyó capaz de resistir la infernal atmósfera de la Casa de Fierro, pero tampoco lo consiguió. Y así estuvo cambiando de propietario año tras año, hasta que se encontró la solución ideaclass="underline" convertirla en el Club Social Iquitos, institución que está deshabitada en horas del día, cuando la Casa de Fierro echa llamas, y se realza con la presencia de nuestras damitas más agraciadas y nuestros caballeros más distinguidos, en las tardes y noches, horas en que el fresco la hace acogedora y templada. Pero el Sinchi piensa que, teniendo en cuenta su ilustre progenitor, la Casa de Fierro debería ser expropiada por la Municipalidad y convertida en un museo o algo parecido, dedicado a los años áureos de Iquitos, el período del apogeo del caucho, cuando nuestro preciado oro negro convirtió a Loreto en la capital económica del país. Y con esto, amables oyentes, se cierra nuestra primera sección: UN POCO DE CULTURA.
Breves arpegios. Avisos en disco y cinta, 60 segundos. Breves arpegios.
Y ahora nuestro COMENTARIO DEL DÍA. Ante todo, queridos radioescuchas, como el tema que tengo que tocar esta noche (muy a pesar mío y por exigírmelo mi deber de periodista íntegro, de loretano, de católico y de padre de familia) es sumamente grave y puedo ofender a vuestros oídos, yo les ruego que aparten de sus receptores a sus hijas e hijos menores, pues, con la franqueza que me caracteriza y que ha hecho de LA VOZ DEL SINCHI la ciudadela de la verdad defendida por todos los puños amazónicos, no tendré más remedio que referirme a hechos crudos y llamar a las cosas por su nombre, como siempre lo he sabido hacer. Y lo haré con la energía y la serenidad de quien sabe que habla con el respaldo de su pueblo y haciéndose eco del silencio pero recto pensamiento de la mayoría.
Breves arpegios.
En repetidas ocasiones, y con delicadeza, para no ofender a nadie, porque ése no es nuestro deseo, hemos aludido en este programa a un hecho que es motivo de escándalo y de indignación para todas las personas decentes y correctas, que viven y piensan moralmente y que son el mayor número de esta ciudad. Y no habíamos querido atacar directa y frontalmente este hecho vergonzoso porque confiábamos ingenuamente-lo reconocemos con hidalguía-en que el responsable del escarnio recapacitara, comprendiera de una vez por todas la magnitud del daño moral y material que está infligiendo a Iquitos, por su afán de lucro inmoderado, por su espíritu mercantil que no respeta barreras ni se para en miramientos para conseguir sus fines, que son atesorar, llenar las arcas, aunque sea con las armas prohibidas de la concupiscencia y de la corrupción, propias y ajenas.
Hace algún tiempo, arrostrando la incomprensión de los simples, exponiendo nuestra integridad física, hicimos una campaña civilizadora por estas mismas ondas, en el sentido de que se pusiera fin en Loreto a la costumbre de azotar a los niños después del Sábado de Gloria para purificarlos. Y creo que hemos contribuido en parte, con nuestro granito de arena, para que esa mala costumbre que hacía llorar tanto a nuestros hijos, y a algunos los volvía psicológicamente incapacitados, vaya siendo erradicada de la Amazonía. En otras ocasiones hemos salido al frente de la sarna supersticiosa que, bajo disfraz de Hermandad del Arca, infecta a la Amazonía y salpica nuestra selva de inocentes animalitos crucificados por culpa de la estulticia y la ignorancia de un sector de nuestro pueblo, de las que abusan falsos mesías y seudojesucristos para llenarse los bolsillos y satisfacer sus enfermizos instintos de popularidad, de domesticación y manejo de muchedumbres y de sadismo anticristiano. Y lo hemos hecho sin amedrarnos ante la amenaza de ser crucificados nosotros mismos en la Plaza de Armas de Iquitos, como nos lo profetizan los cobardes anónimos que recibimos a diario llenos de faltas de ortografía de los valientes que tiran la piedra y esconden la mano y se atreven a insultar pero no dan la cara. Anteayer mismo tropezamos en la puerta de nuestro domicilio, cuando nos disponíamos a abandonar el hogar para dirigirnos a ganar decentemente el pan con el sudor de nuestra frente, un gatito crucificado, como
bárbara y sangrienta advertencia. Pero se equivocan esos Herodes de nuestro tiempo si piensan que pueden taparle la boca al Sinchi con el espantajo de la intimidación. Por estas ondas seguiremos combatiendo el fanatismo demente y los crímenes religiosos de esa secta, y haciendo votos para que las autoridades capturen al llamado Hermano Francisco, ese Anticristo de la Amazonía, al que esperamos ver pronto pudriéndose en la cárcel como autor intelectual, consciente y contumaz del infanticidio de Moronacocha, de los varios intentos frustrados de asesinato por la cruz que se han registrado en los últimos meses en distintos villorrios de la selva fanatizados por el Arca, y de la abominable crucifixión ocurrida la semana pasada en el misionero pueblo de Santa María de Nieva del anciano Arévalo Benzas por obra de los criminales hermanos.