Tal vez otro podría no entenderlo. Yo he abandonado la esperanza muchas veces. Cuando todo lo que tenemos es honor, cuando nos erguimos solos contra horrores tales como los que hemos visto, algunas veces la desesperación es todo lo que nos queda.
Ella lo avergonzaba y lo hacía sentirse orgulloso. Una mujer que permanecía a su lado. Sabía lo que él había hecho. Se lo había contado. Sabía lo que era un Carpato, lo que podría ocurrir si se desviaba, incluso por un momento, del camino. Y tenía que saber lo que significaba eso cuando la había informado de que había ingerido la sangre del vampiro e iba a internarse en su terreno para espiar.
A su alrededor la selva se había convertido en otro mundo. El sonido de la lluvia era un ritmo suave, música que tamborileaba a la par que su corazón. El gris se había convertido en una neblina plateada, increíblemente hermosa, cada gota era un prisma de cristal reluciente. Sintió las gotas individuales sobre su piel, y por primera vez, la sensación fue sensual. Abrió la boca y saboreó la lluvia, mirando alrededor con maravilla mientras abría la mente para compartir el precioso don que ella le había proporcionado. La oyó jadear cuando comprendió la enormidad de lo que les unía. Era una comunión que él nunca había esperado experimentar y la presencia de ella incrementó la reacción de su cuerpo.
Respiró profundamente cuando la sangre se precipitó a su ingle, cuando cada terminación nerviosa de su cuerpo se puso en alerta y su piel pareció crepitar sólo con el toque de la lluvia. Extrañamente los parásitos estaban callados, casi como si estuvieran tan hipnotizados por la presencia de ella como él. Los horrendos susurros de su mente cesaron completamente.
Se permitió a sí mismo sólo sentir, beber de la presencia de ella, disfrutar de ese momento de no estar solo. Compartían la misma mente, y por una vez, todo en él se asentó, estuvo en paz. También podía sentir la corrección en ella, aunque sabía que estaba horrorizada por las cosas que le había revelado sobre sí misma en sus sueños compartidos. A ella le avergonzaba que la hubiera visto tan vulnerable, que hubiera visto un lado de sí misma que mantenía oculto a todos los demás.
Me siento a la vez honrado y privilegiado por conocerte tan completamente… por conocer a la mujer, no sólo a la guerrera.
Una parte muy masculina en él se alzó, dominante, protectora, un indicio de celos ante la idea de que otro hombre descubriera su vulnerabilidad. La mujer le pertenecía sólo a él… como él a ella. El mundo podía ver al guerrero en ambos, pero el hombre y la mujer disfrutaban de una intimidad que nadie más necesitaba conocer.
En lo alto, la última luz palideció dejando a la tierra en sombras y en completa oscuridad. Todo se quedó inmóvil… la selva contenía el aliento. No había ningún viento, aunque una nube oscura se movió con rapidez a través de la canopia, un revoloteo de alas ruidosas en la quietud de la noche que caía.
Murciélagos. Dominic siseó una advertencia en su mente. El no muerto se alza…
Desde la red de cavernas formadas por las raíces como aletas del árbol Kapoc emanaron miles de murciélagos diminutos, respondiendo a la llamada de sus amos. La tierra escupió garrapatas y ejércitos de hormigas, que treparon sobre los árboles y rocas.
Tendrán hambre. Cambia y ocúltate, ponte a salvo. No es seguro comunicarse de este modo. Cualquier oleada de poder les alertará.
Él ya estaba en pie, moviéndose con rapidez, deslizándose al personaje familiar del guerrero insuperable. Ser un compañero era nuevo para él, pero esto… esto sabía cómo hacerlo. Alzó el vuelo estirándose hacia el cielo, una nube oscura entre nubes oscuras, con la forma de un millar de murciélagos, con colmillos y garras, todos rabiosamente hambrientos… como él. Permitió que su hambre se amplificara, oyó al viento aullar en lo alto del dosel, protestando por las cosas antinaturales que viajaban cruzando el cielo. Cualquier cosa que se cruzara en su camino sería destruida. Los animales guardaban silencio, los depredadores nocturnos se pusieron furtivamente a cubierto. El relámpago cruzó el cielo nocturno, dividiéndolo con látigos de ardiente electricidad blanca. El trueno retumbó, sacudiendo la tierra.
