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—Una y otra vez… Necesitan unos cuarenta años para completar todo el recorrido.

—¿Es que nunca se detienen? —preguntó Yalson.

Jandraligeli la miró y enarcó una ceja.

—Jovencita, necesitan varios años sólo para alcanzar la velocidad máxima. Pesan un billón de toneladas. Nunca se detienen; se mueven en círculos sin parar. Cuentan con trasatlánticos para las excursiones y para las funciones auxiliares y de suministro; y también utilizan aeroplanos.

—¿Sabíais que en un Megabarco pesa menos? —preguntó Aviger, apoyándose los codos sobre la mesa y recorriendo con los ojos los rostros de todos los que seguían sentados a la mesa—. Eso es porque se mueven en dirección opuesta al giro del Orbital. —Aviger hizo una pausa y frunció el ceño—. ¿O es al contrario?

—Oh, joder… —dijo Lamm.

Meneó la cabeza con violencia, se puso en pie y se marchó.

Jandraligeli frunció el ceño.

—Fascinante —dijo.

Dorolow se volvió hacia Aviger y le sonrió. El anciano les contempló y asintió con la cabeza.

—Bueno, lo que sea… Es cierto —afirmó.

* * *

—Bien. —Kraiklyn puso un pie en la rampa trasera de la lanzadera y apoyó los puños en las caderas. Llevaba un par de pantalones cortos; su traje estaba detrás de él listo para ser utilizado, abierto a lo largo del pecho como si fuera la piel olvidada de algún insecto—. Ya os he dicho que tenemos un trabajo. Voy a explicaros en qué consiste. —Kraiklyn hizo una pausa y miró a los miembros de la Compañía que estaban esparcidos por el hangar, de pie, sentados o apoyados en sus armas y rifles—. Vamos a atacar un Megabarco.

Se quedó callado, aparentemente esperando una reacción. El único que puso cara de sorpresa y pareció algo impresionado fue Aviger; los demás, con sólo Mipp y el recién despertado Lenipobra ausentes, le contemplaron con expresiones impasibles. Mipp estaba en el puente; Lenipobra seguía en su camarote intentando prepararse para la misión.

—Bueno —dijo Kraiklyn, algo irritado—, todos sabéis que la Cultura destruirá Vavatch dentro de pocos días. La gente ha estado utilizando todos los medios de transporte disponibles para largarse de aquí, y ahora los Megabarcos están vacíos, dejando aparte algunos equipos de salvamento y desguace. Supongo que ya se han llevado todos los objetos y sistemas de valor que contenían. Pero existe un barco llamado Olmedreca donde un par de equipos mantuvieron una pequeña discusión. Una persona bastante descuidada se dejó a bordo una bomba atómica de pequeño tamaño, y ahora el Olmedreca tiene un agujero condenadamente grande en un flanco. Sigue a flote y continúa en movimiento, pero la bomba estalló en uno de sus flancos y eso no le ha ayudado a mantener un rumbo muy preciso, por lo que ha empezado a moverse en una gran curva, y a cada segundo que pasa se acerca más y más al muro del Borde exterior. Según la última transmisión que capté nadie está muy seguro de si se estrellará antes de que la Cultura acabe con Vavatch, pero no parecen muy dispuestos a correr riesgos, así que no hay nadie a bordo.

—Y tú quieres que vayamos allí —dijo Yalson.

—Sí, porque he estado en el Olmedreca y creo recordar algo que todo el mundo ha olvidado en su apresuramiento por largarse: los láseres de proa.

Algunos miembros de la Compañía intercambiaron miradas escépticas.

