– Ya… Algunos tienen una rueda, ¡y nosotras tenemos un hombre de repuesto!
– Os advierto que no está nada mal.
– ¡Ves cómo te gusta!
– ¡Lo digo por vosotras!
– Sí, sí, claro… -y siguen riéndose y bromeando, bebiendo el delicioso batido que acaba de prepararles Erica, mirándose a los ojos, sin sombras o dudas.
– No obstante, ¿sabéis lo que os digo?… Que lo he pensado mejor.
No habéis sabido apreciar mi gesto…, ¡así que no os prestaré a mi hombrecito de repuesto! ¡Me gusta demasiado!
Y las Olas se tiran a la vez sobre el sofá.
– Socorro… Estáis locas… Bromeaba…
– ¡No, no, tú estás hablando en serio!
Hay frases que se dicen a la ligera, pese a que son más ciertas de lo que parece. Las Olas siguen jugando, se empujan, se arrojan cojines, se placan como en el rugby, se beben el batido antes de que se desparrame por todas partes, sobre la ropa y el sofá. Amigas. Desde siempre. Como siempre. La amistad es un hilo sutil e indestructible que atraviesa la vida y todos sus cambios.
Trece
Alex y Flavio salen de casa de Enrico. Flavio se ha cambiado, viste de nuevo un par de vaqueros y se está poniendo bien el suéter.
– Pobre Enrico… Lo siento mucho por él. Todavía recuerdo su boda; era el hombre más feliz del mundo. ¿Cuánto tiempo hace que se casó?
– Seis años. Ni siquiera ha llegado a la crisis del séptimo, pero aun así ha durado demasiado. Hay algunos que resisten un año, seis meses… Por no hablar de la gente del mundo del espectáculo. ¿Recuerdas esa historia de hace algunos años? Esa actriz…, ¿cómo se llamaba? Ah, sí, Claudia Pandolfi. Pues bien, los superó a todos: se casó y se separó a los setenta y cinco días…
– Sí, pero te olvidas del mito de Paul Newman, que siempre estuvo casado con la misma mujer, y ambos vivieron felices y enamorados. Es suya la famosa frase que dice: «¿Por qué debería comer una hamburguesa en cualquier sitio cuando en casa me espera un sano y delicioso filete?».
– Explícaselo a Pietro… ¡Ése se contenta incluso con un perrito caliente frío con tal de comer fuera de casa!
Flavio se detiene en el patio y abre la bolsa de deporte.
– ¿Qué haces?
– Nada… -Coge la camiseta y el albornoz, abre la bomba del agua y moja las prendas.
– Pero si están limpios…
– Precisamente, a ver quién le explica a Cristina por qué no hemos jugado…
– Chicos, sois unos paranoicos…
– La prudencia nunca está de más… Y ya sabes que incluso el más limpio…
– ¿Qué quieres decir?
– Que nuestras respectivas esposas jamás se creerán que no hemos ido a jugar para consolar a Enrico… ¡De manera que es mejor que hayamos jugado!
Alex se encamina hacia el coche. -Me he quedado de piedra.
Flavio se acerca a él sin perder un segundo.
– En ese caso, ¿puedo decirte algo, Alex? Te lo digo por experiencia: ellas no deben tener jamás la menor sombra de duda; de lo contrario, será el fin. Tienes que demostrar seguridad.
– ¿Incluso cuando ya estás casado?
– ¡Por supuesto! ¡Sobre todo entonces! ¿Te das cuenta de cómo lo has dicho? Incluso cuando ya estás casado… ¡Pero es que todo empieza ahí!
– No, escucha, lo que quería decir es que si has llegado a tomar la decisión de casarte con ella es porque has encontrado a la mujer adecuada, ella era la que buscabas. Ya no puede haber tensión entre vosotros, sino sólo armonía, complicidad, confianza… En fin, como un equipo ganador. ¡Y debería ser siempre así!
– ¡Eso es, has dicho la frase justa! -Flavio entra en su coche-. Debería ser así… Pero ¿lo es? Antes te ha llamado Niki y su móvil funcionaba. Pero ¿ahora? ¿Funcionará o lo tendrá apagado? ¿Tienes confianza en ella? ¿Estará de verdad en casa de sus amigas? ¿Y con ellas? O haces como yo, que jamás he tenido la menor duda sobre Cristina, vivo sin sentir celos y hasta creo que ella aprecia mi confianza ilimitada…, o dentro de diez minutos haces una prueba y llamas a Niki. Y no sólo para oír su voz. Eso sólo puedes saberlo tú. -Flavio sonríe ampliamente y cierra la puerta. Pone en marcha el coche y baja la ventanilla-. Sólo tú. Tú y nadie más. Confianza o celos…, ¡ése es el dilema! -y se aleja dejándolo así, solo, en medio de la calle.
