Drago escupió en el suelo del bosque, y los pequeños parásitos se retorcieron obscenamente en las hojas secas y podridas. Sus ojos brillaron de un rojo profundo, echó la cabeza hacia atrás y aulló. Un árbol a la izquierda de Dominic se estremeció. Una larga serpiente que estaba retorcida alrededor de las ramas alzó la cabeza y reptó a lo largo del tronco, desenroscando su largo cuerpo mientras descendía a la tierra y reptaba hasta los pies de Drago. Su larga lengua probó el aire y luego la pasó sobre los parásitos antes de levantarse, tomando su autentica forma horrorosa, irguiéndose en pie a unos centímetros de su compañero.
Los dedos de Drago continuaban acariciando el aire bajo su palma mientras la tierra justo detrás de Zacarías estalló y arrojó a un tercer vampiro. Un cuarto emergió de las ramas retorcidas de la higuera ennegrecida de la que había salido Drago, y Dominic lo etiquetó automáticamente como el eslabón más débil. Su cara todavía era medio reconocible, la carne todavía cubría los huesos encogidos. Dominic se había tropezado con él cuando todavía era un cazador, ni siquiera un antiguo, aunque fue incapaz de controlar su deseo de emoción y obviamente había capitulado ante el susurro de oscuridad. Su nombre había sido Roberto, pero Dominic pensaba en él como un gusano.
Zacarías miró a los cuatro vampiros que les rodeaban. Podríamos tener un problemilla aquí.
Dominic envió la impresión de una sonrisa burlona. Justo como en los viejos tiempos. Como a mí me gusta.
Siempre estuviste un poco loco. Te encanta la batalla. El tono de Zacarías era seco.
¿Y a ti no? Había risa en la pregunta.
Capítulo 4
a
Pero entonces más allá de toda esperanza, entraste en mi sueño.…
Tu melodía embrujadora, tu amable voz sanadora.
El alma de un poeta, el gran corazón de un guerrero.
Tú se lo diste todo a tu gente. ¡Déjame a mí darte los sentimientos!
De Solange para Dominic
¿Qué había hecho? Solange estaba bajo la lluvia, cubriéndose la cara con las manos, con la garganta dolorida y el corazón atronando en su pecho. Le había contado todos sus secretos. Había creído que estaría a salvo, que él no era real. Le había expuesto cada debilidad. ¿Habían sido los sueños alguna clase de truco? Gimió y se acarició la garganta para tratar de aliviar el terrible dolor. Sus cuerdas vocales estaban destrozadas… igual que su corazón.
Un guerrero Carpato. Ella lo había imaginado. Había construido su imagen detalle a detalle… ¿o no? Había reconocido entonces, cuando comenzaron sus visiones, que había abandonado toda esperanza y llegaba al final de sus días. Su guerrero había sido lo único que la había sostenido a través de todas las batallas y todas las horribles matanzas con que se había encontrado. Brodrick el Terrible estaba decidido a purgar cada gen diluido de jaguar que pudiera encontrar. Sólo aquéllos que pudieran cambiar serían perdonados… varón y hembra.
No había forma de detener el mal en el interior de su padre. La enfermedad había comenzado centenares de años atrás: tratando a las mujeres como esclavas, como reproductoras, los hombres seguían los actos de la familia real. Habían sido indulgentes consigo mismos, depravados, ansiando el poder y fomentándolo, alentando los peores rasgos de su especie en vez de tratar de convertirse en algo diferente. Brodrick disfrutaba matando. Y se rodeaba de hombres como él.
La lluvia familiar se sentía como un seductor desconocido, burlando sus sentidos, recorriendo el valle entre sus senos y bajando por su vientre hasta la unión entre sus piernas. Extrañamente excitada por la sensación, Solange levantó la cara hacia la lluvia, captando algunas gotas en su boca, permitiendo que bajaran por su garganta para aliviar el dolor. No había alivio para el dolor entre sus piernas.
Colores tan brillantes como el sol se arremolinaban frente a sus ojos, casi cegándola. Cada emoción estaba exagerada mil veces. Humillación. Vergüenza. Pesar. Furia. Un terrible hambre sexual, cruda y volátil, un deseo que nunca había experimentado. La lluvia goteaba de las puntas de sus senos, ahora tensos, floreciendo en duros picos gemelos. Miró hacia su propio cuerpo y las lágrimas ardieron detrás de sus ojos.
Esta necesidad, este deseo era más fuerte que cualquier celo que alguna vez hubiera experimentado. Tomó aliento y recuperó su cordura. La pasión no sólo afectaba a su cuerpo, cada una de sus partes, corazón y alma, parecía sentir un deseo abrumador de estar con él. Compañeros. Había visto la devoción que el compañero de su prima Juliette mostraba hacia ella. Él prestaba atención a la más mínima cosa, parecía completamente enfocado en ella en cada momento… y esa clase de concentración haría que Solange enloqueciera. Llevaba sola demasiado tiempo. Pasaba semanas sin ver o hablar con otra persona. ¿Cómo le iba a ser posible mantener una relación? No sabía cómo. Ella no sabía nada acerca de compartir su vida o… o cualquier otra cosa.
Aterrorizada apenas podía respirar, sus pulmones ardían por la falta de aire. Nunca podría ir hacia él. Nunca. Apenas había un lugar en su cuerpo que no estuviera lleno de cicatrices. No tenía piel suave que ofrecerle, ningún aspecto suave en la mujer angulosa que se había convertido en poco más que una máquina de luchar. La mujer del sueño había sido una ilusión. MaryAnn, la compañera de Manolito, era lo más cercano a una amiga que tenía, e incluso MaryAnn la había regañado por su cabello agreste y su falta de feminidad. Había fingido que no le importaba no ser femenina, y por aquel entonces no le importaba. Pero ahora… ahora que él estaba en su vida, ahora que él había venido, este hombre entre hombres, este guerrero que era claramente superior al resto…
Gimió y se presionó los puños contra los ojos. No era una mujer que llorase. O ansiara a un hombre. O lo necesitara. Pero en cierta forma, en el transcurso de los últimos meses todo eso había cambiado. Ella había cambiado… llevada hasta el borde de la destrucción por el horror interminable de la vida que había escogido. No había habido respiro… excepto él. El Carpato. Su Carpato.
Inspiró profundamente y en silencio admitió que necesitaba al Carpato, aunque fuera sólo para compartir sus últimos días. Él nunca se acobardaría ante lo que percibía como su deber ante su gente, no más de lo que lo haría ella. Esto era un tremendo lío y llegaba en el peor momento posible. Finalmente había encontrado a Brodrick. Sabía dónde estaba, pero también sabía que no se quedaría allí demasiado tiempo. Y normalmente viajaba con sus soldados más violentos.
A su alrededor el aire se detuvo. Todo ruido cesó en el bosque. Su jaguar se quedó congelado, empujaba cerca de su piel como para protegerla. El vello de sus brazos se erizó y un escalofrío de miedo bajó por su columna vertebral. Los insectos inundaron la tierra, hormigas y escarabajos salieron en tropel, cubriéndolo todo a su paso. Los vio fluyendo como un río negro sobre los troncos caídos, moviéndose hacia ella. En lo alto, el cielo se llenó de murciélagos que se movían rápido a través de la canopia, una siniestra nube oscura, negros presagios de cosas por venir.
Los vampiros se habían alzado. Se levantó rápidamente, dejando que el cambio la tomara. Los no muertos se alzarían hambrientos y buscando su presa. En su forma humana los atraería fácilmente. Su forma de jaguar podría introducirse en el dosel y esperar hasta que pasaran.