—Sí, los Megabarcos tienen láseres de proa.., especialmente el Olmedreca. Solía navegar por zonas del Mar Circular que la mayoría de barcos evitaban, sitios donde había montones de algas flotantes o icebergs. Dado su tamaño las maniobras le resultaban más bien difíciles, por lo que debía ser capaz de acabar con cualquier cosa que se cruzara en su camino, y necesitaba contar con la potencia de fuego suficiente para conseguirlo. El armamento frontal del Olmedreca haría ruborizarse de vergüenza a unos cuantos navíos de combate. Ese trasto podía abrirse camino a través de un iceberg mayor que él, y era capaz de acabar con islas de algas flotantes tan grandes que la gente solía pensar que estaba atacando la mismísima Tierra del Borde. Mi hipótesis, y es bastante sólida porque he estado escuchando las señales que recibimos y me he dedicado a leer entre líneas, es que nadie se ha acordado de todo ese armamento y, por lo tanto, nosotros iremos a echarle mano.

—¿Y si el barco se estrella contra el muro cuando estemos a bordo? —preguntó Dorolow.

Kraiklyn le sonrió.

—No estamos ciegos, ¿verdad? Sabemos dónde está el muro y sabemos dónde… Bueno, os aseguro que localizaremos al Olmedreca sin ninguna dificultad. Iremos allí, echaremos un vistazo y si decidimos que tenemos tiempo suficiente para ello desmontaremos unos cuantos de los láseres más pequeños… Diablos, bastaría con uno. Yo también estaré allí, ¿sabéis?, y si puedo ver el muro del Borde delante no arriesgaré mi propio cuello, ¿no os parece?

—¿Iremos en la nave? —preguntó Lamm.

—Sólo durante una parte del trayecto. El Orbital tiene la masa suficiente como para que la utilización del campo resulte bastante complicada, y las defensas automáticas del Cubo acabarían con nosotros en cuanto encendiéramos los motores de fusión. Creerían que nuestros motores eran meteoritos o algo parecido… No, dejaremos la nave aquí sin nadie a bordo. Si hay alguna emergencia siempre puedo manejarla por control remoto desde mi traje. Emplearemos los campos de fuerza de la lanzadera. Los campos de fuerza funcionan estupendamente en un Orbital. Oh, eso es algo que debéis recordar: no intentéis utilizar vuestras unidades antigravitatorias en el Orbital, ¿entendido? La antigravedad sólo es efectiva contra la masa, no contra la rotación, así que si salís disparados por encima del borde creyendo que podíais volar acabaríais tomando un baño inesperado.

—¿Qué haremos después de conseguir ese láser, si es que lo conseguimos? —preguntó Yalson.

Kraiklyn frunció el ceño durante un par de segundos y acabó encogiéndose de hombros.

—Probablemente lo mejor será dirigirse a la capital. Se llama Evanauth…, es el puerto donde construyeron los Megabarcos. Se encuentra en tierra firme, naturalmente…

Sonrió y miró a algunos de los demás.

—Sí, claro —dijo Yalson—. Pero ¿qué haremos cuando lleguemos allí?

—Bueno… —Kraiklyn clavó los ojos en la mujer. Horza se golpeó el talón con la punta del pie. Kraiklyn empezó a hablar y Yalson miró de soslayo al Cambiante—. Quizá podamos usar las instalaciones del puerto para montar el láser… En el espacio, naturalmente, debajo de Evanauth. Pero pase lo que pase tengo la seguridad de que la Cultura está dispuesta a cumplir su promesa, por lo que quizá debamos limitarnos a saborear los últimos días de uno de los puertos combinados más interesantes de toda la galaxia. Y sus últimas noches, podría añadir… —Kraiklyn miró a algunos miembros de la Compañía y se oyeron algunas risas y observaciones procaces. Dejó de sonreír y volvió a posar sus ojos en Yalson—. Podría resultar muy interesante, ¿no te parece?

—Sí. Claro… Tú mandas, Kraiklyn. —Yalson sonrió y bajó la cabeza—. ¿A que no adivinas dónde se jugará la partida de Daño? —preguntó en un susurro sibilante dirigido a Horza.

—¿Y no hay posibilidades de que ese gran barco atraviese el muro y destruya todo el Orbital antes de que la Cultura haga nada? —estaba preguntando Aviger.

Kraiklyn le obsequió con una sonrisa condescendiente y meneó la cabeza.

—Creo que descubrirás que los Muros del borde son capaces de soportar ese impacto y mucho más.