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Estoy yendo hacia ti. Solange tenía un sollozo en la voz.

No, permanece lejos de aquí. Le derrotaré.

No estoy en posición de ayudarte.

Elimina a tantos como sea posible, pero dispara sólo cuando lo hagan los guardia. No estaré allí para rematarlos, así que pueden detectar tu presencia.

Dominic mantuvo su atención centrada en Giles. La cara del vampiro se retorcía en una máscara de puro odio. Dominic le aguijoneó más.

– ¿Perdiste el control de ellos, verdad? En vez de proteger a los humanos, los están desgarrando a trozos, engullendo sangre. Y de algún modo creo que si te las hubieras arreglado para escapar, Ruslan hubiera estado muy, muy enfadado. No es el hombre más indulgente que he conocido.

Los ojos rojos comenzaron a arder, pero el vampiro tenía el genio bajo control.

– Este incidente sólo hará que los humanos estén mucho más ansiosos por unirse a nosotros para cazar a los no-muertos. Les señalaremos la preciosa aldea del Dubrinsky.

Dominic había logrado apartar el dolor lo bastante cómo para poder respirar otra vez. Solange trataba de hacerlo por él, emparejando el ritmo de los ardientes pulmones a su respiración.

Dominic se inclinó ligeramente y ondeó la mano, asegurándose de que Giles siguiera el gesto con su mirada furiosa mientras Dominic reunía la energía poderosa que crepitaba y crujía en lo alto del cielo. Permitió que el poder llenara su cuerpo agotado y, dejando un segundo clon atrás, se alejó de su cuerpo, dejando el clon expuesto y abierto.

Quedándose delante, insustancial y transparente, esperó a que Giles hiciera su movimiento. Su clon se encorvó un poco y se apretó la palma contra el agujero ennegrecido del pecho, a la izquierda del corazón. Podía sentir cómo le abandonaban las fuerzas. Dos clones y una tormenta drenaban su energía rápidamente, pero mantuvo su forma transparente.

Giles cargó, precipitándose con toda su fuerza y velocidad sobrenatural, yendo a matar. Dominic dio un paso adelante para encontrarse con el impulso, utilizando el ímpetu de Giles y su propia fuerza increíble para darle un puñetazo. En la fracción de segundo antes de que el vampiro llegara al puño, Dominic se materializó, disolviendo al clon. Giles se empaló en el puño extendido. Dominic agarró el corazón antes de que el no muerto supiera que estaba sucediendo. Extrajo el órgano marchito y ennegrecido y lo tiró a distancia del maestro vampiro, dirigiendo el rayo al objeto podrido.

Giles chilló horrorosamente, el grito reverberó por el bosque. Se tambaleó por el suelo, buscando el corazón perdido con las manos. Arrugándose lentamente contra el suelo, escupió a Dominic antes de que su cuerpo sucumbiera a la pérdida. El relámpago saltó a su cuerpo, incinerándolo. El vampiro se retorció en las llamas ardientes, como si una parte de él todavía estuviera viva. El fuego siseó y farfulló una protesta, pero ardió rápidamente, reduciendo al no muerto en cenizas.

Dominic se dejó caer sobre una rodilla, con la cabeza baja, arrastrando aire a los pulmones. Todavía tenía que esperar que Josef le señalara que era seguro destruir el laboratorio y llevar a Solange a un lugar seguro.

¡Dominic! su voz le dio el estímulo necesario para moverse.

Giles está muerto. Vuelvo a la batalla.

Puedo oír la fatiga en tu voz. ¿Necesitas sangre? Puedo donde estás.

Cuando acabemos aquí. La idea de su sangre, esa increíble fuerza sanadora fluyendo por su cuerpo, le dio energía. Volvió a zancadas al laboratorio por entre los árboles mientras permitía que su clon se disolviera.

Solange suspiró de alivio y concentró su atención otra vez en la escena caótica del laboratorio. Los chillidos de terror llenaban el aire y el olor a sangre lo impregnaba todo. Bala tras bala llovían desde el tejado. El no-muerto, ahora lleno de agujeros de bala, alzó la vista para marcar a los guardias como presa. Ella había deseado que esos hombres murieran, pero no así, no de esa manera tan horrible. Los vampiros habían perdido todo el control, devorando todo lo que tuviera sangre. No podía divisar a ningún hombre-jaguar. Se habían esfumado a la primera señal de problemas.

