Expuso otra amplia sonrisa.
– Es aún mejor cuando obligo al hombre a mirar. Me gusta hacer que la perra me ruegue que la tome de cada manera posible justo enfrente de él, mostrarle lo completamente inútil que es y mostrarle a él que ella es una puta.
– Estás muy jodido. -Steve bufó de risa.
– Salgamos disparados de aquí -dijo Brett-. Muy lejos de este lugar. Pero te digo, Steve, que quiero a esa chiquita. La quiero en nuestra colección.
Jasmine. Solange sintió las lágrimas aflorando en sus ojos y reprimió con firmeza sus emociones. No podía darse el lujo de sentirlas. De alguna manera encontraría la energía necesaria para cazar a esos dos. Cualquiera que amenazara a su prima, iba a morir. Era sólo cuestión de tiempo. Pero estaba tan cansada. Hizo a un lado, implacable, el cansancio que sentía.
Tenía momentos de debilidad, eso le estaba permitido. Sentir lástima, no. Había escogido esta vida. Se había entrenado para eso. Sabía que no habría vuelta atrás una vez que se hubiera puesto en camino. Había demasiada maldad y no podía ser ignorada. Las leyes de la civilización aún no habían llegado a la selva tropical, y hasta que lo hicieran, había sólo unos pocos que se mantuvieran de pie entre los depredadores y sus presas.
Las voces se apagaron en la noche. Esperó tanto tiempo como se atrevió, y luego comenzó a intentar desplazarse hacia la ribera. Otra vez,temió soltarse de su asidero, pero estaría en una mejor posición para trepar entre la masa de ramas debajo del agua si pudiera lograr mover su cuerpo, que sentía pesado como el plomo.
Aflojó primero la mano, flexionando los dedos bajo el agua antes de extenderlos hasta una de las ramas justo sobre la superficie. Se agarró firmemente de la rama y dejó de agarrarse con la otra mano. Muy lentamente contó hasta tres, reuniendo cada poquito de fuerza que le quedaba. Dejó de sujetarse con las piernas y pataleó con fuerza para propulsarse hacia arriba. A duras penas sacó la cabeza y el torso completamente fuera del agua para tenderse sobre el lecho de ramas.
No tenía idea de cuánto tiempo estuvo allí tendida, pero aparte del constante estruendo del río, la selva se encontraba en silencio. Para cuando fue capaz de encontrar las fuerzas necesarias para levantar de nuevo la cabeza y arrastrarse el resto del camino sobre el laberinto de ramas hasta la solidez del tronco, los insectos zumbaban otra vez, las ranas croaban y la lluvia había amainado hasta ser una fina llovizna plateada.
Capítulo 5
Cuando me encuentras,
Me completas
Me devuelves a la vida nuevamente.
De Dominic para Solange
Dominic observó lentamente a los cuatro vampiros que les rodeaban. Decir que era muy extraño que tantos no-muertos se reunieran sería ponerlo muy suavemente. Aun quedaba la cuestión de la adulación de Drago. Dominic no hizo mucho más que mirar a Zacarías, pero el otro Carpato tenía nervios de acero. Podía sentir el hambre vertiéndose de los vampiros. Se habían levantado con un apetitos voraz y él suponía que los humanos del laboratorio estaban estrictamente fuera de los límites, si querían mantener la fachada de que estaban ayudando a perseguir y matar vampiros, se suponía que los Carpatos eran los vampiros. Eso significaba que Zacarías sería comida para todos ellos.
Drago hizo una mueca.
– Creo que estás superado en número.
Dominic enarcó sus cejas.
– ¿En serio? -Flexionó sus hombros-. El premio es mío. Le reclamo y nadie, absolutamente nadie lo alejará de mí.
Un gruñido se alzó entorno al círculo. Dominic les proporcionó un poco de espacio, sobre todo para que él y Zacarías pudieran luchar espalda con espalda. Normalmente Dominic habría preferido golpear sin ningún tipo de juego previo, pero sospechaba que había otro vampiro que aún no se había unido a la fiesta, lo cual significa continuar con su actuación de vampiro indignado.
