Выбрать главу

A pesar de la rabia, la invadió un mal presentimiento:

– ¿Te veré mañana, de todas maneras?

Él se detuvo en seco, claramente ofendido:

– Te dije que te llevaría a casa, ¿no es cierto?

Ella abrazó su bolso, apretándolo contra el pecho:

– Me puedo tomar el ómnibus, si prefieres no hacerlo.

– Cielos -comenzó a volverse, y luego giró con rapidez-. ¿Por qué te estás comportando así?

– ¿Cómo? -se puso tensa. ¡Era él quien se estaba comportando de forma extraña!

– Sólo dime a qué hora debo buscarte.

– A las nueve -respondió ella, sin estar segura de si deseaba que él la llevara a su casa, si iba a tener esta actitud.

– Perfecto. Te veré a las nueve -echó un vistazo a su reloj-. Pero ahora debo volver al trabajo. Entremos tus cosas.

– Yo me ocupo -lo bloqueó con el hombro.

– Está bien, bueno, entonces te veré en la mañana -le dio un beso rápido e impersonal en el mentón, se metió en el auto, y se fue.

Ella se quedó mirando fijo, sin saber si debía sentirse enojada o triste, y sin saber cuál de esas emociones estaba sintiendo Brent. Pero maldita sea, se negaba a ser tratada como una indefensa debilucha.

– ¿Me quieres contar a qué se debía la escena que transcurrió afuera? -preguntó Melody, cuando Laura se agachó para sentarse con las piernas cruzadas frente a la mesa de centro. Habían pasado la tarde acomodando el estudio de Melody, una tarea que ésta había querido llevar a cabo durante meses pero que requería la ayuda de alguien. Entre la cháchara vivaz de Melody y los perros que estorbaban constantemente, la tensión en el estómago de Laura comenzó a aflojarse. Pero algo en el tono de Melody volvió a provocarla.

– ¿Qué? -preguntó con cautela, mientras posaba un bol de palomitas de maíz sobre la mesa y se unía a su amiga sobre el suelo. Karma, la Rottweiler hembra, estaba sentada delante de ella con los ojos suplicantes clavados en el maíz inflado, aguardando con avidez.

– Esa discusión que tú y Brent tuvieron al lado de su auto -dijo Melody, mientras salpicaba la sal sobre el bol.

– Oh -dijo Laura suavemente. Al haber sido criada en un pueblo, había aprendido de los peligros de confiar en la gente equivocada. Pero Melody no parecía ser del tipo crítico o chismoso. Suspirando, tomó un puñado de palomitas-. Brent me pidió que me fuera a vivir con él.

– ¿En serio? -preguntó su amiga.

– Le dije que no.

– Vaya, ¡apuesto a que ésa es una palabra que no escucha muy a menudo! -Melody se rió, y arrojó un grano de maíz a Chakra. El macho gigante lo atrapó en el aire.

Laura comenzó a asentir, cuando pensó en algo.

– ¿Qué? -preguntó Melody.

Ella levantó la mirada, y luego sacudió la cabeza.

– Oh, nada.

– Oh, vamos, Laura. Ahora vivimos juntas. Y esto -sacudió una mano sobre la mesa de centro llena de comida saludable- es un pijama party.

– Para mí es la primera vez -una sonrisa de tristeza se asomó a sus labios-. Jamás fui a un pijama party.

– ¿De verdad? -Melody sacudió la cabeza, y luego adoptó una expresión de hermana mayor-. Bueno, la primera regla es compartir todos los secretos, confesiones y fantasías sobre los hombres. Y la regla número dos, no admitir grabadores, tomar notas, o hermanitos. Y la última, no criticar o hacer pasar vergüenza. Así que suéltalo.

Ofreciendo un grano de maíz inflado a Karma, Laura intentó ordenar sus pensamientos.

– Tal vez tengas razón respecto de que Brent no escucha la palabra no muy a menudo. No porque sea irresistible, que, dicho sea de paso, también yo lo creo, sino porque… -frunció el entrecejo- no creo que se abra a la posibilidad de ser rechazado muy a menudo.

