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Míralo. Sigue mirándolo. Dominic estaba tranquilo.

Ella sintió la misma calma. Esto tengo que hacerlo yo.

Como separada de sí misma, oyó los puños que golpeaban su cuerpo, vio la máscara retorcida de odio y gruñidos alzándose sobre ella, pero no sintió nada más aparte de su motivación, su propósito. Este monstruo había matado a casi todos los que ella había amado alguna vez. Había destruido innumerables vidas así como a una especie entera. Lo miró con una mirada indiferente e impasible que le enfureció aún más. Se agachó sobre ella, le agarró la camisa con la mano. Antes de que pudiera arrancársela del cuerpo, ella vertió cada gramo de energía y voluntad que tenía en la mano que sostenía el cuchillo.

Golpeó con la hoja, directamente a su negro corazón. No tuvo la suficiente fuerza para empujarlo tan profundo como hubiera querido, pero a juzgar por la erupción de sangre que manó sobre la hoja, estaba segura de que sería suficiente para matarlo. Los ojos de él se abrieron de par en par en completo shock. Solange pudo ver que nunca había considerado la idea de que una mera mujer pudiera derrotarlo. La rabia reemplazó a la sorpresa y dejó caer las manos desde la empuñadura del cuchillo a su garganta.

Antes de que pudiera le envolverle los dedos alrededor del cuello, una explosión de energía candente lo golpeó alejándolo de ella. Dominic se arrodilló al lado de Solange, sus manos le nrecorrieron suavemente el cuerpo. En todas portes donde la tocaba, las magulladuras sanaban.

– Tengo que extraer el sedante de tu cuerpo, Solange -dijo y procedió a hacerlo.

La ayudó a sentarse. Solange descansó la cabeza contra su pecho por un momento.

– Gracias. Todavía estoy inestable.

Presintiendo un movimiento, Dominic se dio la vuelta, protegiendo con su cuerpo a Solange mientras se enfrentaba a Brodrick. El hombre se arrancó el cuchillo del pecho, y utilizando sus últimas fuerzas, fue a tirárselo a Solange. Dominic arrojó fuego, un rasgo Buscador de Dragones raramente utilizado. Las llamas engulleron al cambiaformas, ardiendo en brillantes llamas rojo anaranjadas.

Solange levantó la ceja.

– No sabía que podías hacer eso. Es como un poco raro.

Él la besó.

– No me hagas enfadar y no tendrás que verlo otra vez.

Ella rió suavemente.

– Quiero irme a casa.

– Josef ha terminado por fin. Puedo echar abajo el laboratorio -le dijo-. Y entonces podremos regresar a casa.

Con los ojos fijos en la conflagración llameante, y los chillidos de Brodrick llenando el aire, ella suspiró suavemente.

– Hazlo, entonces. Quiero dormir durante un mes. -Su pesadilla había terminado por fin. Los otros cambiaformas se dispersarían y serían problema de otra persona. Con suerte, irían donde la ley los pudiera alcanzar.

Dominic se concentró en el laboratorio, construyendo la imagen en su mente. Había prestado atención a cada punto estructural. Subterráneamente levantó la primera onda directamente debajo del edificio. La tierra tembló. Brodrick se desmoronó y se retorció en el suelo. A lo lejos podían oír el retumbar mientras el laboratorio se sacudía. Dominic no se detuvo hasta que el último bloque estuvo hecho pedazos y no quedó nada.

Se giró y miró al cielo a través de la lluvia que caía, bajando el relámpago una última vez. El rayo golpeó el cuerpo de Brodrick que se retorcía, incinerándolo completamente. La energía candente saltó a Reggie y lo convirtió en ceniza.

Le tendió la mano a Solange.

– A casa, mi vida. Tenemos a ese pequeño montón de piel y garras que alimentar.

Solange puso la mano en la suya y sin una mirada hacia las cenizas ennegrecidas, caminó lado a lado con su compañero hacia casa.

Capítulo 20

Eres la calma en la tormenta, el poder más apacible.

En tus manos, soy una flor. Cerca de ti, mi corazón brilla.

