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Dominic se puso en posición de golpear. Necesitaría cada gramo de velocidad y fuerza que poseía para atravesar la pared del pecho de Zacarías y extraer el corazón antes de que éste pudiera vengarse. El ataque tendría que ser una completa sorpresa si quería tener alguna oportunidad de terminarlo todo rápidamente. La idea le enfermaba, pero repasó meticulosamente cada movimiento en la cabeza. Solange había unido su mente con la de él. Sabía que veía el ataque en su mente, pero continuó intentándolo, dando otro paso hacia el cazador.

Mientras Dominic extendía una mano para detenerla, Zacarías dio un paso fuera de su alcance y sacudió la cabeza.

– Tómala y vete mientras puedas, Dominic. -Su voz fue poco más que un gruñido.

– Mírame -insistió Solange-. Soy tu familia. Tu hermana. ¿Realmente destruirías lo que has protegido tanto tiempo? El olor a sangre, tanta muerte, te llama, pero yo me ofrezco libremente, como tu hermana, como alguien que está bajo tu protección…

El aliento de Dominic siseó entre dientes, el corazón le palpitaba desenfrenadamente. Ella le estaba leyendo la mente, viendo las costumbres tradicionales y muy formales de los Carpatos. Su vida por la de él. No, Solange. No aceptaré eso.

Por ti, no por él. Esto es un regalo para ti. Deseo quererle y verlo como tú lo haces. Tú ves honor y yo quiero ver eso también. Permíteme darte lo que puedo ofrecer de mí misma. Esto es para ti.

No a riesgo de tu vida.

Tú arriesgas la tuya para matarlo. Déjame arriesgar la mía para salvarlo.

Si no la había amado antes, lo hacía ahora. La fuerza de la emoción le estremeció cuando Solange extendió la muñeca hacia Zacarías. Todo mientras miraba como Zacarías les vigilaba. Zacarías era más depredador que cazador. Quizás ambos en ese momento. Ambos eran seres peligrosos. Pero Solange se había enfrentado antes al peligro impávidamente. Respiró y permitió que una uña se deslizara sobre su piel, abriéndose la vena. Manaron unas brillantes gotitas rojo rubí, pequeñas y hermosas gemas, brillando como joyas.

– Ven, hermano -dijo suavemente-. Aliméntate y luego acude a la tierra. Esto pasará. Ha sucedido antes. Eres fuerte y te necesitamos.

Zacarías no podía apartar los ojos de la sangre.

– No de este modo. Nunca así. Es demasiado peligroso, Dominic. Aléjala de mí.

– Honraré tus deseos si vas demasiado lejos -prometió Dominic, con el corazón en la garganta junto con el nudo de lágrimas sin derramar-. Eres mi hermano. Nuestro hermano. Bebe. Mantendrás el control. -Intentó un pequeño empujón para ayudar a Zacarías, pero al final, era su elección. Él tenía que luchar contra la bestia, encontrar ese último pedazo de fuerza para superar esta nauseabunda crisis.

Solange se mantuvo firme. De todos, ella era la más tranquila. Extendió la muñeca hacia Zacarías. Si él daba un paso adelante para aceptar la ofrenda, se expondría completamente a Dominic. Ella se había colocado como cebo. Los tres lo sabían.

Vida o muerte.

Escoge la vida, imploró Dominic en silencio.

Zacarías se deslizó a través del espacio entre ellos, tomando la muñeca que Solange le ofrecía, con el pecho y el corazón completamente expuesto y vulnerable a Dominic. Deliberadamente mantuvo un brazo lejos del cuerpo mientras con la otra mano tomaba la muñeca de Solange.

Ella no pudo evitar el estremecimiento que le atravesó la mente, o el cuerpo, pero se mantuvo firme mientras la boca de Zacarías le cubría la muñeca y bebía.

Capítulo 10

Deja que mis suaves brazos te acaricien,

deja que nuestras canciones se fundan.

Permíteme estar a tu lado,

déjame liberar tu corazón.

