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Zacarías le agarró con fuerza, recordando el afecto.

– Arwa-arvo olen isänta, ekäm… el honor te sostenga, hermano -devolvió formalmente-. Ha pasado mucho desde que oí nuestro idioma. Hablamos portugués o español por regla general. Algunas veces alemán. Tenemos que adaptarnos al país en el que buscamos vampiros. Es un continente grande para que cinco de nosotros patrullen y los Malinov lo saben.

Se separaron y se evaluaron con la mirada el uno al otro. Dominic sonrió.

– Ha pasado mucho tiempo, Zacarías.

Zacarías asintió con la cabeza.

– Mucho he permanecido en la lucha, sustentado por el honor. Mis hermanos han encontrado a sus compañeras y mi tarea casi ha concluido.

Dominic lo miró agudamente.

– Has abandonado toda esperanza de encontrar una compañera propia.

– Estoy cansado de esta vida, Dominic -estuvo de acuerdo Zacarías-. Y ya no puedo cambiar para encajar con los tiempos. Las mujeres son diferentes, han crecido más allá de todo lo que conocíamos. He vivido demasiado tiempo como un hombre dominante, mi palabra es ley, todo se hace a mi manera. Las mujeres que he observado no estarían contentas viviendo bajo las restricciones que yo les impondría, no puedo ser otra cosa que lo que soy. -Sacudió la cabeza-. No puedo lamentar lo que no conozco. Puede que no sirva para ser compañero. Esos días hace mucho que pasaron.

– No tan rápido, viejo amigo -dijo Dominic, sacudiendo la cabeza-. Yo me rendí y escogí entregar mi vida por mi gente. Es demasiado tarde, tomé la sangre y ésta me come desde dentro. Pronto mi cerebro se pudrirá, y no tendré más opción que revelarme ante aquellos a los que pretendo espiar. Caeré luchando, pero dejo atrás a mi compañera. La encontré al fin, en mi última hora. No traiciones a tu mujer como yo a la mía.

Se produjo un largo silencio. La mirada fija de Zacarías nunca abandonó la cara de Dominic.

Dominic asintió con la cabeza.

– Veo en color. Siento emoción.

– Y acudes al mismo corazón de la guarida del enemigo.

– Así es. El pesar es una piedra pesada que cargar -admitió Dominic-. Y la culpa. La encontré y aún así debo dejarla. Si la reclamo, ella me seguirá.

La apariencia de Zacarías no vaciló ni una vez. Su impresión de un anciano humano era impecable. Parecía, olía e incluso mantenía el cerebro para la exploración de un vampiro, con los pensamientos de un hombre colocando cámaras nocturnas. Pero detrás de la fachada era el hombre que Dominic había conocido hacía tanto tiempo.

– Debemos encontrar un modo de intercambiarnos de lugar. Inféctame y luego dirígete a los sanadores para ver si pueden salvarte.

Dominic quiso sonreír ante la exigencia en la voz de Zacarías. Tal vez el hombre tuviera razón al decir que había sido durante demasiado tiempo un depredador dominante. No había vuelta atrás. Sus experiencias formaban quienes y qué eran y en qué se convertían. Zacarías no encajaba con una mujer moderna. Un compañero se dedicaba a hacer feliz a su otra mitad. Él sólo conocía su camino.

El pesar por el hombre y sus muchas vidas de servicio presionaban con fuerza sobre Dominic. Zacarías, como si leyera los pensamientos de Dominic, se encogió de hombros.

– No hay necesidad de sentir emoción por mí, Dominic, cuando yo no puedo sentirla por mí mismo. Estoy aquí en primer lugar para recuperar a un miembro díscolo de la familia, y en segundo, para descubrir dónde están los Malinov. Me ha llegado la noticia de que podrías necesitar ayuda con tu plan. Que tome tu lugar tiene sentido si ciertamente es posible.

Dominic frunció el ceño.

– ¿Un miembro díscolo de la familia? -No podía imaginar a ningún miembro de la familia de Zacarías que no se sometiera a su control.

Zacarías inclinó la cabeza.

