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Cayó bruscamente de rodillas delante de ella. Solange no se podía mover. No podía respirar. ¿Qué estaba haciendo un hombre como Dominic de rodillas ante ella? Esto estaba tan equivocado. Podía luchar lado a lado con él, y se consideraría su igual, sin importar que él fuera un guerrero insuperable. Pero ella no era su igual aquí. No cuando estaban a solas. Quiso protestar, retirarse, servirle, pero no tenía la menor idea de cómo.

– No puedo hacer esto -logró decir. Su voz no era la suya, sólo un hilo de sonido tembloroso que podría tomarse por temor.

Él alzó la mirada con ojos oscurecidos con deseo. A Solange se le contrajo con fuerza el corazón en el pecho. Había algo tan irresistible en el modo en que la miraba. Ella era jaguar, acostumbrada a las miradas fijas, pero ésa era la mirada concentrada de un depredador. Dominic la miraba como si fuera la mujer más deseable del mundo, era suya. Solange sacudió la cabeza, mordiéndose con fuerza el labio inferior para evitar disgustarle otra vez diciendo sin querer que no lo era.

– Mereces… -Los dedos de Solange tocaron tentativamente los mechones sedosos de ese cabello tan negro como el ala de un gran pájaro brillando en el cielo-… mucho más. No puedo ser lo que necesitas.

– Te merezco a ti -dijo, con la voz tan suave como siempre-. Necesito esto. -Se inclinó hacia adelante y capturó las gotitas de agua que bajaban por la cadera derecha, sobre la herida dentada y fea.

Solange gritó, el golpe de la boca sobre ella envió ondas de calor por todo su cuerpo. El roce del pelo contra los muslos envió mil rayos de ardiente excitación por sus piernas, se habría caído si no se hubiera agarrado a sus hombros. Lo sintió sólido, como una roca, alguien en quien podría apoyarse si se permitiera romperse. Y quizá eso era él después de todo.

Dominic abrió las manos sobre sus muslos. No dijo ni una palabra, simplemente la colocó con las manos. El aliento la tocó primero. El sonido del corazón resonó en la caverna. Le lamió cuidadosamente todos y cada uno de los desgarros, cada rasguño, y cuando encontró una vez más las heridas perforadas en la espalda y las nalgas, ella quiso llorar por el cuidado que se tomó.

– ¿Qué sucedió?

Solange tuvo que buscar para encontrar sus cuerdas vocales. Dominic no la había tocado sexualmente, no en realidad, pero su cuerpo ya no era suyo. Maleable y suave le pertenecía a él, ella le pertenecía. No sabía qué clase de reclamo hacían los Carpatos sobre sus compañeras, pero se sentía reclamada. Sintió como si la cuidara como a una joya rara y preciosa. Nunca antes nada había estado tan cerca de esa sensación.

– Tendí una trampa y él me esperaba. Sacrificó a sus hombres, los dejó a campo abierto y disparé. Estaba a punto de huir cuando cayó de la nada. Es difícil engañar a mi jaguar. Está muy alerta, especialmente con cualquier macho en el área. Tiene que estarlo. Pero él estaba allí y ahora tiene el olor de mi sangre.

– ¿Quién es él? -Dominic bajó la cabeza para depositar un beso sobre las perforaciones, el cabello la hacia estremecerse cuando se rozaba contra la piel.

– Le llaman Brodrick. Brodrick el Terrible. Es mi padre.

Dominic se quedó silencioso un momento, tomándose su tiempo para levantase. Le envolvió el cuerpo en la toalla tibia y la atrajo a sus brazos.

– Háblame de él.

Solange descansó la cabeza contra su pecho y se permitió el placer de rodearle la cintura con los brazos. Podía oír el ritmo constante del corazón, un ritmo tranquilizador. ¿A dónde habían ido todos los hombres como Dominic? Dudaba que mereciera a este hombre, no cuando ni siquiera sabía cómo ser una mujer. Pero había tantas otras mujeres en el mundo, buenas y amorosas, que cuidarían, alimentarían y se unirían a un hombre. ¿Cómo había sucedido esto? ¿Un error? Quizás, pero estaba dispuesta a aceptar el regalo que le había sido entregado. Su tiempo había pasado y quizá el de él también.

– Ha matado a personas que mis primas y yo amábamos. Mata a cualquier mujer o niño que no pueda cambiar. Mata a cada niño jaguar macho que tenga sangre humana en las venas. Los hombres que le siguen no son de la realeza, pero todos cambian, y le ayudan a matar a nuestra gente.