De Solange para Dominic

El más pequeño de los sonidos despertó a Dominic. Un suave llanto. Su corazón tartamudeó despertándose, sus ojos se abrieron de golpe y volvió la cabeza para encontrar a Solange. Estaba acurrucada a unos treinta centímetros, lcon as rodillas levantadas, la cabeza abajo, el cabello oscuro besado por el sol le escondía el rostro. Pero lloraba. Su Solange. Su corazón y su alma.

Por un momento, apenas pudo respirar, la ansiedad se precipitaba por todo su cuerpo. Habían intercambiado sangre por primera vez antes de irse a dormir. Había esperado varios alzamientos para asegurarse de que todos los parásitos hubieran desaparecido de su cuerpo antes de intentar su primer intercambio. Ella no parecía haber experimentado ningún mal efecto, pero… El proceso en sí había sido difícil, cuando debería haber sido erótico. Solange no podía ser puesta bajo compulsión. Tuvo que tomar voluntariamente su sangre y había luchado, pero confió en él lo suficiente como para llevarlo a cabo.

– Solange. -Su voz era infinitamente tierna-. ¿Qué pasa, mi vida? -No pudo evitar el fusionarse con ella, temiendo que el cambio la hubiera herido de alguna manera.

En vez del dolor físico, sintió los restos de su pesadilla, la niña desesperada por retener a su madre, y quiso llorar por ella. Siempre habría momentos de tristeza en su vida que él no podría evitar, que no podría sanar sin importar cuánto lo deseara. Cruzó la corta distancia entre ellos y se sentó a su lado, atrayéndola a sus brazos, la acunó en su regazo y enterró la cara en su hombro. La meció suavemente hasta que se calmó y se quedó en silencio.

Se apretó los oídos con las manos.

– He soñado con mi madre y cuando desperté no podía dejar de llorar. Los sonidos son tan fuertes, Dominic, todo, hasta mis propias lágrimas. El sonido del agua, de pequeños animales e insectos. Puedo oír lo que pasa fuera de la cueva y no puedo bajarlo. Me duele la cabeza de tanto el ruido. Y los sonidos estaban tan amplificados, y tú estabas tan completamente silencioso. -Se calló. Se llevó una mano al corazón-. Y ahora puedo escuchar el sonido de mi corazón latiendo con fuerza. Tenía tanto miedo a pesar de saber intelectualmente que estabas a salvo.

Él puso la mano a la nuca, masajeando los músculos tensos.

– Siento mucho lo de tu madre, cariño. Iremos a su encuentro de nuevo en la próxima vida y ella te dará la bienvenida con los brazos abiertos. Y siento haberte asustado. -Apretó su abrazo en un intento de consolarla. Él no era su madre, pero la amaba con fiereza-, Déjeme ver qué estás escuchando -añadió con suavidad.

Los carpatos podían escuchar el batir de alas en la distancia, la más pequeña de las piedras rodando por una ladera. Dominic y Solange había intercambiado sangre y la conversión estaba empezando, pero ella debería haber sido capaz de bajar el sonido a un volumen aceptable. Dominic salió de su cuerpo, enviando su espíritu al cuerpo de ella, examinándola con cuidado, tratando de determinar qué le había hecho su sangre carpato.

Su sangre debería haber comenzado el proceso de conversión, sin embargo, las células eran distintas, sus células se estaban uniendo a las de ella, separadas pero juntas. No tenía sentido. Su jaguar parecía perfectamente intacta, excepto por los glóbulos rojos carpatos que se unían sin fusionarse. No había ningún caos, ningún anticuerpo corriendo para frustrar el proceso. Era como si sus líneas de sangre se hubieran combinado, una encima de la otra, coexistiendo en lugar de competir por el dominio.

Su audición era un asunto diferente. Ya antes era aguda debido a su jaguar, la sangre carpato había amplificado su capacidad hasta que los sonidos fueron abrumadores. Se movió a través de ella, comprobando otras diferencias. Había cambios sutiles, nada como lo que esperaba que sucediera. Confundido, volvió a su propio cuerpo.