Murciélagos. La voz del amante de sus sueños siseó la advertencia en su mente. Los no muertos se levantan.
Ella ya había vuelto a los árboles, el jaguar había trepado por el recodo de una rama a lo alto, bajo un paraguas de hojas gruesas. Se quedó muy quieta.
Tendrán hambre. Cambia y escóndete, alcanza una zona segura. Es arriesgado comunicarse así. Cualquier oleada de poder les alertará.
Su cola se sacudía por el malestar. ¿Se creía que no sabía qué hacer? No era estúpida. Manolito y Riordan les habían enseñado a ella, a Juliette y a Jasmine cómo matar a un vampiro si era necesario. Recientemente, en las últimas semanas, su entrenamiento le había salvado la vida repetidas veces. Ante todo ella era una guerrera. Siempre. No se arriesgó a responder porque sabía que su Carpato tenía razón y los no muertos podrían sentir la oleada de poder que requería comunicarse telepáticamente. Probablemente podría hacerse sin que lo supieran, pero no era lo suficientemente experimentada, y Solange nunca corría riesgos innecesarios.
Mantuvo la cabeza entre las patas y vació su mente mientras los murciélagos giraban y se zambullían en el aire, algunos capturando insectos voladores mientras los otros se ocupaban de la fruta en los árboles. Podía ver a otros gateando en la tierra en busca de presas de sangre caliente. Permaneció muy quieta, deteniendo incluso la punta de su cola hasta que, lentamente, los murciélagos se fueron a un nuevo territorio. Sólo entonces se levantó y se estiró a la manera lánguida de un felino.
Tenía trabajo. Había tendido una trampa y sabía que Brodrick y sus hombres caerían en ella. Nunca esperarían que regresara. A estas alturas sabrían que estaba herida. Se creían a salvo de ella. Y Brodrick había formado una alianza inestable con los vampiros. Los no muertos podían controlar las mentes de los jaguares con sangre diluida e incluso con sangre pura, pero seguramente no de la de un miembro de la familia real. Mientras Brodrick obtuviera lo que quería de los vampiros, continuaría relacionándose con ellos. Era un pacto forjado en el infierno en cuanto a ella se refería. Brodrick estaba en proceso de destruir a cualquier jaguar incapaz de cambiar de forma. Los vampiros habían jurado ayudarlo a alcanzar su meta, así que él había accedido a ayudarlos a ellos.
El enorme laboratorio construido por la sociedad humana, un grupo de gente dedicada a cazar y aniquilar vampiros, se utilizaba supuestamente sólo para investigación, pero ella había estado dentro y sabía que el edificio servía para propósitos muchos más demoníacos. Los enemigos eran atados y torturados allí. A menudo se llevaba allí a las mujeres jaguar para ser usadas por Brodrick y sus hombres. Pero el verdadero propósito del edificio era bastante más estrafalario. Ella había visto los bancos de ordenadores. Los vampiros no tenían la capacidad de sentarse durante horas ante un ordenador copilando información, pero tanto humanos como hombres jaguar podían hacerlo, y los vampiros necesitaban que llevaran a cabo para ellos la tarea de construir una base de datos de mujeres psíquicas en el mundo.
Los hombres de Brodrick parecían encargarse de la mayor parte de los detalles y ella estaba segura de que compilaban una lista de personas, particularmente de mujeres que llevaban sangre jaguar. No había podido confirmarlo, pero a menudo se quedaba en las ramas de los árboles durante horas vigilando la instalación, ciertamente era un riesgo terrible, aunque uno que esperaba que produjera al menos una pieza de información importante.
Segura ahora de que los vampiros habían continuado su búsqueda de sangre, Solange comenzó a abrirse paso de regreso hacia el acantilado sobre el río donde la mujer, Annabelle, se había lanzado desde las rocas antes de ser capturada de nuevo por los hombres que la perseguían. Trató de apartar de su mente el rostro de la mujer desesperada. Solange había cambiado de forma y gritado, se había expuesto a sí misma para detenerla, pero Annabelle estaba tan desesperada que se negó a correr el riesgo cuando los hombres empezaron a disparar sus armas contra Solange.
