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– ¿Mejor así? Se trata de una cuestión de bajar el volumen. Cuando algo no está bien, piensa en cómo funciona y puedes arreglarlo como acabo de hacer yo por ti. Si no es suficiente, puedes intentarlo tu misma para ver si funciona.

Ella giró la cara húmeda de lágrimas contra su garganta y suspiró.

– Sí, está mucho mejor, gracias. Siento haberte despertado. No deberías levantarte aún.

Se quedó completamente inmóvil. Ella estaba en lo cierto. Su cuerpo sabía la hora exacta de cada alzamiento. Había vivido siglos y no había duda de que sabría cual era la hora de la noche en que era seguro levantarse. No tenía dudas de que el sol todavía estaba alto. En este momento del día su cuerpo debería sentirse como plomo, imposible de moverse. Estaba en su momento más vulnerable con el sol tan alto. Incluso debajo de la tierra sentiría la sensación de picor que amenazaba con quemar su piel, sin embargo, estaba perfectamente bien. Se movió incómodo. Todos los carpatos necesitaban un sistema integrado de alerta y el suyo parecía fallar.

– El sol todavía no se ha puesto -declaró, pero su mente se sorprendió al darse cuenta. El sol todavía estaba en el cielo y sin embargo, hacía unos minutos se había acercado a ella, se había sentado, tirado de ella a su regazo. Se había movido sin dificultad, sin letargo. ¡Imposible! Era un antiguo y el sol, todavía en el cielo, debería haberlo dejado indefenso.

Ella se mordió los labios, abriendo los ojos de par en par, la conmoción traicionaba a su comprensión.

– Si el sol todavía está fuera, Dominic, ¿deberías estar despierto? ¿Esto puede hacerte daño? ¿Despertarte mientras el sol todavía está en lo alto? -preguntó con ansiedad en la voz.

– Despertar no es el problema. -Muy suavemente la alejó y se levantó-. Este es el problema. No debería ser capaz de moverme en este momento.

Estudió su rostro. Ella había cambiado sutilmente. Sus ojos felinos eran todavía directos y brillaban en la oscuridad, dando prueba de su excelente visión nocturna, pero no de la misma forma que antes.

– ¿Qué? -Solange se tocó la cara. Un repentino pánico cruzó su expresión. Cambió sin dudarlo, asegurándose de que su jaguar estuviera a salvo.

Dominic la había visto cambiar muchas veces y ella había sido increíblemente rápida, pero esta vez apenas parpadeó y ella ya era totalmente jaguar. La gata se estiró lánguidamente y le dio un golpecito con la cabeza, estaba claro que no estaba afectada por la sangre Carpato. Estaba más confundido que nunca.

– Esto no tiene sentido, Solange.

La conversión era siempre dolorosa, algunas veces menos que otras, pero aún así difícil. Su jaguar debería reaccionar negativamente, pero en cambio lo estaba mirando somnolienta y bostezando. Solange cambió, riendo.

– Está enfadada conmigo por molestarla. No está en absoluto disgustada con el primer intercambio de sangre, de hecho, le gusta. Se siente más fuerte y más rápida. -La risa desapareció de sus ojos y la ansiedad se arrastró de vuelta-. Revisa tu cuerpo, Dominic, tal vez mi sangre está haciéndote algo.

Había preocupación en su voz. Él ya estaba evaluando su cuerpo. Su audición, como la de ella, parecía más aguda, aunque hubiera bajado automáticamente el volumen. Su visión nocturna un poco más nítida. No sentía el aviso del sol sobre la piel y su cuerpo, aunque pesado, no se había vuelto de plomo como debería.

– Minan, no puedo detectar ningún daño. Todavía soy plenamente Carpato. Nuestra sangre no se mezcla. La mía no toma el control de la tuya, mejor dicho, las dos cepas se unen. Es extraño. -Suspiró, frunciendo un poco el ceño-. Sabemos que tu sangre puede eliminar cualquier hechizo de magia negra hecho con un sacrificio de sangre y sana el daño causado por la magia negra, pero no entiendo por qué, cuando te doy mi sangre, las células parecen acoplarse, en vez de que una tome el control de la otra.

– Estoy preocupada por ti.

– No me gusta nada de lo que no entiendo. No tiene sentido que yo pueda moverme ahora, o que no sienta el cosquilleo de advertencia debajo de mi piel que me dice que el sol está en lo alto.

