Él sintió su reacción inmediata, la columna de acero, la valentía inquebrantable. Su necesidad de protegerle. Por supuesto que lo estoy. Había acritud en su voz, una reprimenda obvia, la implicación de que no tenía necesidad de preguntar.
Dominic sabía que estaba preparada, pero quería que ella lo supiera. La vista de las celdas realmente la había conmocionado. Se dirigió con valentía desde el laboratorio al patio abierto. Los vampiros se habían reunido un poco más allá de la zona abierta alrededor del edificio, lo suficientemente lejos para que nadie más tuviera la oportunidad de escucharlos.
Giles tenía a su corte, con al menos veinte vampiros a su alrededor, mientras sus propios vampiros menores le guardaban la espalda. Dominic tuvo que admitir que era un espectáculo increíble, uno del que nunca había soñado que sería testigo. Los egos de los vampiros eran demasiado grandes, y no permanecían mucho tiempo en compañía de otros vampiros. Y las fuentes de alimento finalmente desaparecían. Como fuera, el hambre que irradiaba del grupo era tan abrumador que, a pesar de que se había alimentado bien, todavía sentía un apetito voraz.
Los latidos de los guardias humanos que patrullaban en torno al edificio eran demasiado fuertes, un tambor atronador que les llamaba. Dominic alimentó sutilmente ese hambre, aumentando la necesidad mientras se deslizaba en el grupo. Su parásitos saltaron y se regocijaron, respondiendo a la llamada de los demás en los cuerpos de los vampiros que le rodeaban.
Solange había estado muy quieta, temerosa por él, pero él sabía que tenía las manos firmes como una roca en su arma. Ahora los tenía a la vista y una parte de ella se tranquilizó a pesar del peligro.
– Buscador de Dragones -la voz de Giles atravesó los susurros de los parásitos, los siseos y los gruñidos de los vampiros.
Sabía que el maestro vampiro se fijaría en él. Era una leyenda entre ellos. Los murmullos empezaron y se quedó de pie, mientras todos se volvían para mirar. Un odio negro se añadió al hambre aplastante que emanaba del grupo. Dio un paso y se apartaron de inmediato, retrocediendo un paso mientras él se movía hacia Giles. No miró a derecha o a izquierda, mantuvo su mirada desafiante sobre el maestro vampiro. Caminó con absoluta confianza, con superioridad y desprecio en su expresión.
Giles lo miró de arriba abajo, como si Dominic estuviera por debajo de él, pero los vampiros menores se acercaron a él como si se lo hubiera ordenado.
– Había oído rumores de que te habías sumado a nuestras filas, pero no los creí…
Flaviu se apartó de Giles, revelando exactamente quién le había dicho al maestro vampiro que el Buscador de Dragones estaba entre ellos. Échale un buen vistazo, Solange. Te los enviaré a ambos, a él y a su amigo, el que está a su izquierda, detrás de ti. Infórmame antes de matarlos para que pueda ocultar los sonidos y el fogonazo…
No hay problema.
La confianza en su voz lo tranquilizó. Ella podía ocuparse de la pareja. Le dirigió un saludo engreído y burlón a Giles mientras se encogía de hombros.
– Ruslan solía tener buen juicio. Si lo tiene ahora, ya veremos.
– Tú le has jurado lealtad.
De nuevo Dominic se encogió de hombros.
– Si ha encontrado una manera de derrocar a la familia Dubrinsky, le ayudaré. Draven Dubrinsky comenzó todo este lío con la traición con Xavier al compañero de vida de mi hermana. Su padre debería haberlo destruido, pero le permitió continuar con vida mientras que el resto de nosotros estábamos obligados a defender a nuestro pueblo. Necesitamos un líder fuerte.
Giles asintió lentamente, mirándolo un poco aliviado. Estaba claro que no quería tener que tratar de derrotar a Dominic en una batalla. Su alivio fue evidente para los demás vampiros también y retrocedieron mientras Dominic regresaba a la retaguardia del grupo. No quería a ninguno de ellos a su espalda. Podía detectar fácilmente a los que habían sido seguidores durante algún tiempo. Estaban mucho más cómodos dentro del grupo, mientras que otros, como él, permanecían apartados.