De Solange para Dominic

Dominic se acercó un poco más a Zacarías, sabiendo cuan rápido era el otro Carpato. Había luchado a su lado en innumerables batallas y conocía cada movimiento. Como bailarines en la sombra, se observaron el uno al otro, Zacarías se agachó sobre la muñeca de Solange. Parecía vulnerable, pero Dominic no se engañaba. Solange era la compañera de Dominic y era la más vulnerable de todos. Zacarías la podía matar en segundos. Eso sacudiría a Dominic lo bastante para darle a Zacarías una pequeña ventaja.

La tensión se elevó. Solange estaba muy quieta, con los ojos fijos en la cara de Dominic. No miraba como Zacarías extraía la preciosa sangre de su cuerpo. Salió de la mente de Dominic, pero éste se deslizó en la suya, oyendo sus chillidos silenciosos, viendo el temor convertirse en terror. Pero sorprendentemente, nada de ello se le mostró en la cara, ni en los ojos. Si no hubiera estado conectado con ella, Dominic nunca habría sabido cuan aterrada estaba.

Su mujer. Su compañera. Su valor le aterraba. Quería apartar a Zacarías de un tirón. Podía ver la avidez, la necesidad desesperada, el peligro creciente. El tiempo se estiró. El sonido de Zacarías tomando sangre era horroroso, la vista intolerable, pero se forzó a quedarse tan inmóvil como Solange y aguantar. El sudor brotó en su cuerpo, se deslizó por el pecho para mezclarse con los desgarros desiguales de la carne. Para un Carpato saber que su compañera estaba no sólo en peligro, sino que sufría, era una de las peores cosas posibles.

Dominic comenzó a revolverse, pero sintió la resistencia de Solange.

Por favor, dale tiempo para recuperarse. Está tratando de retroceder.

Ella lo sabría. La boca de Zacarías estaba sellada a su vena, extrayendo mucho. Estaba pálida, fría, pero no se resistía. Dominic se dio cuenta de que eso era lo que mantenía a Zacarías bajo control, su falta de resistencia. Ella había ofrecido su vida. Era su familia, bajo su protección y para Zacarías el honor lo era todo. Ella le hacía recordar. Le forzaba a escoger el honor. No habría escape para Zacarías esta noche. Su vida continuaría, árida, fea y sin esperanza.

Cuando diga basta, no discutas, corre. Su voz fue implacable.

Si crees que es demasiado tarde, respetaré tu decisión, estuvo de acuerdo ella.

La tensión es estiró hasta casi romperse. Dominic luchó contra sus instintos, tratando de dar a su amigo el tiempo que necesitaba para retroceder del borde precipicio, pero ver la boca tragando la sangre de su compañera era peor que cualquier cosa que jamás hubiera soportado. Ella estaba estoica, pero asustada y su propia disciplina estaba cerca del límite.

Pareció pasar toda una vida antes de que Zacarías lograra conquistar a la bestia que crecía en su interior. Pasó la lengua por la muñeca de Solange e hizo una profunda reverencia, un gesto de su respeto más profundo. También él debía saber cuan asustada estaba ella. Su sangre había estado aderezada con adrenalina, otorgándole una bola de fuego ardiente a través de las venas, pero el valor de Solange había desafiado toda la lógica, su gran sacrificio por un guerrero tan cercano a convertirse. Zacarias parecía avergonzado de estar en compañía de Dominic, y más avergonzado aún de estar en la de ella.

Dominic dejo escapar el aliento, la emoción le sacudía, sabiendo el coste que había supuesto esto para su amigo y su compañera.

– Me disculpo, Zacarías. No podía permitir que te fueras. Sé que es difícil, pero no puedo entregarte. Solange lo sabía. Es mi debilidad, no la suya.

Se estiró y agarró a Zacarías por los antebrazos, guerrero a guerrero, mirándose fijamente a los ojos. Los dos sabían que el gesto era de hermandad, respeto, y para comprobar que Zacarías había conquistado a su enemigo una vez más. El rojo rubí en sus ojos había retrocedido junto con la neblina. Sus colmillos se retrajeron blentamente. Le tomó un momento responder, agarrando los antebrazos de Dominic en un puño firme.

– No hay nada débil en ti, Buscador de Dragones. Ocultas tu naturaleza violenta bajo ese encanto tranquilo, pero aquellos que te conocemos sabemos que eres completamente consciente del poder que esgrimes. Esperaré tu llamada. Voy a la tierra ahora para mantener a mi gente a salvo.