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Aune se repantigó satisfecho en la silla y se pasó las manos por el prominente estómago.

– Bueno, háblame del desdoblamiento de personalidad. De la esquizofrenia, vamos.

Aune lanzó un gruñido:

– ¿En cinco minutos?

– A ver, hazme una síntesis.

– Para empezar, identificas desdoblamiento de personalidad con esquizofrenia, lo que constituye una de las confusiones más frecuentes arraigadas en la creencia popular. La esquizofrenia es la denominación de todo un grupo de patologías mentales distintas y no tiene nada que ver con la personalidad múltiple. Cierto que schizo es la raíz griega de división, pero lo que el doctor Eugen Bleuler quería decir es que las funciones psicológicas del cerebro de un esquizofrénico están divididas. Y si…

Harry señaló el reloj.

– Sí, eso es -recordó Aune-. Bien, el desdoblamiento de personalidad del que hablas es lo que los norteamericanos llaman MPD. Se trata de un trastorno de personalidad múltiple que se determina cuando se detectan dos o más personalidades en un individuo, las cuales se muestran dominantes de forma alternativa. Como ocurría con el doctor Jekyll y Mr. Hyde.

– Es decir, ¿existe?

– Claro que sí. Pero es rara; mucho más rara de lo que las películas de Hollywood quieren hacernos pensar. En mis veinticinco años de ejercicio como psicólogo, jamás he tenido la suerte de encontrarme con un solo caso de MPD. Aunque sé algo sobre ese trastorno.

– ¿Como qué?

– Como por ejemplo, que siempre va asociado a pérdidas de memoria. Es decir, en los pacientes aquejados de MPD, una de las personalidades puede despertarse con resaca sin saber que existe otra personalidad que es alcohólica. Vamos, que una de las personalidades puede ser alcohólica y la otra abstemia.

– Me figuro que eso no es así al pie de la letra, ¿verdad?

– Pues sí.

– Pero el alcoholismo también es una enfermedad física.

– Cierto. Y ésos son los aspectos que hacen del trastorno de personalidad múltiple una enfermedad tan fascinante. Tengo un informe de un paciente, una de cuyas personalidades fumaba sin cesar, mientras que la otra jamás tocó un cigarrillo. Y, si se tomaba la tensión cuando la personalidad activa era la del fumador, siempre estaba un veinte por ciento más alta. Por otro lado, las mujeres con trastorno de personalidad múltiple han declarado tener la menstruación varias veces al mes, porque cada personalidad tiene su propio ciclo.

– ¿Quieres decir que estas personas pueden modificar su propio físico?

– Hasta cierto punto, sí. De hecho, la historia sobre el doctor Jekyll y Mr. Hyde no está tan alejada de la verdad como podría creerse. En un caso célebre, descrito por el doctor Osherson, una de las personalidades era heterosexual, mientras que la otra era homosexual.

– ¿Pueden tener también distintas voces?

– Sí; de hecho, es uno de los modos en que mejor podemos observar los cambios entre las distintas personalidades.

– ¿Tan distintas que una persona que conozca bien al individuo en cuestión no sea capaz de identificar sus otras voces al teléfono, por ejemplo?

– Si la persona en cuestión no conoce la existencia de la otra personalidad, sí, hasta ese punto. En el caso de personas que sólo conocen al enfermo de trastorno de personalidad múltiple de forma superficial, los cambios de mímica y lenguaje corporal pueden ser suficientes como para que, aun estando sentados en la misma habitación, no la reconozcan.

– ¿Puede una persona con ese tipo de trastorno ocultarlo a sus allegados?

– Sí, es posible. La frecuencia con que se muestra una u otra personalidad es algo individual, y hay quien puede controlar dichos cambios en cierta medida.

– Pero, en ese caso, cada personalidad debe de conocer la existencia de las otras, ¿no?

– Claro, eso tampoco es infrecuente. Y, al igual que en la novela sobre el doctor Jekyll y Mr. Hyde, pueden producirse duros enfrentamientos entre las diversas personalidades, si tienen distintos objetivos, diversas concepciones morales, personas a su alrededor que la una aprecia y la otra no, etcétera.

