Al momento siguiente, el espinazo del agente-yo detecta una presión y siente la impronta de la boca de cañón de un Colt Detective Special DA corto del calibre 38, en su versión con armazón de aleación y cañón de dos pulgadas, pinchándole la confluencia espinal de la vértebra torácica doce y la lumbar primera. Desde detrás, una voz masculina emite un susurro en el oído del agente-yo, diciendo:
– Tú y yo, Pigmeo, al aparcamiento, ahora mismo…
La voz de Trevor la Puta. Su hedor a colonia.
Con el arma corta encajada entre el matón amarillo-claro y este agente, emprendemos un pequeño desfile por el perímetro a oscuras del recinto deportivo, dejando atrás a la señorita Ubres Suizas, a la señorita Globos Aerostáticos, hasta la etiqueta de puerta que dice «Salida».
Sería posible que las piernas del agente-yo saltaran como un muelle, se giraran y dieran una patada, zaca-bum, con Ataque del Leopardo en Vuelo, para desprenderle a Trevor el revólver de la mano y hacerle trizas la muñeca. Este agente solo está mostrando paciencia hasta acceder a la soledad del exterior, hasta abrir la puerta para salir al oxígeno helado y a la tenue iluminación de la lámpara de seguridad de vapor de mercurio. Al campo asfaltado de almacenamiento de automóviles en reposo. A la noche de hoy. La presión del cañón corto se despega del espinazo permitiendo que este agente sea capaz de volverse sobre sí mismo y posar la mirada en su atacante.
La lámpara de seguridad se refleja en el cañón plateado del revólver de acción doble. Trevor la Puta dice:
– No intentes nada raro…
Se sacude la cortina de pelo amarillo-claro para apartarla a los costados de la cara propia. La mano del matón gira el revólver y lo reorienta hasta que el cañón corto queda presionando la ubicación del músculo cardíaco propio, sujetando la Special del 38 para dispararse en el pecho propio, y entonces Trevor la Puta dice:
– Como le cuentes a alguien lo que te diga aquí, te juro que… -El dedo de Trevor hace clic en el gatillo y amartilla el percutor.
Trevor dice:
– Como cuentes algo, me mato.
Para que conste en acta, esto sucede de verdad absoluta.
Con la bala orientada para destruirse a sí mismo, Trevor dice que se ha enamorado con intensidad de este agente. Desde que lo violé por la fuerza en el spa de hombres del centro comercial. Que nunca había experimentado una pasión semejante. Que nunca había sido tan utilizado y tan llevado más allá del propio control personal… Que aquello expandió sus propios limites…
El matón amarillo-claro emite muchas proclamas de este tipo. Declara que se dedicará a la adoración hasta la muerte de este agente. Expresa muchas emociones semejantes. Vomita generosas palabras de apelación.
– No me tienes que saludar en el instituto ni nada -dice-. Lo entenderé.
Trevor es un típico individuo masculino caucasiano normal… cráneo dolicocéfalo, apertura nasal estrecha, elevación larga del apéndice nasal, antes de tenerlo doblado hasta pegárselo a la mejilla facial. Su cresta sagital tiene unas medidas dentro de las variaciones normales. Los dígitos de su mano sujetan el revólver contra la propia caja torácica, con los dedos tan apretados que están blancos por la ausencia de sangre. Su voz de puta sigue y sigue parloteando. Su colonia contamina el oxigeno de la noche. Llegan retazos de música ritual desde el interior del recinto deportivo. Su voz de puta no deja de parlotear.
Para que conste en acta, los oídos del agente-yo no ofrecen atención verdadera. Se limitan a esperar una pausa cuando Trevor inhale respiración.
Al cabo de un tiempo, la boca de Trevor Stonefield para de moverse. Silencio. El cañón del revólver sigue creando un hoyuelo en la pechera de la propia camisa, orientado para destruir el músculo cardiaco propio. Sus ojos azules están hambrientos de respuesta.
