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tierra, Norteamérica, para hacer aquí sus primeras armas misioneras. El episodio terminó trágicamente, como recordarán muchos lectores de El Oriente, pues fue a este diario, ya entonces el más prestigioso de Iquitos, al que el atormentado misionero dirigió una carta de excusas a la opinión pública loretana, antes de poner fin a sus días, desesperado del remordimiento por haber sucumbido ante la belleza adolescente de Olguita, ahorcándose en una palmera aguaje, en las afueras del caserío de San Juan (El Oriente publicó integra la carta, en su medio inglés medio español, el 20 de septiembre de 1949).

El tobogán de la vida airada

Luego de esta precoz y desdichada aventura sentimental, Olga Arellano Rosaura empezó a rodar por la pendiente de las malas costumbres y la vida airada, para la que incuestionablemente la ayudaban sus encantos físicos y su gran simpatía. Es así que, desde esa época, fue habitual distinguir su bella silueta en los lugares nocturnos de Iquitos, como el "Mao Mao", " La Selva " y el desaparecido antro "El Vergel Florido", que las autoridades debieron cerrar en su día por haberse comprobado que el citado bar, haciendo honor a su nombre, era una casa de citas donde perdían la virtud, de cuatro a siete de la tarde, alumnas de los colegios secundarios de Iquitos. Su propietario, el casi mitológico Humberto Sipa, (a) Moquitos, que pasó unos meses en la cárcel, ha hecho luego una exitosa carrera en ese campo de los negocios, como es de todos conocido. Sería largo, por supuesto, trazar el itinerario sentimental de la agraciada Olguita Arellano Rosaura, a quien en esos años la murmuración y las habladurías atribuían incontables protectores y amigos pudientes, muchos de ellos casados, con quienes la muchacha no vacilaba en lucirse en público. Uno de esos rumores inverificables, asegura que Olguita fue expulsada de Iquitos, discretamente, a fines de 1952, por el entonces prefecto del departamento, don Miguel Torres Salamino, debido a los apasionados amores que mantenía con la traviesa Olguita, un hijo del prefecto, el estudiante de ingeniería Miguelito Torres Saavedra, cuya muerte, en las espesas aguas de la laguna de Quistococha muchas mentes calificaron de suicidio, por las repetidas muestras de desolación que daba el joven desde la partida de su amada, aunque la familia desmintió enérgicamente ese rumor. En todo caso, la inquieta Olguita partió a la brasileña ciudad de Manaos, donde lo único que se supo de ella fue que, en los años que permaneció allí, en vez de corregir su conducta la empeoró, dedicándose al mal vivir a plena luz, pues empezó a ejercer de lleno, en lugares aparentes -lupanares y casas de cita-, el milenario oficio de la prostitución.

Regreso a la Patria

Avezada en esos indecentes menesteres y más bella que nunca, Olga Arellano Rosaura, a quien la inventiva loretana motejó de inmediato con el seudónimo de Brasileña, regresó hace un par de años a su nativa Iquitos, ingresando casi inmediatamente, a través del conocido enganchador de mujeres de ese lugar, el Chino Porfirio del barrio de Belén, al Servicio de Visitadoras, esa institución que acarrea mujeres de mal vivir, como si fueran piezas de ganado o artículos de primera necesidad, a las guarniciones de la frontera.

Pero, poco antes, la incorregible Olguita protagonizó otro ruidoso escándalo, al haber sido sorprendida en la última fila del cine Bolognesi, en función de noche, efectuando malos tocamientos y acciones indecorosas, con un teniente de la Guardia Civil, quien debió ser mutado de Loreto a causa de lo ocurrido. Hubo incluso -recordarán nuestros lectores-un intento de agresión por parte de la esposa del oficial, que arremetió contra la Brasileña, un jueves de retreta, cruzando ambas golpes e insultos sobre el césped de nuestra Plaza de Armas.

Olga Arellano Rosaura se convertiría muy pronto, gracias a sus atractivos físicos, en la visitadora estrella del mal afamado recinto del río Itaya, y en la amiga dilecta del administrador gerente del establecimiento, el quien hasta ayer, ingenuamente, suponíamos paisano común y corriente, don Pantaleón Pantoja, y quien había resultado ser, para perplejidad y confusión de muchos, nada menos que capitán de nuestro Ejército. Para nadie es un secreto, en esta ciudad, la estrecha e intima relación que existió entre la hermosa finada y el señor (perdón), el capitán en activo Pantoja, pareja a la que no era raro ver, paseándose muy acarameladita en la Plaza 28 de Julio o abrazándose con furor, a la caída de la tarde, en el Malecón Tarapacá. Involuntaria sembradora de tragedias, se dice que Alguita Arellano Rosaura, la seductora Brasileña, fue la razón de la partida de Iquitos de la desatendida esposa del capitán Pantoja, sentido drama familiar que fuera revelado por un colega nuestro, destacado comentarista radial de esta ciudad.