– Solange Sangria. Es jaguar. Su prima Juliette es compañera de Riordan, y la hermana de Juliette, Jasmine, está bajo el cuidado y protección de nuestra familia. Solange es un problema, una pequeña gata salvaje. Tengo que admitir… reluctantemente… que tiene mi respeto como guerrera, pero la matarán si continua por la senda que ha escogido. Sus dos primas se acongojan por ella y temen, con razón, por su vida.

Dominic sintió su corazón retorcerse. Solange Sangria. El nombre era hermoso. El sonido resonaba en su alma. Ella era suya. No de Zacarías, ni de su familia; pertenecía solamente a Dominic. Solange Sangria era la única persona… la única cosa… en el mundo entero que deseaba para sí mismo. Abrazó el nombre, sabiendo con absoluta certeza que Solange era el nombre de su compañera. Sonaba auténtico, el corazón de una guerrera, su feminidad oculta al mundo, pero ahí sólo para él.

– Ella es mía.

Los ojos de Zacarías parpadearon.

– Debería haber sabido que sería Solange. Esta mujer es astuta y tan salvaje como los felinos de la selva. A pesar de eso, Dominic, es una mujer de valía para el mundo y una pareja digna de un guerrero de tu talla. Ha visto demasiado horror y masacre. Vive para la batalla. Me temo que no se retirará de esta lucha. Necesitará cuidados, Dominic. Razón de más para tomar tu lugar.

– Ingerir la sangre y abrirme paso hasta el campamento enemigo fue mi decisión -replicó Dominic-. Ésta es mi batalla, Zacarías. Fue mi elección y no tengo más opción honorable que llevar mi carga hasta el final.

– Tu compañera puede que sienta otra cosa.

– Si es mi auténtica compañera, entenderá que no puedo hacer otra cosa que continuar con este curso de acción. No esperaría que otro, sin importar cuán generosa fuera la oferta, ocupara mi lugar. Sería perjudicarlo a él y a su compañera. No puedes fallar a tu mujer, Zacarías, rindiéndote antes de tiempo.

Una sonrisa débil tocó la boca de Zacarías, pero fracasó en suavizar sus rasgos impertérritos o alcanzar el acero frío de sus ojos.

– Le fallé hace mucho, amigo mío. No puedo cambiar. No puedo ser lo que este siglo dicta como apropiado, y no quiero serlo. No puedo exigir a una mujer que viva según mis reglas. -Se encogió de hombros-. Hace tiempo que llegué a un entendimiento con esto.

– Tal vez ella escogería hacerlo, entregándose por propia voluntad.

– A eso me refiero. ¿Qué voluntad propia tendría conmigo? Tú y yo sabemos que ninguna.

– No puedes saberlo hasta que ocurra -dijo Dominic-. El mundo cambia. Ahora no sientes nada, pero si una mujer restaura tus emociones…

– La sujetaría demasiado fuerte. Soy demasiado viejo, Dominic, demasiado apegado a mis costumbres. Mis demandas serían absolutas.

– Entonces tu compañera tendrá que ser una mujer extraordinaria que encontrará un modo de tratar contigo -predijo Dominic-. No estés tan ansioso aún por arrojar la esperanza por la borda. Los compañeros están destinados, Zacarías. No los encontramos en cualquier parte. Sólo hay una para completarnos, y aún así no creo que sea siempre fácil, creo que el vínculo sólo se produce con el que es la otra mitad de nuestra alma.

Zacarías se encogió de hombros, sin estar convencido. Sin más preámbulos, se desgarró la muñeca con los dientes y la sostuvo ofreciéndosela a Dominic.

– Necesitarás sangre fuerte para hacer esto, hermano mío. Toma lo que ofrezco libremente. Acudiré a tu llamada y te sostendré a lo largo de esta prueba.

Dominic se llevó la muñeca a la boca y bebió, el embate de sangre fuerte y ancestral lo golpeó como una bola de fuego, apresurándose a través de su sistema para empapar e infectar órganos. Los parásitos reaccionaron con un frenesí de dolor apuñalador. Podía sentirlos en sus venas, arañando bajo su piel, desgarrando y dando zarpazos en su intestino. Cerró la herida en la muñeca de Zacarías e inmediatamente empujó a tantos parásitos como fue posible a través de sus poros, sangrándolos para mantener el daño a su sistema tan mínimo como fuera posible.