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La vista y el abrumador olor de la sangre harían que los vampiros perdieran el control. Todo eso haría que uno de ellos fuera detrás de los humanos heridos y la presa se rompería. Los otros harían lo mismo. Estaba seguro de que Giles trataría de afirmar su autoridad y mandaría a sus vampiros menores a controlar a la muchedumbre y eso los dejaría abiertos para un ataque. Los guardias del tejado empezarían a disparar en un esfuerzo por proteger a sus colegas de los no-muertos y en el tumulto subsiguiente, esperaba que Solange y él pudiesen matar a voluntad.

Los sonidos de disparos quedaron amortiguados por las gruesas paredes del laboratorio, pero no obstante, fueron claros. Giles dejó de retener la atención de la multitud, deteniéndose bruscamente cuando todos se giraron hacia el tumulto. Un relámpago se bifurcó a través del cielo, muy cerca, crepitando, cegador con el calor candente. Un rayo se estrelló contra un árbol junto del grupo. El árbol estalló, las ramas se astillaron y el tronco se ennegreció. Las llamas se precipitaron por la red de ramas.

Los hombres salieron del laboratorio, irrumpiendo en el claro entre la selva y el edificio. Las batas blancas y las camisas de los guardias estaban salpicadas de sangre roja, fuerte e invitadora. Algunos de los hombres, obviamente recién despertados e ilesos, gritaron a los guardias. El informático se precipitó fuera blandiendo un arma, disparando a la multitud caótica.

Sonó un disparo desde el tejado cuando un guardia disparó. El sonido resonó por el bosque. El informático se tambaleó, y en el borde del círculo de los vampiros, el llamado Milán cayó al suelo.

Hecho.

La voz de Solange cuchicheó en su mente y él dirigió una serie de golpes al sorprendido grupo de vampiros. Incineró al caído Milán así como a otros dos que estaban cerca. Mientras lo hacía, un grupo de vampiros se apresuró hacia los técnicos que sangraban. Giles gritó a sus vampiros menores que intercedieran, que formaran una pared entre los humanos y los vampiros hambrientos, mientras el maestro vampiro comenzaba a retirarse.

El primero de los no-muertos desgarró al primer técnico, cayendo sobre él, tragando la sangre rica y caliente. Los guardias del tejado abrieron fuego. El sonido reverberó una vez más por el bosque y Kiral saltó, girando. Levantó la vista hacia el dosel, exponiendo sus colmillos. Sonó una lluvia de disparos. Los hombres chillaron con horror. La sangre salpicó a través del patio. Los vampiros se atacaron furiosamente, irrumpiendo a través de la guardia de Giles para llegar al banquete.

El relámpago golpeó el suelo, acertando a Kiral, incinerándolo en el lugar. Un vampiro atrapado entre los disparos de los guardias y el relámpago cayó, con agujeros de balas en el cuerpo y la otra mitad del cuerpo quemada. Se arrastró ciegamente por el suelo hacia la sangre que se encharcaba mientras los otros le pisoteaban para llegar a los humanos que se habían acurrucado en un esfuerzo por protegerse a sí mismos.

El clon de Dominic empujó, tironeó y se abrió camino arañando con la manada de frenéticos n-muertos, ansioso por conseguir la sangre que se esparcía por el aire y sobre los aterrorizados humanos. Los guardias dispararon a la masa, añadiendo caos. El relámpago se bifurcó y golpeó, el trueno rugió, añadiéndose al terrible estruendo.

Dominic fluyó a través del suelo, golpeando con el puño en el corazón del vampiro más cercano, su velocidad era tanta que fue una mera mancha. Tomó el corazón y rápidamente lo incineró antes de cambiar de dirección y correr hacia Giles. Los vampiros menores se estaban haciendo trizas, tratando desesperadamente de unirse el banquete y llegar al pozo de sangre para reparar sus cuerpos rotos. Atrapó a Giles dentro de la línea de grandes árboles.

Dominic golpeó con fuerza, hundiendo el puño profundamente, los dedos buscaron el último premio. El vampiro maestro se retorció, arañando la cara de Dominic con las garras, cavando surcos en la mandíbula y el cuello. Se inclinó y hundió los dientes profundamente, forzando a Dominic a retirarse. Los dos se miraron fijamente el uno al otro, la sangre goteaba de la boca y las manos de Giles, y fluía negra por su pecho. El cuello y la cara de Dominic sangraban libremente.