Fin trágico

Y así llegamos al desenlace de esta vida, que, todavía en plena juventud, encontró en el atardecer del segundo día del año 1959, en la Quebrada del Cacique Cocama, de las afueras de Nauta, prematuro y espantoso final, debido a balas traicioneras que, acaso hechizadas por su belleza como tantos hombres, la prefirieron a ella en su mortífera trayectoria, y a los clavos de unos degenerados o fanáticos. Las muchas personas que acudieron al mal afamado local del río Itaya, donde la Funeraria "Modus Vivendi" había instalado una capilla ardiente de primera clase, para asistir al velorio de Olga Arellano Rosaura, al acercarse al ataúd admiraban intacta, a través del transparente vidrio, resplandeciendo bajo los cirios fúnebres, ¡la hermosura morenita de la BRASILEÑA!

Primicia exclusiva de El Oriente

Epístola a los buenos sobre los malos del hermano Francisco

Publicamos a continuación, como primicia exclusiva, un texto llegado a nuestra Redacción anoche, y escrito de puño y letra por el celebérrimo Hermano Francisco, profeta y jefe máximo de la Hermandad del Arca, a quien busca la policía de cuatro países como cerebro pensante agazapado detrás de las crucifixiones que, de un tiempo a esta parte, vienen ensangrentando nuestra querida Amazonía. El Oriente está en condiciones de garantizar la autenticidad de, este sensacional documento.

En el nombre del Padre, del Espíritu Santo y del Hijo QUE MURIÓ EN LA CRUZ, me vierto a la opinión pública de todo el Perú y el mundo, para, con el permiso y la inspiración de las voces del cielo que espera a los Buenos, desmentir y negar como malvadas, calumniosas y adolescentes de toda verdad, las acusaciones de los MALOS que pretenden desposar a las HERMANAS y HERMANOS DEL ARCA con la violación, muerte y posterior CRUSIFIXIÓN de la señorita Olga Arellano Rosaura, tristemente ocurridas en la Quebrada del Cacique Cocama de las vecindades de Nauta. Desde mi apartado refugio donde sobrellevo la CRUZ que el Señor ha querido destinarme, en su generosa e infinita sabiduría, manteniéndome lejos de las manos impías que no pueden ni podrán nunca atraparme ni alejarme del pueblo creyente, santo, BUENO, de las Hermanas y los Hermanos, unidos en cópula divina en el amor a Dios y en el odio al MALO, levanto mi mano y, moviéndola enérgicamente de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, digo, acompañando el grito al gesto, ¡No! No es verdad que las Hermanas y los Hermanos del Arca, cuyo objetivo es hacer el BIEN y prepararse para subir al cielo cuando el Padre, el Espíritu Santo el Hijo MURIÓ EN LA CRUZ decidan que este mundo lleno de MALDAD y de impiedad se termine por el fuego y por el agua como está anunciado en el libro BUENO de la Biblia, lo que ocurrirá muy pronto porque así me lo han dicho las voces que escucho y que no vienen de este mundo, hayan tenido algo que ver con el crimen que cometieron los MALOS y que quieren atribuirnos para desviar sus culpas y hacer más gruesos y puntiagudos nuestros CLAVOS y más áspera la MADERA de nuestras CRUCES. Ninguno de los acusados de la muerte de la señorita Arellano ha pertenecido nunca a nuestra HERMANDAD de gentes BUENAS, y ni siquiera ha asistido ninguno de ellos, en calidad de simple espectador o curioso a las reuniones que han celebrado las ARCAS de la región donde han vivido, o sea las de Nauta, Bagazán y Requena, como me lo han confirmado los BUENOS Apóstoles de esas Arcas. Nunca se vio a ninguno de esos acusados presente en cuerpo en las reuniones celebradas para rendir alabanza al Padre, al Espíritu Santo y al Hijo QUE MURIÓ EN LA CRUZ y pedirles perdón por sus pecados para estar con el alma lavada cuando llegue el MOMENTO FINAL. Las Hermanas, los Hermanos no matan, no violan, no asaltan, no roban y sólo odian la violencia del MAL, como les ha enseñado el cielo por mi boca. Nunca se nos podrá echar en cara un sólo acto contrario al BIEN y no es cierto que prediquemos el crimen como nos imputan los que nos persiguen y nos obligan a escondernos y a vivir como fieras dañinas en el fondo de las espesuras.

Pero nosotros los perdonamos porque ellos son simples esclavos obedientes en manos del cielo, que los usa como CRUCES que a nosotros nos ganarán la inmortalidad de la gloria eterna. Y a la pobre Olga Arellano, aunque no había escuchado todavía la palabra, desde ya la incorporamos a nuestras oraciones y desde ahora la recordaremos junto con nuestros mártires y santos que nos ven, nos oyen, nos hablan, nos protegen y gozan merecidamente allá arriba de la paz celestial junto al Padre, al Espíritu Santo y al Hijo QUE MURIÓ EN LA CRUZ.

HERMANO FRANCISCO

Nota de la Redacción. Efectivamente, durante el entierro se vieron circular en el cementerio general de Iquitos estampas con la imagen de Olga Arellano Rosaura, semejantes a las que existen con las de otros crucificados del Arca, como el célebre niño mártir de Moronacocha y la Santa Ignacia.