– ¿Por qué trabaja con humanos si los desprecia tanto?

– También ha hecho una alianza con los vampiros. Creo que están reuniendo una base de datos de mujeres con capacidad psíquica. Se concentra en mujeres que cree que tienen sangre jaguar. Son raptadas en todo el mundo y traídas aquí. Si puede cambiar, tratan de inseminarla, si no puede, es violada, torturada y asesinada. Toda la alianza está construida sobre una red de engaños. Los humanos no se dan cuenta de que trabajan con vampiros que los utilizan para matar a la gente que les protege. Brodrick no puede ser influenciado por los vampiros, así que se cree a salvo de ellos. Y los vampiros tratan de utilizarlos a todos para aumentar sus filas y derrotar a los Carpatos. Quieren matar a todas las mujeres para que no pueda haber compañeras para los Carpatos. Por lo menos, eso es lo que creo.

– ¿Cómo demonios has averiguado todo eso? -Levantó la mano para sujetarle el pelo.

– Sólo recientemente he conseguido entrar, así que parte de lo que acabo de contarte es conjetura. Paso mucho tiempo reuniendo información antes de dar un golpe. No tengo ninguna ayuda y planear un rescate con sólo una persona es muy difícil.

– Creía que tus primas…

– Tienen compañeros. Sus hombres no quieren que corran riesgos. La verdad, yo tampoco. Jasmine está embarazada, y Juliette es demasiado suave para esta clase de vida. -Suspiró y levantó la mirada-. Eso no está bien, Dominic. Es demasiado buena para esto. Hay un brillo en ella y no deseo que se desaparezca jamás. Al principio estuve aterrorizada por ella cuando conoció a Riordan, pero puedo ver que la hace feliz. Estoy agradecida con él. Cuidará de ambas.

Los ojos de Dominic se oscurecieron.

– Piensas matar a Brodrick. -Hizo que sonara como una declaración, ni buena ni mala, ningún juicio en su tono, sólo un hecho.

– Sí. -No había nada más que decir. No tenía elección. Él nunca se detendría. Sin él, los demás hombres se dispersarían. No eran hombres buenos y causarían problemas, pero sin dirección serían manejables. Si salieran de la selva tropical, la ley finalmente los encontraría.

Dominic le entregó un vaso de agua.

– Bebe.

De dónde había sacado el agua, no tenía la menor idea, pero la tomó sin protestar, y mientras bebía él abrió el suelo.

– Necesitaré la tierra para curar mis heridas completamente -dijo-. He colocado medidas de protección alrededor de tu cueva y nada nos perturbará mientras dormimos.

Solange miró al agujero profundo. Unos buenos tres metros. Su gata quizás podría saltar si era necesario, ¿pero dormir en la tierra? Quería estar cerca de él, pero…

Él le sonrió, esa sonrisa lenta y sexy que de algún modo hacía que todo en su interior se fundiera en una piscina de calor. ¿Cómo hacía eso?

– Debes confiar en mí.

Confianza. Él era un guerrero respetado. Había vivido mil años con absoluto honor. Su palabra era su honor. Si decía que ella era suya, que era hermosa, que era la única que deseaba, ella debería aceptarlo sin todas esas dudas. Y sobre todo, debía confiar en él.

– Creo que la confianza es un regalo -dijo en voz baja-. Un hermoso regalo que tantas mujeres tienen naturalmente. Lo quiero, Dominic. Más que nada, deseo ese regalo, pero… -Las palabras se desvanecieron. ¿Era capaz de confiar?

Dominic colocó los dedos en su nuca.

– Tu confianza en mí es profunda, Solange. No confías en ti misma, mujer. Te ves como dos seres. Uno, la guerrera: segura, increíble en su resolución, indiferente a como el mundo la ve siempre, que puede salvar a las mujeres de su especie de la brutalidad de los hombres. Vives en un mundo de engaño y violencia y comprendes y aceptas esas reglas. El otro ser es éste, el que compartes conmigo, tu verdadero compañero. Eres la otra mitad de mi alma. Eres la luz de mi oscuridad. No puedes verte así porque tienes que vivir a oscuras. La has enterrado profundamente, a mi mujer, pero lo que no comprendes, sívamet, es que yo aprecio eso en ti. No deseo que los otros te vean como yo lo hago. No quiero compartir a esa mujer con nadie más, hombre o mujer. Ese lado de Solange es mío solamente.