– ¿Y qué me dices de la caligrafía? ¿Pueden hacer trampas con ella también?

– No se trata de hacer trampas, Harry. Tú tampoco eres exactamente la misma persona todo el tiempo. Cuando llegas a casa del trabajo, se producen en tu persona un sinfín de cambios imperceptibles en el tono de voz, en los movimientos de tu cuerpo y demás. Y es curioso que menciones la caligrafía, porque precisamente tengo por aquí, en algún sitio, un libro con fotografías de una carta escrita por un paciente con trastorno de personalidad múltiple con hasta diecisiete caligrafías totalmente distintas e identificables. A ver si lo encuentro un día que tenga tiempo de buscarlo.

Harry anotó alguna que otra palabra en su bloc.

– Distintos ciclos menstruales, distintas caligrafías…, eso es una locura -murmuró para sí.

– Tú mismo lo has dicho, Harry. Espero haberte sido de ayuda, porque ahora tengo que marcharme.

Aune pidió un taxi y salieron juntos a la calle. Mientras aguardaban en la acera, Aune le preguntó a Harry si tenía planes para el Diecisiete de Mayo.

– Mi mujer y yo vamos a invitar a desayunar a unos amigos. Sería un placer que vinieras.

– Muy amable, pero los neonazis están planeando «incordiar» a los musulmanes que celebran el Eid el diecisiete, y tengo que coordinar la vigilancia de la mezquita de Grønlandsleiret -explicó Harry, tan contento como turbado por la inesperada invitación-. A los solteros nos ponen a trabajar todos los festivos, ya sabes.

– ¿Y no podrías pasarte un rato simplemente? La mayoría de los invitados también tienen otras cosas que hacer después.

– Gracias. Veré si puedo y te llamo. ¿Qué clase de amigos tienes tú, si puede saberse?

Aune comprobó que el lazo de la pajarita estaba en su sitio.

– Yo sólo tengo amigos como tú -respondió-. Pero mi mujer conoce a gente más decente.

En ese mismo momento, el taxi se detuvo junto al bordillo de la acera. Harry le abrió la puerta mientras Aune se metía en el coche pero, cuando estaba a punto de cerrarla, cayó en la cuenta de que tenía otra pregunta:

– ¿A qué se debe el trastorno de personalidad múltiple?

Aune se inclinó hacia delante en el asiento y alzó la mirada hacia Harry.

– ¿A qué viene todo esto, Harry?

– No estoy completamente seguro, pero puede ser importante.

– Bien. La mayoría de las veces, los pacientes con ese tipo de trastorno han sido víctimas de abusos en su niñez. Pero también puede deberse a experiencias muy traumáticas sufridas a edad más avanzada. Crean otra persona para huir de los problemas.

– ¿De qué tipo de experiencias traumáticas puede tratarse, en el caso de un hombre adulto?

– Cualquier cosa que puedas imaginar. Una catástrofe natural, la pérdida de un ser querido, haber sido víctima de actos violentos o haber vivido con miedo durante un largo periodo de tiempo.

– Como por ejemplo, ¿un soldado en la guerra?

– Sí, claro, la guerra puede ser un factor desencadenante.

– O en una guerrilla.

Harry dijo las últimas palabras para sí mismo, pues el taxi en el que viajaba Aune ya bajaba por la calle Therese.

– Scotsman -declaró Halvorsen.

– ¿Piensas pasarte el Diecisiete de Mayo en el pub Scotsman? -preguntó Harry con una mueca al tiempo que dejaba la bolsa detrás del perchero.

Halvorsen se encogió de hombros:

– ¿Tienes una propuesta mejor?

– Si tiene que ser un pub, los hay con algo más de estilo que el Scotsman, precisamente. O mejor aún, hazles un favor a los compañeros que son padres de familia y quédate con una de las guardias durante el desfile infantil. Un buen extra por trabajar en día de fiesta y cero resaca.