– Entonces debió de haber tenido muchas ganas de que te fueras a vivir con él.

– No lo sé -mientras Karma se acomodaba al lado de ella, Laura acarició el áspero pelaje del animal-. Creo que él se sorprendió tanto por el ofrecimiento como yo.

– ¿Lamentas haberle dicho que no?

– En realidad -sonrió-, me siento orgullosa de mí misma. La palabra No es una de las que he estado intentando incorporar a mi léxico. Es sólo que… -volvió a fruncir el entrecejo-… me gustaría que no doliera tanto pronunciarla.

– ¿Qué no le doliera a los demás o a ti misma?

Laura la miró:

– ¿Acaso no es lo mismo?

– ¿Ves? -Melody le hizo un gesto-. Ése es el problema con la gente que tiene demasiada luz azul en su aura.

– ¿Qué? -Laura se rió.

– La gente con auras azules. Te sacrificas demasiado y te sientes motivada por las necesidades de otros. Por cierto, tienes un aura de un hermoso color azul cielo, con preciosos reflejos color amarillo patito.

– Gracias, creo -Laura frunció la frente.

– Yo, por mi parte, soy toda naranja y verde. No es malo, pero tampoco demasiado altruista -Melody extendió los brazos, exhibiendo su caftán-. Llevo el violeta a menudo, pues tengo la esperanza de que estimule mi chakra espiritual, pero temo que estoy demasiado arraigada en el plan físico. Me gusta la buena comida, el sexo caliente, y una cama suave y cómoda. Así que condéname.

Laura ocultó una sonrisa mientras masticaba el maíz inflado.

– Pero tú no tienes suficiente luz naranja -Melody ladeó la cabeza y entornó los ojos, mirándola-, o al menos, no la tenías. Yo diría que lo de anoche debió ser bastante ardiente.

– ¿Qué te hace pensarlo? -Laura quedó helada, a punto de meter un grano de maíz en la boca.

Melody levantó las manos y sus dedos bailaron alrededor de Laura como si estuviera tocando un campo de luz.

– Tienes unas pequeñas chispas naranjas que flotan alrededor de ti, como luciérnagas.

– ¿Y? -Laura la animó a seguir, fascinada.

Melody arrojó otro grano de maíz a Chakra:

– La luz naranja proviene del chakra sexual. Y el tuyo ha estado tristemente reprimido desde que te conozco. Es una suerte que tú y Greg finalmente se hayan separado, o te habría terminado de apagar la luz naranja por completo.

Sonrojándose, Laura apartó la mirada, y advirtió la hora. El noticiario de Brent estaba a punto de salir al aire:

– ¿Te importaría si miro las noticias?

– Cielos, ¿tan tarde es? -mascullando sobre la rapidez con que se le escapaba el tiempo, Melody buscó el control remoto entre los almohadones del sofá. Volviéndose hacia la TV, comenzó a cambiar de canal-. Hablando de Greg, ahí tienes a un hombre que realmente necesita ajustar sus chakras. Sus luces naranjas están completamente desequilibradas.

Laura sonrió:

– Se lo diré la próxima vez que lo vea.

– Cómo me gustaría estar ahí para verlo -la mirada de Melody se perdió en la lejanía-. Estoy viendo esas mejillas tersas tornarse rojas, y los ojos color avellana que parpadean detrás de esos preciosos anteojitos.

– Tienes buena memoria.

– Me gusta observar a la gente -Melody encogió los hombros-, y ya que estamos hablando de personas y sus auras -señaló hacia la pantalla-, por cierto, él tiene una muy interesante.

Laura se volvió y contuvo el aliento al ver a Brent hablándole a la cámara, tan sereno y tranquilo. Parecía un hombre diferente del que había estado con ella en la vereda sólo unas horas antes, o el amante cuya cama había compartido anoche.

– ¿Realmente puedes ver el aura de la gente? -le preguntó. Conocía lo suficiente de la medicina holística para creer en la existencia de auras. No estaba tan segura sobre las afirmaciones respecto de profecías y sanaciones, pero no estaba preparada para descartar toda la idea como tonterías.