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Casi no he podido hablar de otra cosa con oficiales, suboficiales y soldados, créame. Hasta los crímenes del Arca pasan a segundo plano cuando se trata de las visitadoras.

– La razón son las numerosas patrullas y grupos de persecución y captura de los asesinos religiosos-pone en clave el capitán Pantoja-. Como la superioridad sabe, esos comandos se hallan internados en el monte, desarrollando una acción cívico policial de primer orden.

– En este maletín están las pruebas, Tigre-se decide por el cebiche de corvina y los riñoncitos a la criolla con arroz blanco el general Victoria-. Adivina qué son estos papeles. ¿Informes sobre el estado de la defensa aeroterrestre fluvial en las fronteras ecuatoriana, colombiana, brasileña y boliviana? Frío. ¿Sugerencias y planes para mejorar nuestro propio dispositivo de vigilancia y ataque en la Amazonía? Frío. ¿Estudios sobre comunicaciones, logística, etnografía? Frío, frío.

– El Servicio de Visitadoras creyó su obligación hacer llegar hasta esos comandos, allí donde se hallen, los convoyes de visitadoras-radia el capitán Pantoja-. Y lo hemos conseguido, gracias al esfuerzo entusiasta de todo el personal, sin excepción.

– Sólo solicitudes en relación con el SVGPFA, mi general-de postre alfajores de miel y maní y para tomar cerveza Pilsen bien heladita concluye el coronel López López-. Todos los suboficiales de la Amazonía han firmado memoriales pidiendo que se les permita utilizar el Servicio de Visitadoras. Aquí los tiene ordenados: 172 pliegos.

– Para ello he creado brigadas volantes de dos y tres visitadoras, y esa fragmentación del personal me hubiera impedido seguir asegurando la cobertura regular de los centros usuarios-telefonea el capitán Pantoja-. Espero no haberme excedido en mis atribuciones, mi general.

– Y la encuesta de López López entre la oficialidad es todavía más increíble-empuja con una rajita de pan, acompaña cada bocado con traguitos de cerveza, se enjuga la frente con la servilleta el general Victoria-. De capitán para abajo, el 95 por ciento de los oficiales también reclaman visitadoras. Y de capitán para arriba, un 55 por ciento. ¿Qué me dices de eso, Tigre?

– De acuerdo a las cifras que me ha comunicado el coronel López sobre su encuesta extraoficial, debo modificar totalmente el plan minimalista de ampliación del SVGPFA, mi general-se sobresalta, garabatea libretas, toma anfetaminas para amanecerse en el puesto de mando, despacha voluminosos sobres certificados el capitán Pantoja-. Le ruego que considere nulo y no recibido el proyecto que le mandé. Estoy trabajando día y noche en un nuevo organigrama. Espero enviárselo muy pronto.

– Porque, además, siento decirte que Pantoja, aunque está loco, tiene toda la razón del mundo, Tigre-ataca los riñones con ímpetu, bromea los franceses tienen razón, si uno encuentra el ritmo adecuado puede ingerir cualquier cantidad de platos, dieciocho, veinte el general Victoria-. Su argumentación es irrefutable.

– En vista de la duplicación potencial del número de usuarios, si se comprende a los suboficiales y mandos intermedios-discute con Chuchupe, Chupito y Chino Porfirio, pasa revista a candidatas, despide a lavanderas, conversa con cafiches, soborna a alcahuetas el capitán Pantoja-, debo comunicarle que el plan minimalista de prestaciones regulares, a un ritmo siempre por debajo del mínimo vital sexual, exigiría cuatro barcos del tonelaje de Eva, tres aviones tipo Dalila y un equipo

operacional de 272 visitadoras.

– Si se les concede ese Servicio a los clases y soldados ¿por qué no a los suboficiales?-separa las cebollas, los huesos y termina el escabeche de pato en unos cuantos bocados, sonríe, mira pasar a una mujer, guiña un ojo y exclama que escultura el coronel López López-. ¿Y si a éstos, por qué no a los oficiales? Es el planteamiento de todos. Y, la verdad, no tiene réplica.

– Naturalmente, si se considera la ampliación a la oficialidad, mis estimaciones registrarían nuevas variantes, mi general-visita a brujos, toma ayahuasca, tiene alucinaciones en las que ejércitos de mujeres desfilan por el Campo de Marte cantando " La Raspa ", vomita, trabaja, exulta el capitán Pantoja-. Estoy haciendo un estudio posibilista, por si las moscas. Habría que crear una sección especial, un grupo de visitadoras exclusivas, por supuesto.

– Por supuesto-rechaza el postre, pide café, saca un frasquito de sacarina, echa dos pastillas, apura la taza de un trago, enciende un cigarrillo el general Victoria-.

Y si se considera indispensable para la salud biológica y psicológica de la tropa que exista ese Servicio, habrá que aumentar cada mes el número de prestaciones. Porque, lo sabes de sobra, Tigre, la función hace al órgano. En este caso, la demanda irá siempre por delante de la oferta.

– Así es, mi general-pide la cuenta, intenta sacar su cartera, oye está usted loco, hoy son invitados del Tigre el coronel López López-.- Queriendo tapar un hueco, hemos abierto una coladera y por ahí se va a desaguar todo el presupuesto de Intendencia.