El jaguar negó con la cabeza. Los muertos a menudo se levantaban para recriminarla. Algunas veces pensaba que podría ahogarse en sus gritos, en las terribles crueldades cometidas contra ellos. Solange sabía que el tráfico de humanos se había convertido en un problema grave en otros lugares, pero aquí, en su mundo, llegaba siglos sucediendo gracias a los líderes de su gente. Las mujeres eran objetos, nada más. Contenedores y posesiones. Los hombres poseían tales prerrogativas, creyéndose ellos mismos por encima de todas las leyes, incluso de las leyes de la decencia común. Las mujeres estaban ahí sólo para servir a sus brutales necesidades sexuales y darles niños.
Solange caminó suavemente a lo largo del laberinto de ramas entrelazadas que formaban la carretera arbórea. Animales y aves, todavía acobardados por el paso del mal, tan sólo temblaron cuando ella pasó junto a ellos dirigiéndose hacia su destino. Se movía velozmente, había cubierto muchos kilómetros durante el día para llegar a su hogar de la infancia, y ahora tenía un largo camino de regreso. Era más rápido usar la canopia para viajar, pero algunas veces se vio forzada a bajar al suelo del bosque.
La herida de su cadera se abrió, rezumando más sangre. No podía permitirse dejar ese olor en el aire. Con un resoplido de impaciencia, se abrió camino hacia uno de sus muchos alijos a lo largo del bosque. Profundamente metida en el interior de una jaula de raíces, había escondido una pequeña caja impermeable. Un juego de ropa, armas, munición, comida desecada, agua limpia y un botiquín la esperaban. Tenía que cambiarse y remendar la herida.
En la selva tropical siempre era importante limpiar y cerrar una herida, aplicando una crema antibiótica… y ésta no era una excepción. Las infecciones eran incontrolables, fáciles de obtener y fácilmente mortales. Por regla general, ella era meticulosa con las heridas, y el hecho de que hubiera viajado hasta el lugar de la matanza de su familia sin cuidar de las laceraciones le decía bastante acerca de su estado mental. Necesitaba encontrar una salida o iba a morir pronto. No le quedaba nada que dar… y eso la avergonzaba.
Cambió de nuevo a su forma de jaguar. Era más fácil manejar la profunda emoción que amenazaba su cordura cuándo estaba amortiguada por su animal, especialmente ante la constatación de que no habría fin para las depravaciones de Brodrick. Había tan pocas mujeres en la selva tropical, ni siquiera viviendo en sus bordes, que Brodrick había recurrido a usar la base de datos de los vampiros para encontrar mujeres jaguar en otros países. Las secuestraba y las traía hasta él. Así fue como trajeron a Annabelle. Su marido era humano, por lo que Solange había entendido, pero eso no había detenido a los hombres que Brodrick había contratado para secuestrarla.
La sociedad humana estaba en buenos términos con Brodrick, aunque Solange había notado que todos los hombres que protegían el laboratorio le tenían miedo. Como debía ser. Brodrick era tan cruel y depravado como cualquier vampiro e igual de astuto. Conocía el bosque pluvial, era su territorio natal. Su reputación había aumentado con los años, y a estas alturas él sabría que había una cambiaformas hembra de pura sangre haciendo estragos en sus planes. Él despreciaba la desobediencia y sus castigos eran rápidos y brutales. Exigía sumisión completa, especialmente de una hembra. La quería viva… una ventaja para ella. Los varones con que se encontrara se veían obstaculizados por su intención de llevársela a Brodrick todavía respirando.
Se apresuró ahora, trotando ocasionalmente. Quemarían el cuerpo del hombre jaguar al que había matado esta noche para mantener oculta su presencia. Querrían que el cuerpo de Annabelle ardiera igualmente. Con un poco de suerte, Brodrick estaría allí para dirigir la operación personalmente, pero en caso de no ser así, ella lograría enviarle otro cuerpo o dos y él se quedaría para cazarla. Brodrick nunca podría aceptar una bofetada en la cara como ésa de una hembra. Removería cielo y tierra para encontrarla. Ella se lo permitiría y lo mataría. Esperaba morir, pero no sola. Libraría al resto de mujeres jaguar de tan malvada presencia aunque significara pagarlo con su muerte.