Se encajó el rifle en el hombro otra vez y apretó el gatillo una fracción de segundo después de que un guardia disparara. Una lluvia de disparos ahogó el suyo. El relámpago se estrelló contra el vampiro derribado. Buscó a través de la mira para tratar de encontrar a uno de los vampiros que Dominic había querido destruir. Era difícil identificar a cualquiera de ellos ahora. Las imágenes se habían desteñido, dejándolos como cadáveres podridos, con la piel cayéndose, ojos hundidos con mechones grises o blancos pegados al cráneo.

La sangre estaba por todas partes, en su ropa y caras; las manos estaban resbaladizas a causa de ella. Solange fue a reconocerlos por la ropa, esperando acertar. Localizó a uno que pensó que era Arlo a los pies del edificio, bajo el alero, fuera de la vista de los guardias. Subía rápidamente por un lateral del edificio, subiendo por la pared como un lagarto, saltó sobre la espalda de Felipe, rompiéndole el cuello con los dientes. El primer disparo le atravesó la parte de atrás del cráneo, el segundo le entró por la espalda directo al corazón. Su forma se hizo añicos, se dio la vuelta con la cara cubierta de sangre, los ojos ardiendo como un loco y miró hacia el bosque. Saltó al aire, estaba comenzando a cambiar cuando el relámpago le golpeó, incinerándolo hasta que las cenizas llovieron sobre la masa de vampiros frenéticos que desgarraban y rasgaban, engullendo la sangre brillante y caliente.

Solange se enjugó el sudor de la cara, el estómago le daba bandazos. Nunca había visto nada parecido al caótico baño de sangre que estaba toeniendo lugar. Los no-muertos devoraban todo lo que había a la vista, desgarrándose mutuamente, chasqueando y mordiendo como una manada salvaje de animales hambrientos. Estaba acostumbrada a las leyes del bosque, pero esto era algo enteramente diferente. El sudor le goteó por los ojos y estiró la mano otra vez para enjugárselo. Su gata saltó cuando registró el sonido amortiguado de unas alas poderosas por encima. Salió rodando del refugio del árbol, agarrando una liana y usando el empuje para que la llevara al siguiente árbol. Había perdido el rifle, pero llevaba la ballesta y las flechas alrededor del cuello y tenía un cuchillo atado al muslo.

El águila harpía chilló cuando falló, las inmensas garras golpearon el aire vacío. Muy afiladas, del tamaño de las garras de un oso pardo, habría resultado gravemente herida si el gran pájaro hubiera logrado hundirlas en ella.

Solange, habla conmigo.

La calma de Dominic la tranquilizó. Encajó una flecha en la ballesta y estudió el cielo nocturno. El águila volaba en círculos, preparando otro ataque. El relámpago bifurcó el cielo, permitiéndole ver como se acercaba el inmenso pájaro.

Falló por poco. Tu amigo Akos envió al águila harpía detrás de mí. Está dirigiendo el ataque. Quizá puedas quitármelo de encima para que no tenga que disparar a este hermoso pájaro.

No corras riesgos, Solange. Dispara si tienes que hacerlo.

Solange calculó el ataque del pájaro, permitiendo que su gata la guiara con sus reflejos. Cuando el águila se acercó, planeando bajo en el dosel, dejándose caer rápidamente, el pesado batir de las alas fue una advertencia en su cabeza. Esperó, contando en silencio para sí misma. No quería matar a la magnífica criatura, no cuando sabía que un vampiro la estaba utilizando para atacarla. Comúnmente el pájaro nunca habría hecho tal cosa, a menos que ella estuviera demasiado cerca de su nido.

Las garras casi le arañaron la cara cuando se agachó, pero el pájaro no tuvo manera de girar, las ramas estaban demasiado cerca y limitaban severamente la maniobrabilidad del águila. Las alas usaron poderosos golpes para ganar suficiente altura y alzarse una vez más hacia el cielo turbulento. Pesadas nubes negras se iluminaban en los bordes con los relámpagos que crepitaban, revelando el águila mientras daba círculos hacia ella una vez más.