– ¿Crees que viajando con esta manada me intimidas Drago? Éste -Dominic señaló al vampiro de baja estatura con quien se había encontrado en los campos de batalla-, es un gusano, arrastrándose sobre el vientre en todas las batallas. No te será de ninguna utilidad. -Su voz estaba llena de desprecio-. Y luego está ése. -Dominic indicó al mejor vestido del grupo. Era más alto y más musculoso, incluso todavía mantenía limpia su forma, los dientes aserrados apenas estaban ennegrecidos-. Jason, un petimetre que prefiere la ropa de colores en vez de hacer el trabajo. Me diviertes, Drago, con tu elección de guerreros. No puedes luchar tú mismo y no tienes buen ojo para los que te ayudarán en la batalla.
Se alzó un murmullo de protesta, pero ninguno de ellos se atrevió a atacar, no sin permiso, y no cuando Dominic parecía tan confiado. Una explosión de saliva brotó de la boca de Drago cuando gritó una protesta. Su mano se aferraba fuertemente a algo en su cadera, las uñas afiladas y puntiagudas se clavaban profundamente en lo que había estado acariciando.
Humo y llamas estallaron debajo de su puño y Drago gritó y alejó la mano. Llena de ampollas y quemada, la carne se desprendió de los huesos. Una sombra tomó forma. Drago se tambaleó hacia atrás, gimiendo y sosteniéndose la mano contra el pecho. Los otros tres vampiros pusieron distancia entre ellos y la escena que estaba se desarrollaba, en silencio, intentando pasar desapercibidos. Dominic y Zacarías permanecían inmóviles.
El hombre que surgió de las sombras era alto, con hombros anchos y largo cabello ondulado, con la piel sin defectos y su ropa inmaculada. Sus oscuros ojos se fijaron en Dominic por un breve instante, se deslizaron sobre Zacarías y luego volvió a Dominic. La imponente figura de poder, claramente un maestro, no era uno de los hermanos Malinov. De alguna manera, contra todos los pronósticos, los hermanos unidos habían logrado reclutar a un gran maestro.
Demyan, del linaje Tiranul. Hermano de Dimitri. Pensamos que había muerto hacía años. Dominic identificó al maestro avisando a Zacarías. Crecimos con él. Es un maestro en la batalla.
Las nuevas emociones eran difíciles de controlar, había sido amigo de Demyan. Viajaron juntos durante un tiempo, luchando contra el enemigo, matando a cualquier vampiro con el que se encontraran. El dolor lo llenó, intenso, sacudiéndolo por un momento. La familia Tiranul había sido famosa como maestros de la espada, y estaba seguro de que Demyan nunca renunciaría a su amor por la hoja. Los no-muertos inclinaron la cabeza.
– Veo que estás disfrazado y estos imbéciles no te reconocieron. -La voz era hipnotizadora. Su tono bajo.
Dominic había olvidado el poder en esa cautivadora voz. Cambió sus rasgos ocultando toda cicatriz de forma que se pareciera al que Demyan recordaba. Dominic sabía que había sido un hombre guapo en todos los sentidos, mucho antes de que se hubiera quemado en la lucha para salvar al príncipe. Permitió que su cabello largo y negro fluyera limpiamente por la espalda en una cola de caballo, atado con el cordón de cuero fino, siempre un arma si uno la necesita.
– Mucho mejor. Dominic Buscador de Dragones.
Dominic inclinó la cabeza con aire regio.
– Estos… -Movió la mano en un círculo despectivo para indicar a los vampiros que lo rodeaban. No se molestó en mirar a los ofensores, su gesto y el tono de voz lo decía todo-. Interrumpieron mi noche.
– Tontos de ellos. Pero bueno, no les has permitido saber quién eres realmente.
Dominic se encogió de hombros.
– No considero que mi identidad sea necesaria para intimidar a los de su calaña.