Giles se levantó y todos guardaron silencio.
– Nos hemos reunido con un propósito, para ver la destrucción de la familia Dubrinsky. Por todas partes, los enviados de los cinco se reúnen con nuestros miembros para que sepan que el momento de levantarse y hacerse cargo del gobierno está cerca.
Se elevó un rugido. Al amparo de esa energía, Dominic se alimentó de las ansias de hambre. Necesitaba el olor de la sangre para mejorar el efecto y miró fijamente al guardia que mantenía un ojo sobre ellos, con su pistola cerca y el cuchillo en la mano mientras tallaba un trozo de madera. Su mano resbaló y gritó, soltando bruscamente la cuchilla. La sangre brotó. Dominic envió una suave brisa a su alrededor, enviando el aroma directamente a la masa de vampiros hambrientos.
Giles levantó la mano y esperó a que la multitud se tranquilizara. Varios volvieron la cabeza hacia el guardia que estaba sangrando. El guardia no les prestó atención, sin darse cuenta de que sus apariencias cubrían a monstruos y de que estaba en grave peligro. Caminó varios pasos, gritando a su compañero, la sangre goteaba sobre el suelo. Dominic abanicó la brisa apenas lo suficiente para enviar otra ráfaga de olor al aire.
– Dubrinsky vive como en los viejos tiempos. Nosotros nos hemos pasado a la tecnología moderna, y al final ésta lo derrotará. Gobierna su pequeño rincón del mundo y se olvida de tener una visión más global. Hemos adquirido riqueza y la usaremos de manera inteligente. Nuestra empresa cuenta con un satélite y hemos establecido claramente el lugar de descanso favorito de Mikhail Dubrinsky.
El rugido aumentó de nuevo, un grito ensordecedor que cubrió el mensaje subliminal que Dominic envió al cónclave. Hambre. Royendo, mordiendo, hambre que se negaba a irse. Hambrientos de sangre. Maravillosa, aromática adrenalina impregnada en la sangre. Los guardias humanos caminaban por ahí pensando que estaban al mando, sosteniendo sus patéticas armas. Los seres humanos eran tan frágiles, una mordedura en la carne y la sangre caliente bombeada deliciosa como una fuente. Había muchos, suficientes para que con unos instantes de labor estimulante, el cónclave pudiera satisfacerse. Abrirían unas pocas arterias y la sangre salpicaría por todas partes, lo suficiente para alimentarlos a todos.
Más cabezas se volvieron hacia el guardia. Dos de los vampiros se relamieron los labios y el disfraz resbaló un poco. El pelo oscuro y denso desapareció para revelar su verdadera naturaleza, unos mechones grises que cubrían el cuero cabelludo.
Solange, los dos vampiros, Faviu y su amigo Henric, tienen mucha hambre. Voy a enviártelos.
Ya era hora, respondió ella. Estaba pensando en echarme una siesta.
– Tenemos un ataque previsto desde tres flancos, pero primero vamos a golpear a Dubrinsky donde le duele. Siente debilidad por la gente del pueblo donde vive. Atacaremos a los humanos, sus mujeres y niños. Creerán que el ataque principal se centrará allí, pero en realidad vamos a seguir sus movimientos por satélite. Él no esperará un ataque desde el aire, desde el suelo y desde debajo de la tierra al mismo tiempo. Y entonces será destruido.
El guardia había desaparecido por la esquina del laboratorio, pero Dominic había clonado una imagen de él goteando sangre, dirigiéndose al bosque, y proyectaba esa imagen en la cabeza de Henric y Flaviu. Los dos vampiros se miraron y luego a los demás. La saliva goteaba de la boca de Henric, y Flaviu dejó expuestos sus colmillos en dos ocasiones. Dominic simplemente esperó, permitiendo que la imagen del guardia se reprodujera en sus cabezas.
– Nosotros, por supuesto, tenemos en marcha un ensayo. Vamos a intentar este tipo de ataque primero sobre un par de nuestros más grandes enemigos, a fin de perfeccionar el ataque contra el príncipe.
El corazón de Dominic se sacudió ¡Zacarías! ¿Estás oyendo esto? Tienen que estar hablando de tu familia. Tu gente está en peligro.