– De hecho, me siento rejuvenecida -admitió Solange-. Estaba esperando con mucha ilusión otro intercambio de sangre, pero si piensas que mi sangre te afecta negativamente de alguna manera, supongo que no deberíamos probar con otro hasta que sepamos lo que está pasando.

La nota nostálgica en su voz le tocó el corazón. Ella estaba plenamente comprometida con él, con la forma de vida de los Carpatos. Su único miedo, su jaguar, se estaba tomando todo el proceso de conversión con calma, como si no estuviera ocurriendo nada en absoluto. ¿Se atrevería a tratar de introducir a Solange más plenamente en su mundo? Sin embargo, aún mientras se lo preguntaba, la mano ya estaba, por voluntad propia, se estaba curvando en torno a su nuca, atrayéndola hacia él. Anhelaba su esencia, Solange pura, el sabor y la energía tan diferente de cualquier otra. Ella era una adicción que nunca superaría, ansiándola en la profundidad de sus huesos y ardiendo irrevocablemente en su corazón.

Ella negó con la cabeza.

– Todavía no. Primero ve al suelo de la caverna y mira si tu sistema de alarma funciona desde allí -insistió ella.

El calor estalló. Su Solange. Protegiéndolo otra vez, esta vez de él mismo, de sus propias necesidades. Flotó fácilmente hacia la superficie. Al acercarse al suelo de la caverna, comenzó a sentir la inquietud de un carpato cuando el sol estaba alto en el cielo. La sensación no era particularmente fuerte, pero la advertencia estaba allí. Se dio cuenta de que su fuerza se desvanecía, su cuerpo suspendido en el aire comenzó a sentirse torpe y extraño. En lo profundo de la tierra, era capaz de moverse con la gracia fluida de un Carpato a pesar de que el sol estuviera alto. Pero cuanto más cerca de la superficie se alzase, o quizás cuanto más tiempo permaneciese despierto durante el día, perdía fuerza. Volvió a Solange.

– Si tu sangre me hace algo, es permitirme estar alerta durante el día. No tengo problemas con eso.

Su sonrisa disipó la ansiedad de los ojos de Solange. Ella le devolvió la sonrisa y se inclinó hacia él en una descarada invitación.

– Entonces debemos seguir adelante. Toma mi sangre, Dominic. Lleváme más cerca de tu mundo.

Su corazón dio un vuelco. Más que nada quería que ella fuera parte de su mundo. Quería muchas vidas con ella, no sólo una. Había pasado tanto tiempo sin nadie, y ahora que la había encontrado no quería renunciar a ella tan rápido. Lo que era más importante, ella nunca había tenido alegría en su vida, y quería siglos para darle tanta alegría como fuera posible.

– ¿Estás segura, Solange? -susurró, acariciándole el cuello con la nariz. Depositó un rastro de besos hasta la hinchazón de sus pechos.

Ella se arqueó contra él con su cuerpo suave y flexible.

– Creo que deberíamos darle una segunda oportunidad. Mi jaguar esta soñolienta y molesta de que me sigas preguntando si está bien. Habría protestado si estuviera herida. -Le deslizó los brazos alrededor del cuello y apretó su cuerpo contra el suyo.

Adoraba cuando ella hacía esto, entregarse a él sin reservas. Solange. Susurró su nombre, sorprendido por el amor abrumador que manaba a través de él. Hundió los dientes en su pulso tentador. Ella lanzó un grito, un pequeño sonido entrecortado que hizo que un latigazo del calor erótico se precipitara por todo su cuerpo. Pasó la lengua sobre ese punto dulce y hundió los dientes profundamente.

Todo el cuerpo de ella se estremeció. Él sintió las ondas que comenzaban profundamente en su corazón y se extendían como un reguero de pólvora por todo el cuerpo. Su néctar caliente y dulce se vertió en él, llenando sus células con un chisporroteo de energía. Se alimentó, devorándola, tomando esa fuerza vital en su cuerpo, deleitándose hasta que un gemido femenino rompió el embeleso. Pasó la lengua sobre los pinchazos y, colocándola suavemente, se abrió una herida en el pecho para ella. Le acunó la cabeza, animándola, su cuerpo ya estremeciéndose por la necesidad de sentirla alimentándose.