– ¿Entonces porqué estás tan decidido a ser infeliz?
– Ya no es por Marabelle. Es por mí.
– No entiendo.
– En algún punto del camino, perdí algo de mí mismo. No sé si fue el sufrimiento o el despecho, pero dejé de importarme.
– Eso no es cierto. Te conozco mejor de lo que crees.
– ¡Caroline, no siento nada! – exclamó él – nada profundo y significativo, al menos ¿No ves que estoy muerto por dentro?
Ella negó con la cabeza
– No digas eso. No es cierto.
Él aferró su hombro con urgente necesidad
– Es cierto, y tú mereces más de lo que yo te puedo dar.
Ella fijó los ojos en su mano
– No sabes lo que estás diciendo – susurró.
– Joder que no lo sé.
Se alejó violentamente de ella y se levantó, adoptando una actitud fría mientras miraba fijamente las olas. Después de un momento de silencio dijo
– James ha dicho que se casará contigo.
– Ya veo.
– ¿Eso es todo lo que tienes que decir?
Ella soltó un suspiro exasperado
– ¿Qué me quieres decir, Blake? Házmelo saber, y yo te lo diré; pero no sé lo que quieres, ni siquiera sé lo que yo quiero.
Ella ocultó la cara entre las rodillas. Eso era mentira, ella sabía exactamente lo que quería, y él estaba de pie a su lado, diciéndole que se casara con otro hombre.
No estaba sorprendida, pero no había esperado que eso doliera tanto.
– Él cuidará de ti – dijo Blake en voz baja.
– Estoy segura de que lo hará.
– ¿Aceptarás?
Ella lo miró de repente
– ¿Te importa?
– ¿Cómo puedes preguntar eso?
– Creí que no sentías, que no te importaba nada.
– Caroline, me importa tu futuro. Es sólo que yo no puedo ser lo que tú necesitas en un marido.
– Eso es una excusa – ella se puso de pie, en actitud guerrera – eres un cobarde, Blake Ravenscroft.
Comenzó a alejarse, pero sus pies se enterraban en la arena, y él pudo alcanzarla rápidamente.
– ¡No me toques! – gritó ella cuando él cerró la mano alrededor de su brazo.
– Déjame sola.
Él no la dejó marchar
– Quiero que aceptes la proposición de Riverdale.
– Tú no tienes derecho a decirme lo que tengo que hacer.
– Lo sé. Pero aún así, te lo estoy pidiendo.
Caroline volvió la cabeza; su respiración era corta, y jadeaba ligeramente, apretó sus ojos cerrándolos por un momento mientras las emociones estallaban en su mente
– ¡Vete! – se las ingenió para decir finalmente.
– No hasta que tenga tu palabra de que te casaras con Riverdale.
– ¡No! – gritó – ¡No! ¡No me casaré con él!, no le amo, y él no me ama, y eso no es lo que yo quiero.
Él sujetó su brazo fuertemente
– Caroline, debes escucharme, Riverdale…
– ¡No!
Con una fuerza nacida de la furia y la angustia, tiró con fuerza de su brazo alejándose y salió corriendo hacia la playa. Corrió hasta que sus pulmones ardieron, hasta que sus ojos estuvieron tan llenos de lágrimas que ella no podía ver. Corrió hasta que el dolor en su cuerpo eclipsó finalmente el que había en su corazón.
Tropezó sobre la arena, intentando ignorar el sonido de las pisadas de Blake acercándose; el cuerpo de él golpeó violentamente el suyo con una fuerza enorme, haciéndolos caer a ambos al suelo de golpe.
Caroline quedó tumbada sobre su espalda con el cuerpo de Blake cubriéndola íntimamente.
– Caroline – dijo él con fuertes jadeos.
Ella lo miró con intensidad, sus ojos buscaron salvajemente alguna señal de que él la amara, luego se elevó tratando de asir la parte de atrás de su cabeza y atrajo la boca de él hacia la suya, besándolo con todo el amor y desesperación de su corazón.