La boca del agente-yo dice que de amor, nada. Que lo que pasa meramente es que el matón sufre Síndrome de Estocolmo. Que no es capaz de aceptar la carencia total de posesión de poder, la indefensión, así que su reacción es entablar una alianza con el agresor. Formar una identificación con el opresor. Típico mecanismo psicológico de víctima. No hay duda de que el padre de Trevor debió de desplegar brutalidad para generar un vínculo más poderoso entre padre e hijo. La amenaza excesiva para arriesgarse al odio. La paliza cruel se convierte en reemplazo del gesto genuino de afecto familiar. La violencia se vuelve sinónimo del amor.
El agente-yo pone una voz tranquilizadora para informar de que Trevor la Puta solo existe como producto manufacturado de la crueldad social, tan consolidada que ya no es consciente de hasta qué punto está motivado por su historia personal. Trevor Stonefield no es responsable, no es más que un peón animal. Una marioneta ignorante. Una víctima del sistema occidental.
En el momento de después, este agente compone una sonrisa agradable con la boca y se ríe con trompeta clara en el vientre. Le dice al matón amarillo-claro que disfrute. Que hay muchos granujas adicionales disponibles para maltratarlo en el futuro. Múltiples oportunidades infinitas de búsqueda de palizas. El mundo siempre ofrece desconocidos para disfrutar del sadismo y emplear la dominación.
El agente-yo dice que en realidad Trevor no ama a este agente. Que lo que pasa es que es una simple puta de matones granujas, por amor al poder brutal. Dice que todo esclavo torturado tiene romance secreto con su amo.
La iluminación de la lámpara de seguridad hace relucir la aleación del cañón del revólver. Hace relucir el lento descenso resplandeciente del agua ocular de Trevor la Puta, cuyos dos ojos azules ahora emiten agua ocular. Con la cara retorcida, suelta un sollozo mientras le tiembla el esqueleto entero. El retorcimiento de la boca le estalla para decir:
– ¿No podríamos simplemente ser novios?
Para que conste en acta, la deidad es el único modelo de conducta correcta. Todos debemos hacerles a nuestros congéneres lo que la deidad nos hace a todos. En la noche de hoy, este agente va a hacerse más merecedor de su futura extinción cruel entre gritos.
Este agente dice que muchas disculpas pero que no puede malgastar más semilla dentro del ano de Trevor. Que tiene que retenerla para fecundar futura descendencia. Y dice:
– Es no personal.
Al momento siguiente, los pies del agente yo giran sobre sí mismos. Una pierna da un paso por delante de la primera, luego la primera se adelanta, y así sucesivamente hasta que sus pasos lo separan de Trevor y de la bala. Dejando de orientar la cara propia hacia atrás, y lanzando la voz propia por encima del hombro al marcharse, este agente cita al honorable rebelde y tenaz revolucionario Che Guevara y dice:
– «Dispara, cobarde. Solo vas a matar a un hombre».
Los pies del agente-yo siguen caminando. Su respiración está atrapada dentro de los pulmones del agente-yo, esperando el impacto de la bala.
COMUNICADO NOVENO
Empieza aquí el noveno informe del agente-yo, número 67, de regreso a la residencia de huéspedes con posterioridad a la asistencia del ritual de apareamiento de los estudiantes. Retorno mediante transporte público en ruta de autobús XXXXX. Transferencia a la ruta XXXXX. Segmento final a pie para seguir el camino público XXXXX. Para que conste en acta, el espinazo del agente-yo no ha sido penetrado por la munición del revólver de Trevor Stonefield.
En el trayecto de regreso me encuentro con frecuentes monumentos conmemorativos que honran a guerreros de batallas americanas, grandes oficiales similares a Lenin. Con muchos murales enormes que representan a los más hábiles héroes de guerra de Estados Unidos. Esculturas giratorias. Semblante imponente de noble coronel americano. Valeroso y renombrado en la historia, el coronel Sanders, con su imagen eternamente acompañada del aroma de la carne del sacrificio. La llama eterna que ofrece al viento el perfume salado de la carne asada.