– Y toda la energía de nuestros soldados-se traslada en misión especial a Lima, visita a políticos, pide audiencias, aconseja, intriga, amarra, retorna a Iquitos el general Scavino.

– A este hambre de visitadoras que se ha despertado en la selva no lo para ni Cristo, Tigre-abre la puerta del auto, pasa primero, dice lástima no poder echar una siestecita después de este almuerzo, ordena de vuelta al Ministerio el general Victoria-. O, para estar a la moda, ni el niño mártir. A propósito, ¿saben que la devoción ya llegó a Lima? Ayer descubrí que mi nuera tenía un

altarcito con estampas del niño mártir.

– Podríamos comenzar con un equipo seleccionado de diez visitadoras para oficiales, mi general-habla solo por la calle, se queda dormido en su escritorio, fantasea, aterra a la señora Leonor con su flacura el capitán Pantoja-. Las reclutaríamos en Lima, naturalmente, para garantizar una alta categoría. ¿Le gustan las siglas SPO del SVGPFA? Sección para Oficiales del Servicio de Visitadoras. Le enviaré un proyecto en detalle.

– Caracho, creo que tienen razón-entra a su despacho, cavila, abre la correspondencia, se muerde una uña el Tigre Collazos-. Esta cojudez se está poniendo tenebrosa.

Número especial del diario El Oriente (Iquitos, 5 de enero de 1959), dedicado a los graves acontecimientos de Nauta.

Reportaje extraordinario de toda la redacción de El Oriente, movilizada bajo la guía intelectual de su director, Joaquín Andoa, para llevar a los lectores del departamento de Loreto la versión más ágil, pormenorizada y fiel del trágico caso de la hermosa Brasileña, desde el asalto de Nauta hasta el entierro en Iquitos, con los sucesos que han electrizado la atención de la ciudadanía.

Llanto y sorpresas despidieron restos de bella asesinada.

Ayer en la mañana, a las 11 horas aproximadamente, los restos mortales de la que fuera Olga Arellano Rosaura, conocida en el mundo del malvivir por el apodo de Brasileña, debido a sus años de residencia en la ciudad de Manaos (véase su biografía en la página 2, columnas 4 y 5), fueron enterrados en el histórico cementerio general de esta ciudad entre escenas de pesar y aflicción de compañeros de trabajo y amistades, que conmovieron a la numerosa concurrencia. Poco antes rindió honores militares a la finada una escolta de Infantería del campamento militar Vargas Guerra, en gesto insólito que no dejó de provocar considerable sorpresa, aún entre las personas más apenadas por la forma trágica en que perdió la vida esta joven y descarriada belleza loretana, a quien el capitán Pantaleón Pantoja llamó, en su perorata fúnebre, "desdichada mártir del cumplimiento del deber y víctima de la sociedad y villanía del hombre" (léase la perorata integra en la página 3, columna 1).

Sabedores de que el sepelio de la infortunada joven, iba a celebrarse ayer en la mañana, desde tempranas horas se habían congregado en las inmediaciones del cementerio (calles Alfonso Ugarte y Ramón Castilla), muchos curiosos que pronto bloquearon la entrada principal y el contorno del Monumento a los Caídos por la Patria. A las diez y treinta, más o menos, los presentes pudieron percatarse de la llegada de un camión del campamento militar Vargas Guerra, del que descendió una escolta de doce soldados, con casco, correaje y fusil, al mando del teniente de Infantería Luis Bacacorzo, el mismo que apostó a sus hombres a ambos lados de la puerta de ingreso al cementerio. Esta operación desató la curiosidad de las personas presentes, quienes no podían adivinar la razón de la comparecencia de una escolta del Ejército en esa hora, sitio y circunstancia. El enigma quedaría aclarado momentos después. En vista de que la aglomeración de curiosos y público en general obstruía por completo el acceso al cementerio, el teniente Bacacorzo ordenó a los soldados despejar la puerta, lo que éstos hicieron de inmediato sin contemplaciones.

A las 11 menos 15 minutos, la conocida carroza de lujo de la principal agencia funeraria de Iquitos, la "Modus Vivendi", hizo su aparición, totalmente recubierta de ofrendas florales, por la calle Alfonso Ugarte, seguida de gran número de taxis y vehículos particulares. El cortejo fúnebre, que avanzaba muy lento, había partido minutos antes del local del río Itaya llamado Servicio de Visitadoras, conocido generalmente con el sencillo mote de Pantilandia, donde había sido velada toda la noche anterior la malograda Olga Arellano Rosaura. Un impresionante silencio se extendió de inmediato por el barrio y la gente congregada abrió paso al cortejo por propia iniciativa a fin de que pudiera llegar hasta la misma entrada del camposanto.

Gran número de personas-un centenar a juicio de los observadores-acompañaban en su viaje a la última morada a la infeliz Olga vistiendo muchas de ellas de oscuro y dando muestras, sobre todo sus compañeras de trabajo, las visitadoras y lavanderas de Iquitos, de congoja en el rostro. Pudo notarse entre los componentes del cortejo fúnebre a la totalidad de mujeres que laboran en la mal afamada institución del río Itaya, siendo ellas, explicablemente, las que denotaban mayor dolor, vertiendo vivas lágrimas bajo los velos y mantillas negras. Puso una nota de emoción y dramatismo