Blake intentó resistirse. No podía poseerla, él lo sabía. Ella se iba a casar con su mejor amigo; pero sus labios eran dulces y exigentes, y la presión del cuerpo de ella contra el suyo convirtió su sangre en llamas.
Él susurraba su nombre una y otra vez, como un mantra [3]. Había intentado ser noble, había intentado alejarse de ella, pero no fue lo suficientemente fuerte para decir “no”, cuando la lengua de ella se hallaba sobre sus labios y sus pies desnudos le rozaban a lo largo de sus pantorrillas.
Sus manos fueron ágiles y rápidas, y le quitó el vestido en menos de diez segundos. Lo colocó por debajo de ella para protegerla de la arena, y ese fue el último pensamiento racional antes de que todo su ser fuera sobrepasado por la necesidad de poseerla.
– Te tendré – juraba, acariciando con las puntas de sus dedos desde las pantorrillas, llegando hasta sus muslos.
– Te tendré – prometía, tirando con fuerza de su camisa y colocando su mano sobre el corazón de ella.
– Te tendré – gemía, justo antes de que su boca se adueñara de su pezón.
Todo lo que ella decía era
– Sí.
Y el corazón de Blake remontó.
Caroline arqueaba su espalda mientras gritos de deseo escapaban de su boca, parecía que por cada anhelo que él colmaba, creaba dos más, atormentando el cuerpo de ella en un frenesí de necesidad.
Ella no estaba segura de qué hacer, pero sabía que quería sentir la piel de él contra la suya, así que dirigió sus manos hacia los botones de la camisa de él, sus movimientos eran rudos y torpes. No obstante, al momento Blake la empujó a un lado, para desgarrar la prenda con un grito salvaje.
Un segundo más tarde, Blake estaba encima de ella, el calor de su pecho desnudo contra el de ella, su boca se inclinaba sobre la de ella y la devoraba de dentro a fuera.
Ella gemía sobre él, aferrándose a su espalda, para después pasar sus manos hacia abajo, apenas rozándole, hacia la pretina de sus pantalones. Se detuvo, se armó de valor y pasó un dedo por debajo, tocando la suave piel de sus nalgas.
Los labios de Blake se deslizaron por su mejilla hasta la oreja murmurando
– Quiero sentirte – contra su piel; su aliento era caliente y húmedo y muy, muy erótico. Ella pudo sentir cada una de sus palabras incluso más de lo que podía escucharlas.
– Yo también quiero sentirte – susurró.
– Oh, lo harás. Tú lo harás.
Se dio la vuelta para separarse de ella, justo el tiempo de quitarse el resto de la ropa, y se colocó sobre ella otra vez; con toda la caliente y desnuda longitud de él, quemando su piel.
Las olas estaban subiendo, y a ella el agua fría le hacía cosquillas en las puntas de los pies desnudas. Caroline tembló, pero el movimiento solo la hacia frotarse más íntimamente contra Blake, y oyó que él gemía de deseo
– Voy a tocarte – le susurró él, con voz cálida contra su mejilla.
Sabía lo que él quería decir, pero aún así se sobresaltó cuando él pasó rozando sus dedos contra su zona más intima. Se puso tensa, se relajó cuando los labios de él presionaron contra su oído con suavidad
– Shhh…
Deslizó un dedo en su interior, y ella jadeó de placer
– Yo también quiero tocarte – le dijo.
Él dejó salir un desastroso suspiro
– Probablemente moriría si lo hicieras.
Los ojos de ella prácticamente volaron hacia su rostro.
– Te quiero tanto – intentó él explicarle – creó que estallaré si me tocas, y no puedo…
– Shhh…
Ahora fue su turno confortarlo a él y colocó un tierno dedo sobre sus labios.
– Sólo enséñame. Enséñame todo. Quiero complacerte.
Un sonido ronco llegó del fondo de la garganta de Blake y con el codo separó sus piernas. La tocó con la punta de su pene y casi se sobresaltó por el placer de ese contacto. Ella estaba tan ardiente y deseosa, y sabía que ella lo quería. Le hacía daño a su alma y a todo.