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– ¿Qué ha hecho? – rugió.

Una cabeza salió de repente de detrás de un árbol.

– ¿Señor Ravenscroft?

– ¿Qué está haciendo? Esto es un desastre, y tú – dijo a James que no había hecho ruido – para de reírte.

Caroline salió de detrás del árbol, su vestido estaba generosamente cubierto de suciedad.

– Estoy arreglando su jardín.

– Está arreglando mi… ¿Está qué? Esto no me parece ni un poquito arreglar.

– Esto no va a parecer tan maravilloso hasta que acabe con mi trabajo, pero cuando lo haga…

– ¿Su trabajo? Todo lo que veo son docenas de agujeros.

– Dos docenas.

– Si yo fuera tú, no habría dicho eso. – comentó James desde una distancia segura.

Caroline hincó la punta de su pala en la basura y se apoyó sobre ella como si regañara a Blake.

– Una vez que usted oiga mi explicación, estoy segura de que lo comprenderá.

– ¡No entiendo nada!

– Si – suspiró – los hombres por lo general no lo hacen.

Blake comenzó a mirar alrededor del jardín, su cabeza iba frenéticamente de un lado para otro como intentando evaluar el daño.

– Voy a tener que llamar a un experto de Londres para reparar lo que ha hecho. Buen Dios, mujer, va a costarme una maldita fortuna.

– No sea tonto – replicó – todos estos agujeros estarán tapados al atardecer; simplemente estoy trasladando sus plantas en flor al sol. Brotarán mucho mejor, excepto esas nomeolvides, por supuesto – agregó apuntando a las preciosas flores rosas y blancas que estaban plantadas junto a la casa, esas florecen a la sombra.

– Te digo, Ravenscroft – dijo James – que quizá deberías dejarla continuar.

– Estaban recibiendo mucho sol – explicó Caroline – los brotes estaban abrasándose antes de tener oportunidad de florecer.

James se volvió a Blake y dijo:

– Eso suena como si supiese lo que está haciendo.

– No me importa si ella ha conseguido un maldito doctorado en horticultura, no tiene derecho a destrozar mi jardín.

Caroline plantó su mano libre sobre la cadera, empezaba a estar más que harta con su actitud.

– Esto no está como si usted brindara cuidados al jardín antes de que yo empezara mi trabajo aquí.

– ¿Y porqué creería usted eso?

– Cualquiera con una pizca de percepción en jardinería se habría horrorizado ante el estado de sus rosales – se burló – y los setos necesitan urgentemente una poda.

– No toque mis setos – le advirtió.

– No estaba en mis planes, de cualquier manera, han crecido tan alto que posiblemente no podría alcanzar la parte más alta; iba a pedirle que lo hiciera usted.

Blake se volvió a James – ¿De verdad estoy de acuerdo en dejarla que se quede?

James movió la cabeza afirmativamente.

– Demonios.

– Simplemente estaba intentando ser de ayuda – dijo ella erizándose por sus insultos.

Él la miró abriendo la boca, y después miró hacia los agujeros

– ¿Ayuda?

– Solo lo consideré cortés para ganarme mi sustento.

– ¿Ganar su sustento? ¡Le llevaría diez años ganar su sustento después de este daño!.

Caroline había estado intentando contener su temperamento, de hecho, se había estado felicitando a sí misma por permanecer tan sensata y risueña contra la ira de él.

Ya no más.

– Usted, señor – estalló apenas resistiendo el deseo de girar la pala sobre él – es el hombre más grosero, el más maleducado de toda la creación.

Él levantó una ceja

– Seguramente puede hacerlo mejor.

– Puedo – gruñó – pero hay una persona educada presente.

– ¿No se referirá a Riverdale? – dijo Blake con una risa mientras movía la cabeza hacia su sonriente amigo – él es la persona casi menos educada que conozco.

– De cualquier forma – interrumpió el marqués – coincidiría con la señorita en la valoración de tu carácter, Ravenscroft – se volvió hacia Caroline – es un bruto.

– Dios me libre de los dos – murmuró Blake.

– Lo menos que podría hacer – dijo Caroline sorbiendo un poco por la nariz – es agradecérmelo.

– ¿Gracias?

– De nada – dijo rápidamente – ahora, ¿le gustaría ayudarme trasladando esas plantas a sus nuevos emplazamientos?

– No.

James dio un paso adelante – yo estaría encantado.

Es demasiado amable, señor – dijo ella con una sonrisa radiante.

Blake frunció el entrecejo a su amigo – tenemos trabajo que hacer, Riverdale.

– ¿Nosotros?

– Trabajo importante – Blake prácticamente rugió.

– ¿Qué podría ser más importante que ayudar a una señorita mientras ella está trabajando con un sol abrasador?

Caroline se volvió hacia Blake con una sonrisa interrogante y ojos traviesos

– Si, señor Ravenscroft ¿qué podría posiblemente ser más importante?

Blake la miró fijamente a los ojos completamente incrédulo. Ella era una invitada en su casa (¡una invitada!) y no sólo había cavado su jardín, también le estaba regañando como a un colegial desafiante. Y Riverdale, quien se suponía que era su mejor amigo, permanecía de su lado, riendo como un idiota.

– Me he vuelto loco – murmuró – me he vuelto loco, o tú te has vuelto loco o quizás todo el mundo se ha vuelto loco.

– Voto por ti – dijo James haciendo un chiste – yo estoy bastante sano, y la señorita Trent no muestra signos de trastorno mental.

– No me lo creo, no me lo puedo creer – Blake levantó los brazos mientras se alejaba a grandes zancadas.

– Cavad el jardín entero! Añadid una extensión nueva a la casa! ¿Qué importo yo? Sólo soy el dueño del lugar.

Caroline se volvió hacia James con preocupación al desaparecer Blake cuando llegó a la esquina.

– ¿Cómo de enfadado supone que está?

– ¿En una escala del uno al diez?

– Er… si cree que su estado de ánimo se mediría en tal escala.

– No se podría.

Ella se mordió el labio inferior

– Me asusta eso.

– Yo no me preocuparía – dijo James con un gesto tranquilizador de sus manos – venga – le dijo – dime lo que necesitas que te haga.

Caroline le dio instrucciones para cavar bajo la planta que florecía púrpura e hincó las rodillas en el suelo para observar su trabajo

– Tenga cuidado de no romper las raíces – dijo.

Y un momento después

– ¿Sabe porqué siempre está tan enfadado conmigo?

James no contestó durante unos minutos y la pala se quedó quieta en sus manos mientras él, obviamente, pensaba como responder a su pregunta

– Él no está enfadado contigo – dijo finalmente.

Ella soltó una risita

– Evidentemente, no estamos hablando de la misma persona en este momento.

– Te lo digo en serio. No está enfadado contigo – pisó el extremo de la pala y la metió aún más adentro de la basura – él te tiene miedo.

Caroline empezó a toser tan fuerte que James tuvo que golpearla fuertemente en su espalda. Cuando consiguió respirar dijo

– Perdóneme.

Hubo otro largo momento de silencio, y entonces James dijo

– Estuvo prometido una vez.

– Lo sé.

– ¿Sabes lo que sucedió?

Ella negó con la cabeza – solo que ella murió.

– Blake la amaba más que a su vida.

Caroline tragó saliva, sorprendida por el dolor que apretaba su corazón producido por la declaración de James.

– Se conocían de toda la vida – continuó – trabajaron juntos para el Ministerio de defensa.