Ven a mí, Dominic. Había una orden en la voz masculina.
Una voz profunda y suave de autoridad… un hombre acostumbrado a la obediencia instantánea. Dominic reconoció la voz. Había pasado tanto tiempo. Fueron algo así como amigos, guerreros unidos en los viejos tiempos. Respetaba mucho al hombre y sus asombrosas habilidades para la lucha.
Zacarías. Abandona este lugar.
Te ayudaré. Se me ha informado de lo que has hecho. Necesitarás toda la ayuda posible para semejante tarea. Estoy al sur, un viejo caminando solo junto al río.
Dominic sintió la vieja camaradería emanando de la nada. Moriría en este alzamiento o en el siguiente y aun así su compañera le había dado este poderoso don de la emoción. Podía sentir, no sólo recordar, cuánto había apreciado a Zacarías con su inteligencia rápida y sus feroces habilidades para la lucha. No se planteaba que algún vampiro pudiera imitar al mayor de los hermanos De La Cruz, la resonancia era demasiado perfecta… nadie podía retratar adecuadamente el poder del hombre con sólo su voz.
Estaría bien verte, viejo amigo, pero es peligroso. Si los cinco pudieran ponerte las manos encima, probablemente se alegrarían más que si se las arreglaran para capturar al Príncipe. Dominic envió la advertencia, seguro de que Zacarías era bien consciente de que los que lideraban el alzamiento de los vampiros eran los hermanos Malinov. Una vez, los hermanos De La Cruz y los Malinov estuvieron tan unidos como una familia, ahora los hermanos Malinov odiaban a los De La Cruz con toda la malicia y la traición que sus almas negras podían conjurar.
¿Sabes si los hermanos que quedan están aquí? Dominic giró hacia el sur. Lo hizo más que nada para proteger a Zacarías. Si el no muerto lo divisaba habría una pelea. No dudaba de las capacidades de Zacarías en la lucha, pero los no muertos parecían haber crecido significativamente en número, e incluso un guerrero con la habilidad de Zacarías podía ser derrotado.
Los persigo. Parecen ser varios de los no-muertos menores, recientemente reclutados, y unos pocos más con mayor experiencia. He divisado a dos maestros, pero ninguno son los Malinov. Han fijado su objetivo en mis hermanos, Dominic. No tengo más elección que cazarlos.
Ese era Zacarías. Sus hermanos siempre lo primero. Le importaba poco su propia vida, pero sobreviviría para eliminar cualquier amenaza hacia sus hermanos pequeños. Lo cual era risible. Los otros cuatros hermanos De La Cruz eran guerreros más que capaces, cada uno altamente cualificado, entrenados por Zacarías, con la experiencia de miles de batallas.
Los murciélagos giraron en el cielo, un revoloteo negro de alas que giraban más apretados para conseguir una mejor visión del suelo. Lejos, más abajo, caminando a través de los árboles, había un viejo encorvado que utilizaba un bastón con aspecto muy vulnerable, una tentación para cualquier vampiro que se preciara. Dominic sonrió para sí mismo. Zacarías no era propenso a mucha charla. Atraía a su enemigo y disponía de él sin fanfarria o bravata.
Tomó tierra a una distancia segura, sólo porque la prudencia dictaba precaución en medio de territorio enemigo. El viejo permaneció a unos pocos metros de él. Se estudiaron el uno al otro. Zacarías continuaba aparentando edad, pero no había forma de confundir esos penetrantes ojos acerados. El cabello alborotado estaba veteado de gris, pero Dominic sabía que era tan negro como el ala de cuervo sin el disfraz.
– Arwa-arvod mäne me ködak, que tu honor perdure en la oscuridad -saludó Dominic, adelantándose a zancadas. Estrechó los antebrazos de Zacarías con el antiguo saludo de más alto respeto entre dos guerreros.