Alex no ve la hora de que Flavio doble la esquina. Saca de inmediato el móvil de su bolsillo y teclea el número. Permanece por un instante en silencio, conteniendo el aliento y también los latidos de su corazón, porque teme que el teléfono de Niki esté apagado.
por fin oye la señal. «Tuuu… Tuuu…» Alex sonríe. Está libre. Encendido. ¿Y ahora? Ahora contestará…, ¿verdad?
Catorce
Niki sigue en casa de Olly, riéndose y bromeando con sus amigas.
– ¡Parad, antes me habéis tirado el batido por encima! ¡Ay…, vamos!
– ¡Pero si no es nada, está frío, así que te hará bien en las piernas!
– ¡De eso nada, me las mancha!
– ¿Y quién te va a ver?… Sólo Alex, ¿me equivoco?
– No lo sé…
– ¿Ah, no? -y se abalanzan de nuevo sobre ella y empiezan a hacerle cosquillas.
– No, os lo ruego, cosquillas no, no me encuentro bien. He comido. Socorro, ¡basta o vomitaré encima de vosotras! Os juro que lo haré…
– ¡En ese caso, dinos de inmediato el nombre de ese tío tan bueno que has conocido!
Niki se ríe y forcejea bajo sus manos, que siguen haciéndole cosquillas.
– Socorro, ay, basta, os juro que no me acuerdo…
Luego consigue escabullirse por debajo, resbala del sofá y escapa hasta que se detiene junto a su bolso.
Justo en ese momento oye el móvil, que había puesto en modo de vibración. Es Alex, que prueba a llamarla. Una, dos, tres llamadas. Niki busca el teléfono en el bolso, lo encuentra y responde en el último momento.
– ¡Por fin! Pero ¿qué sucede? ¿Por qué no contestabas? -Es obvio que Alex está agitado.
Niki mira a sus amigas por un instante y se le ocurre una idea.
– Ah, hola… ¿Cómo estás? ¡Qué sorpresa! -Acto seguido tapa el micrófono con la mano y se dirige a sus amigas-: Es él, es él. ¡No me lo puedo creer! -salta en el sitio con una alegría incontenible.
– Nosotras tampoco -susurra Olly acercándose a ella.
Todas la rodean de inmediato, se pegan a ella aproximando la oreja al móvil para escuchar la voz y, sobre todo, lo que dirá el nuevo.
Alex mira boquiabierto el teléfono.
– ¡Qué sorpresa ni que ocho cuartos! ¡Pero si acabamos de hablar!
Niki entiende que sus amigas están a punto de reconocerlo y se aparta de repente del grupo.
– Bueno, pero para mí es una sorpresa oírte de nuevo… ¿Sabes que hoy estás encantador?
– ¿Hoy? ¿Y cuándo nos hemos visto? Pero si cuando me despedí de ti todavía iba en pijama…
– Por eso mismo, estabas perfecto así…, con ese pijama…
Alex cada vez entiende menos lo que está ocurriendo.
– ¿Qué te pasa, Niki? ¿Has bebido? -Un instante después, Niki ya no puede mantenerse alejada de las Olas, que al final logran inmovilizarla. Trata de no soltar el móvil, lo cubre con la mano-. No, vamos, quietas, es mío, es mío…
Alex oye todo el revuelo.
– ¿Qué es tuyo? ¿Niki?
Olly le arrebata el Nokia mientras Alex intenta entender algo.
– ¿Hola? ¿Hola?… ¿Niki? Pero ¿qué pasa?
Olly escucha por el móvil.
– No, quieta, devuélvemelo… ¡Devuélvemelo! -Niki forcejea mientras Erica y Diletta la sujetan, tratando de recuperar el móvil.
Pero Olly lo ha reconocido ya.
– ¡Hola, Alex!
– ¿Quién es? ¿Olly?
– ¡Claro! Soy yo… ¿Cómo estás?
– De maravilla, pero ¿se puede saber qué le pasa a Niki?
Olly mira a la prisionera de las Olas.
– Ha tenido que ir corriendo al baño. Hacía ya una hora que se