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– No – susurró – es Caroline.

CAPITULO 23

san-guine (adjetivo). Esperanzador o confiado con respecto a algún tema en particular.

san-guin-ar-y (adjetivo). Está presente en los derramamientos de sangre, se caracteriza por que mata con brutalidad.

Después de esta noche, no volveré a confundir las palabras sanguíneo (sanguine) y sanguinario (sanguinary).

Del diccionario personal de Caroline Ravenscroft.

Caroline entrecerró los ojos para ver el horizonte, pero con la bruma oscura de la noche no podía ver nada; esto no la sorprendió. Blake y James nunca serían tan estúpidos como para usar una linterna; probablemente estarían escondidos detrás de una roca o un arbusto usando la débil luz de la luna, para espiar las actividades que sucedían abajo en la playa.

– No veo nada – le dijo a Oliver – debes estar equivocado.

Él movió su cabeza muy lentamente hacia la cara de ella.

– En realidad, tu crees que soy idiota ¿verdad?

Ella lo meditó.

– No, no un idiota. Muchas otras cosas, pero no un idiota.

– Tu marido – dijo él señalando hacia adelante – está escondido entre esos árboles.

– ¿Quizá deberíamos avisarle de nuestra presencia? – preguntó ella con esperanza.

– Oh, nosotros los avisaremos, no temas.

Oliver detuvo el calesín con un tirón cruel de las riendas y la empujó hacia el suelo. Caroline cayó al duro suelo por su lado, tosiendo, sobre la suciedad y la hierba. Ella levantó la vista sólo para ver a su anterior tutor sacar un arma.

– Oliver…

Él apuntó con el arma a su cabeza.

Ella cerró su boca.

Él empezó a caminar sacudiendo su cabeza a la izquierda.

– Empieza a caminar.

– Pero esto es el acantilado.

– Hay un camino. Síguelo.

Caroline miró abajo. Un sendero estrecho había sido construido en la colina inclinada de gran pendiente. El camino zigzagueaba bajando hacia la playa, y no cabía mucho más que un viento enérgico para enviar piedrecitas sueltas rodando hacia abajo por la pendiente. No parecía seguro, pero era considerablemente más atractivo que una bala del arma de Oliver. Ella decidió seguir sus indicaciones.

– Necesitaré que desates mis manos – dijo ella – para equilibrarme.

Él frunció el ceño, después accedió murmurando

– No me sirves muerta.

Ella comenzó a respirar con un suspiro de alivio.

– Todavía no.

El estómago de ella se agitó.

Él terminó de desatar sus manos y la empujó hasta el borde pensando en voz alta.

– En realidad podrías ser más útil como viuda.

Esta vez, el estómago de ella iba a arrojar su contenido, pero ella tragó la bilis, tosiendo por el gusto ácido de su boca. Su corazón podía ir a toda velocidad, ella podía sentirse más allá del terror, pero tenía que ser fuerte por Blake. Ella dio unos pasos sobre el sendero y empezó a descender.

– No intentes ningún movimiento falso – dijo él – serías inteligente si recordaras que tengo un arma apuntándote a la espalda.

– No es probable que lo olvide – dijo ella mordazmente – tocando con la punta de los pies por delante para notar las piedras que se desprendían.

Maldición, pero este sendero era traicionero por la noche. Ella había realizado grandes caminatas en senderos parecidos durante el día, pero la luz del sol era un aliado poderoso.

Él apretó el cañón de la pistola contra la espalda.

– Más rápido.

Caroline balanceó sus brazos salvajemente para mantener el equilibrio. Cuando quedó tranquila de que ya no iba a caer para morir, le dijo bruscamente

– No voy a morir con el cuello roto, y créeme, si empiezo a caer, lo primero a lo que me voy a sujetar es a tu pierna. Eso le cerró la boca a él, y no la volvió a molestar hasta que estuvieron a salvo en la playa.

* * *

– Voy a matarla – dijo Blake en voz baja.

– Perdona, pero la tendrás que rescatar primero – le recordó James – y podrías querer guardar tus balas para Prewitt.

Blake le lanzó una mirada decididamente nada divertida

– Voy a atarla estupendamente bien a la pata de la cama.

– Ya lo intentaste una vez.

Blake se giró violentamente.

– ¿Cómo puedes permanecer ahí y hacer malditos chistes? – le preguntó – Tiene a mi esposa. ¡Mi esposa.!

– ¿Y cual, perdona que te diga, es la utilidad de catalogar el modo y el método de castigarla? ¿Cómo es que piensas rescatarla?

– Le dije que se quedara allí – refunfuñó Blake – juró que no abandonaría Seacrest Manor.

– Quizá te escuchó, quizá no; de cualquier modo, no hay la más mínima diferencia ante esta situación.

Blake se dirigió hacia su mejor amigo, manteniendo en su rostro una extraña combinación de miedo y arrepentimiento.

– Tenemos que rescatarla. No me importa si perdemos a Prewitt, no me importa si la maldita misión se arruina por completo. Nosotros…

James extendió su mano sobre el brazo de Blake.

– Lo sé.

Blake indicó con la mano a los otros dos hombres del Ministerio de Defensa que dieran la vuelta y les explicó la situación. No tenían mucho tiempo para planear.

Oliver ya estaba obligando a Caroline a descender hacia la playa, pero hacía mucho tiempo que Blake había aprendido que no había un sustituto para la buena comunicación, así que se reunieron para ponerse de acuerdo en la estrategia.

Desgraciadamente, ese fue el momento en que los hombres de Oliver eligieron para atacar.

* * *

Una vez sobre la playa, Caroline se dio cuenta de que el agua del Canal no era tan tranquila como ella había creído; y no era el viento el que originaba esa agitación. Un pequeño bote que ella reconoció como de Oliver estaba amarrado cerca de la playa.

– ¿Dónde demonios has estado?

Caroline giró sobre sí misma y parpadeó sorprendida. La voz había sonado como si perteneciera a un tipo de persona grande y corpulento; pero el tipo que andaba bajo la luz de la luna era delgado y de una elegancia perturbadora.

Oliver sacudió su cabeza dirigiéndose hacia el bote y se abalanzó dentro del agua, arrastrando a Caroline con él.

– Me detuve necesariamente.

El otro hombre examinó a Caroline con detenimiento y de forma descortés.

– Es muy atractiva, aunque no precisamente inevitable.

– No es tan atractiva – dijo Oliver burlonamente – pero está totalmente casada con un agente del Ministerio de Defensa.

Caroline se quedó sin aliento y tropezaba con las rodillas, remojando la falda de arriba a abajo.

Oliver dejó escapar una carcajada de risa triunfante.

– Simplemente una teoría, mi querida Caroline, y una que acabas de afirmar.

Ella se tambaleó hacia atrás sobre sus pies, balbuceando y maldiciéndose todo el tiempo. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Ella sabía más que para mostrar una simple reacción, pero Oliver la había sorprendido.

– ¿Eres idiota? – siseó el otro hombre – El francés nos paga suficiente por este cargamento para situarnos bien de por vida. Si has comprometido nuestra oportunidad…

– ¿Cargamento? – preguntó Caroline. Ella creía que Oliver había estado llevando mensajes y documentos secretos, pero la palabra cargamento parecía indicar algo más grande ¿Podrían estar haciendo contrabando de munición? ¿Armas? El bote no parecía suficientemente grande para transportar algo tan grande.