Giles se lamió los labios.

– ¿Cómo puede ser? Eres uno de nosotros.

– Soy Buscador de Dragones, idiota -dijo con desprecio en su voz-. ¿Realmente creíste que escogería abandonar mi alma y unirme a tus despreciables filas?

Giles gruñó, revelando los dientes ensangrentados.

– Eres el responsable de este lío.

Dominic se encogió de hombros.

– Por supuesto. Pero te culparán a ti.

Deliberadamente el vampiro chupó la sangre de Dominic de los dedos.

– Tienes los parásitos. Contestaron a mi llamada. -Mientras hablaba dio un paso a su izquierda.

Dominic no esperó zl ataque; golpeó rápidamente y con fuerza, con un rayo que se estrelló donde el siguiente paso de Giles le llevaría. El maestro vampiro gritó cuando la energía candente le quemó el hombro y bajó por el costado, la cadera y la pierna, un rayo láser que le cortó un cuarto del cuerpo por completo, cauterizando mientras ardía a través de la carne podrida.

Giles cayó, rodando, estirándose hacia su cuerpo cortado, arañando, tratando de arrastrarlo hacia si, mientras Dominic se lanzaba sobre él, dirigiendo su puño profundamente una vez más y hundiendo los dedos a través de la carne descompuesta para alcanzar el corazón marchito. Un siniestro crac fue su única advertencia. Una lanza le golpeó por la espalda, empalándolo, llevándolo al suelo y sujetándolo allí. Las raíces estallaron entre la vegetación para envolverse alrededor de su garganta y enrollarse en torno a su cuerpo, sujetándolo.

Dominic hizo explotar la energía hacia el exterior, quemando las raíces leñosas. Mientras lo hacía, las raíces formaron una jaula de madera gruesa, que lo mantenía prisionero. Sólo era una táctica dilatoria, una oportunidad para que Giles reparara su cuerpo podrido. Dominic se apoyó y empujó la lanza a través de su cuerpo, cauterizando la herida mientras lo hacía. El dolor le atravesó. Oyó el eco del grito desgarrador de Solange y la expulsó de su mente, atemorizado de que sintiera ese dolor abrumador.

Obligó a su cuerpo a controlarse, rodó, viendo la multitud de murciélagos que le miraban fijamente con ojos hambrientos. Se dejaron caer, cubriéndole la cara y la cabeza, mordiendo ferozmente mientras hacía explotar la jaula de raíces para liberarse. Se las arregló para ponerse de rodillas, lanzando a un lado a las criaturas que mordían y se tambaleó un poco cuando se puso de pie.

Giles se levantó,con el su cuerpo cosido de cualquier modo, un cuarto del mismo ennegrecido y grotesco. Gruñó, la baba le corría por la cara, los ojos le ardían rojos.

– Mi cuerpo está muerto, Buscador de Dragones. Puedo ser cortado en un millón de pedazos y todavía derrotarte. Tu cuerpo es de carne y hueso. Sientes dolor.

La ceja de Dominic se disparó hacia arriba. Estaba debilitado por utilizar la energía para sostener la tormenta y para mantener su clon donde los otros vampiros lo pudieran verlo claramente. No quería que se comprometiera la información. Sabía que algunos de los emisarios escaparían y no podía correr el riesgo de que cambiaran el plan. Eso significaba ser visible para que no hubiera ninguna oportunidad de que alguien descubriera que él había provocado la destrucción del laboratorio y de todos los que habíaen él.

– Te adulas, Giles. Siempre lo hiciste. Pareces estar intentando ganar tiempo. ¿Crees que tus peones vendrán a protegerte? -Mantuvo su tono con una provocación baja. Giles se había creído invencible, pero estaba sorprendido. Dominic sabía que su reputación era legendaria y el maestro vampiro prefería que fueran sus acólitos los que combatieran contra el Buscador de Dragones en vez de él mismo. También era bien consciente de que el no-muerto tenía un ego inmenso y, aunque era verdad, la provocación insultaba.