Caroline ya iba a coger su tercer emparedado, Penélope comía el segundo, y Blake deslizaba el sexto dentro de su bolsillo, cuando oyeron pisadas que sonaban en el vestíbulo.
– ¿Me pregunto quién será? – preguntó Penélope, sonrojándose ligeramente cuando una migaja salía volando de su boca.
Su pregunta recibió la contestación un momento después, cuando el marqués de Riverdale entró a grandes zancadas en la sala. Observó el panorama, parpadeó sorprendido y dijo
– Penélope, que gusto verte, no tenía ni idea de que conocieras a Caroline.
CAPITULO 18
ar-is-tol-o-gy (sustantivo). El arte o la ciencia de comer.
Como un campo de investigación y estudio, la aristología (aristology) es sumamente menospreciada.
Del diccionario personal de Caroline Trent
Se hizo el silencio absoluto, seguido de una explosión de parloteo nervioso tan fuerte y violento, que de hecho, Perriwick, metió su cabeza en la habitación para ver que estaba pasando; lo hizo con el pretexto de entrar a llevarse lo que quedaba del té y las galletas, lo que dio pie a un motín, y Blake, prácticamente arrancó la bandeja de sus manos antes de sacarlo del salón.
Si Penélope se había dado cuenta de que el marqués de Riverdale había sido tan atrevido como para llamar a la señorita Dent por su nombre de pila, ella no lo mencionó, comentando en vez de eso, lo enormemente sorprendida que estaba de que ellos se conocieran.
Caroline hablaba muy fuerte sobre como los Sidwell tenían una gran amistad con los Dents, y James se hallaba totalmente de acuerdo con todo lo que ella decía.
La única persona que no se agregaba a la jarana era Blake, a pesar de que emitió un fuerte gemido; no sabía qué era peor, el hecho de que James hubiera llegado y casi volara por encima de Caroline, o la nueva y aguda actividad como casamentera que centelleaba en los ojos de su hermana. Ahora que ella había descubierto que la familia de Caroline estaba de algún modo (aunque fuera tenue) conectada con la del marqués, obviamente había decidido que Caroline sería una excelente esposa Ravenscroft.
O eso, pensó él con desagrado, o había decidido concentrar sus prodigiosas artes casamenteras hacia Caroline y James.
En definitiva, Blake resolvió que esto se iba a convertir en un verdadero y colosal desastre.
Sus ojos realizaban un lento barrido por toda la habitación, observando a Penélope, James y Caroline, y pensó que lo único que lo mantenía controlado para no desatar su violencia era que no podía decidir a cual de ellos estrangular primero.
– Oh, ya era hora, Caroline – estaba diciendo James, disfrutando ahora, evidentemente – casi cinco años, creo; estás muy cambiada desde la última vez que nos vimos.
– ¿De veras? – preguntó Penélope – ¿Tanto?
Puesto en esa difícil situación, James balbuceó durante un momento, y dijo
– Bueno, su pelo es bastante más largo, y…
– ¿De veras? – dijo Penélope otra vez – Qué interesante, debes haber tenido un pelo muy corto, Caroline, porque ahora no está demasiado largo.
– Fue un accidente – improvisó Caroline – “tuve que cortármelo totalmente”.
Blake se mordió el labio conteniéndose para no pedirle que les contara el “accidente”.
– Oh, sí, recuerdo eso – dijo James con gran entusiasmo – algo referente a miel y al pájaro de tu hermano.
Caroline tosió sobre el té, y enganchó una servilleta de tela para no espurrearlo todo sobre Blake.
– Creí que no tenías hermanos ni hermanas – dijo Penélope arrugando su frente.
Caroline se limpió la boca, reprimiendo la urgencia de emitir una risa nerviosa y dijo
– En realidad, era el pájaro de mi primo.
– Eso – dijo James, dándose una palmada en la frente – Qué tonto soy ¿Cómo se llamaba?
– Percy.
– Mi buen Percy, ¿cómo va?
Ella sonrió malhumoradamente.
– Como siempre, me temo. Hago lo posible por evitarlo.
– Eso es probablemente un buen método de actuación – convino James – lo recuerdo como a la clase de gente de corazón mezquino, siempre tirando del pelo de la gente, y eso…
– ¡Riverdale! – dijo Penélope con desaprobación – está hablando de un pariente de la señorita Dent.
– Oh, no me importa – le aseguró Caroline – estaría encantada de desheredar a Percy.
Penélope sacudió su cabeza con gran confusión y miró a su hermano con una expresión débilmente acusadora.
– No puedo creer que no me contaras que nuestra querida Caroline, tiene amistad con Riverdale.
Blake se encogió de hombros y se obligó a relajar los puños.
– No lo sabía.
Perriwick entró en la habitación sin la obstrucción que era característica, y comenzó a retirar lo que quedaba de la medio-zampada merienda cena.
– ¡NO! – Gritaron Blake, Penélope y Caroline al unísono.
James los miró con curiosidad y desconcierto.
– ¿Algo está mal?
– Estamos sólo… – dijo Penélope.
– Un poco… – interrumpió Caroline.
– Hambrientos – terminó Blake con énfasis.
James parpadeó.
– Ya lo veo.
Penélope llenó el siguiente momento de calma dirigiéndose a James y preguntándole
– ¿Se alojará con nosotros, señor?
– Era lo que había pensado, si, pero sólo si hay una habitación de sobra para mí – él echó una mirada a Caroline – no me había dado cuenta que la señorita Dent estaba aquí.
Penélope quebró totalmente su frente arrugándola.
– Pero seguramente se ha percatado de que la señorita Dent sólo nos visita de día, ella vive a casi una milla de aquí.
– Papá compró una casa de veraneo cerca de Bournemouth el otoño pasado – soltó Caroline bruscamente, me temo que aún no hemos conseguido informar a todo el mundo del cambio.
– Hmmm… – meditó Penélope, entrecerrando sus ojos por momentos – tenía la impresión de que usted había vivido en Bournemouth durante algún tiempo.
Caroline sonrió débilmente.
– Lo visitábamos muy a menudo.
– Sí – dijo Blake, pensando que debería hacer algo para salvar la situación, aun cuando estaba muy furioso con Caroline y James
– ¿No dijo que su padre alquiló la casa durante algunas temporadas antes de comprarla?
Caroline hizo un gesto afirmativo.
– Así es, exactamente.
Blake le lanzó la más arrogante de las sonrisas.
– Poseo una memoria extraordinaria.
– De eso no tengo la menor duda.
Hubo un enorme y embarazoso silencio, y luego Caroline se puso de pie.
– Hubiera sido mejor conseguir una casa. Se está haciendo tarde, y… ah… creo que el cocinero está preparando algo especial para cenar.
– Que afortunada – musitó Penélope.
– ¿Perdón?
– No, nada – dijo Penélope rápidamente lanzando una mirada entre James y Blake – pero estoy segura de que uno de estos dos caballeros estará encantado de acompañarla.
– En realidad, no es necesario. No está muy lejos.
James saltó sobre sus pies.
– Tonterías, me encantaría pasear con usted. Estoy seguro de que hay una gran cantidad de temas que poner al corriente.
– Sí – asintió Caroline – probablemente muchas más de las que nunca se hubiera imaginado.
En el momento en que la puerta se cerró tras ellos, Caroline se volvió a James y le dijo
– ¿Tienes algo comestible en tu carruaje?
– Un poco de pan y queso que traje conmigo de la posada ¿porqué?
Pero Caroline ya estaba revolviendo dentro del vehículo.